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Buenos días internet!

surfeando las redes…

Esta es una web sin rumbo y sin sentido, quizás… o quizás solo existe porque puede existir…

Hubo una web en esta url hace muuuuucho tiempo que recogía «cosas» que yo creaba: principalmente fotos de conciertos y música extraña que se me ocurría grabar a altas horas de la madrugada…

Aunque sigo grabando música a altas horas de la noche, aquí hubo años que no había nada… todo se perdió por algún lugar oscuro de las redes…

Pero un día decidí recuperar el terreno perdido en internet, al menos volviendo a cuidar un poco este dominio que poseo desde hace ya más de 20 años… es mucho tiempo y se merece algo un poquito más trabajado…

Pero como eso no iba a ocurrir ni de coña, pues creé esta web para recopilar básicamente lo que me de la gana: temas musicales, textos que se me ocurren (también normalmente a altas horas de la madrugada…) o fotos.

Ganas de no hacer nada… (volver a la infancia)

Vivimos en un mundo donde cada vez más se tiende a eludir cualquier responsabilidad que implique un mínimo esfuerzo. Queremos no tener que trabajar o trabajar menos: disponer de nuestro tiempo libre para divertirnos. La gente cada vez tiene menos hijos porque no están dispuestos a «sacrificar» ni su tiempo ni su dinero, y cualquier esfuerzo más allá de mover el pulgar para hacer scroll en la red social de moda les parece excesivo…

Entiendo esa pulsión. Entiendo la comodidad de quedarse sentado y esperar a que otro te resuelva los problemas. No hacerse cargo de uno mismo y pedir, incluso a veces exigir, que lo haga otro: los gobernantes, los servicios sociales, tu pareja, quien sea… menos tú mismo…

Es la pulsión de volver a la infancia. Es la voluntad de nunca crecer.

Photo by Janko Ferlič on Unsplash

El mundo adulto

Ser adulto es complicado muchas veces. Implica tener responsabilidades y estar pendiente de varias cosas al mismo tiempo mientras no paras de realizar tareas sin parar. Conlleva tener pocos momentos de descanso y relax -momentos que acabas apreciando muchísimo- y tener una buena dosis de «carga mental» permanente.

Básicamente: es un coñazo…

Y entiendo, porque yo también tengo momentos en los que lo siento así, que la gente quiera volver a un tiempo en el que todas esas responsabilidades las tenía otro: papá y mamá.

Empezando por no tener que trabajar y/o preocuparse por el dinero: siempre disponer de lo necesario para vivir y para adquirir lo que necesitemos o deseemos. Nunca tener que mirar cuánto queda en la cuenta… Igual que un niño de una familia de un mínimo nivel: sin preocupaciones.

Pero esto tiene un precio. Un niño es un ser dependiente. no tiene que tomar decisiones ni asumir responsabilidad sobre su vida porque no tiene esa capacidad. Necesita al adulto para poder desarrollarse de forma sana, y poco a poco ir ganando autonomía asumiendo el control de su vida.

Cuando como adultos anhelamos ese «tiempo pasado» no nos damos cuenta de todo lo que implica: ceder el poder de decisión sobre ti mismo como persona. Esto hace que otros, a los que ponemos a cargo de nuestra vida, tomen ese poder y lo usen, no siempre (ni mucho menos) en nuestro beneficio.

Es, por ejemplo, un ricachón que cultiva y vende carne vegetal diciendo que comer carne es malo para el medioambiente. Es el dueño de una farmacéutica dándote la solución (química) a cualquiera de tus síntomas, ya sean físicos o mentales, son las compañías azucareras y productoras de cereales convenciéndote de que hay que tomar menos grasas y más hidratos de carbono… suma y sigue…

Pero es que aunque les importases algo daría igual… Nadie sabe mejor que tú lo que necesitas y qué decisiones son las correctas para ti en un momento dado, siempre y cuando estés dispuesto a ello. A levantarte de la silla y empezar a actuar.

Porque la diferencia entre un niño y un adulto es simple: El niño protesta, el adulto resuelve. El niño no tiene la capacidad de actuar de forma autónoma en su vida, el adulto sí. El adulto sabe lo que tiene que hacer y lo hace, y si no lo sabe lo averigua y decide, y si se equivoca saca el mejor provecho de la situación y busca alternativas para seguir.

La pulsión de volver a la infancia puede ser fuerte cuando ves el esfuerzo que cuesta estar presente en tu vida y asumir tus responsabilidades, tanto hacia ti como hacia otras personas que puedan depender de ti, pero la alternativa es morir en vida, es tirar la toalla. Es pasar de ser piloto a pasajero. Es pasar de escribir tu novela a leer la de cualquier otro…

¿Pelea interior? No. Equilibrio

Esto no significa que haya que desechar esa parte más infantil que seguimos llevando dentro. Está ahí y al despreciarla lo único que consigues es hacerte daño. Esa parte más vulnerable pero también más espontánea es integral a nuestro ser. Es creativa, imaginativa y tiene un inmenso poder de acción si se lo permites.

Solo necesita que la abraces y la aceptes; y que de vez en cuando le permitas salir y desfogarse un poco. Te dará las soluciones más insospechadas a los problemas del día a día cuando menos te lo esperes, y al final te ayudará a valorar qué es lo realmente importante en la vida, lo que en cada momento requiere más atención y lo que no la merece.

Esa parte está en contacto con tu profundidad, con tu sombra. Te alertará cuando algo que te ocurre te toque viejas heridas. Te enseñará a su vez a volver a sentir y a conectarte con tu cuerpo.

No se trata de una «vuelta a la infancia» sino de una reconexión con una parte de nosotros que reclama atencion. Una parte que podemos ver como más infantil, pero que en el fondo alberga una inmensa sabiduría que a veces en nuestra prisa por entrar en el mundo adulto, perdemos u olvidamos.

Es posible ser un adulto responsable sin perder esa conexión, y no solo eso: recuperar esa conexión te dará una visión mucho más amplia sobre lo que significa ser un adulto. Podrás entonces apreciar, tanto lo que te aporta el asumir responsabilidades, como los momentos en los que las puedas dejar de lado para «dar rienda suelta» a ese niño que llevas dentro.

Al fin y al cabo, los árboles que sobreviven cuando el viento azota son los que son fuertes, sí, pero también han de ser flexibles… Ahí está la verdadera sabiduría. Ahí está la verdadera fortaleza.

Termino con este video de El Buen Hijo que me ha gustado. Tiene una linea sobre el trabajo que me ha hecho gracia pero también creo que tiene que ver con lo que hablo aquí…

Una ideología no te hará «buena persona»

En un mundo totalmente polarizado, y no por casualidad, políticos de todos los colores tienen un claro interés por, de alguna forma, dejar claro que estar con ellos es estar con los «buenos». Esta narrativa simplona y fácil de entender es perfecta para ellos, ya que apuntan a convencer a la gran masa que no se quiere complicar mucho la vida con profundas reflexiones o complejos argumentos:

Nosotros o el caos.

Con eso basta.

Photo by Jose M on Unsplash

El problema es que, más allá de convencer – o no – como partidos específicos, lo que sí han conseguido es imprimir una idea de «buenos y malos» más genérica que comparten entre sí los partidos que dicen pertenecer a ideologías similares:

Izquierda y derecha, al centro y pa’dentro…

Ellos pueden hacer lo que quieran, y es obvio que a todos les interesa aparentar bondad e interés por el prójimo mientras al mismo tiempo dejan claro que sus contrarios son todo lo opuesto. Hasta ahí todo bien.

El problema es cuando nosotros, ciudadanos de a pié, compramos sus desvaríos interesados y los empezamos a usar para definirnos; cuando empezamos a usar sus ideologías baratas para definirnos tanto a nosotros mismos como al resto de las personas que vemos o con las que interactuamos:

Es un error garrafal…

La ideología, en su forma más ideal, no es más que un modelo teórico de cómo podría funcionar una sociedad humana. Intentaban resolver los problemas de las sociedades en las que habitaban sus autores mediante la aplicación de distintas herramientas para «moldear» a sus poblaciones. Una ideología es mental, es especulativa, y es algo muy divertido con lo que pasar una tarde charlando con los amigos.

Photo by Andrei Ianovskii on Unsplash

Pero una ideología no dice nada de ti como persona. Pensar que el mundo sería mejor si se aplicase tal o cual fórmula no te hace ser mejor ni peor persona. Simplemente has hecho un ejercicio teórico y has llegado a una conclusión. Nada más…

Tenemos que entender que las personas suelen mirar por sus intereses, y por ende, elegirán ideologías que perciban como beneficiosas para ellos. Es sencillo. Cada partido entonces va a por un «nicho de mercado» social concreto y dirige su mensaje para atraerlo.

Ahora… tú como persona individual en tu vida vas a encontrarte con un montón de situaciones donde vas a tener que tomar una decisión, y muchas veces esa decisión afectará positiva o negativamente tanto a ti como a otras personas cercanas. El hecho de que seas de izquierdas o de derechas no es determinante a la hora de valorar qué decisión tomar. Lo que es determinante es quién eres y qué sientes tanto hacia ti mismo como hacia esas personas a las que podría afectar tu decisión.

Por supuesto: las etiquetas sencillas de «bueno» o «malo» se quedan muy cortas para definir a las personas en su día a día y el juicio moral sirve de poco cuando cada persona lo va a realizar desde su perspectiva, a veces interesada, pero siempre parcial. No sirve de mucho. Lo que sirve es tu propia «brújula moral» y el lugar dentro de ti desde el que decides: ¿Es desde el amor?

La ideología simplemente propone unas normas más bien genéricas sobre cómo debería funcionar la sociedad. Las aplica como un corsé de talla única que no le acaba de quedar bien a nadie y espera que con el tiempo nos adaptemos al corsé y ya ni nos demos cuenta de que lo llevamos puesto.

Pero no deja de ser algo impuesto desde fuera, ya sea por vía directa o de forma más sutil.

De nuevo: no sirve. Tu bondad siempre nace desde dentro. Nace del amor que sientes por las personas que tienes cerca. Nace del amor que sientes hacia ti mismo y de la balanza entre el uno y el otro. Tu «ser buena persona» no es más que la escucha a lo que el otro tiene que decir, no para contestarle o rebatirle sino simplemente para entenderle, para ver de dónde vienen sus ideas, por qué no piensa igual que tú. Ceder cuando te das cuenta de que es lo mejor para todos los involucrados, no hacerlo cuando te das cuenta de que por mucho que ames al otro hay líneas que no vas a cruzar.

Una ideología no tiene esa sutileza. Es burda e inflexible. No sirve para guiarte en tu vida, ni siquiera sirve para guiarnos como sociedad (aunque en esto tienen mucha responsabilidad nuestros políticos…). Solo sirve como ejercicio intelectual, como excusa para charlar y debatir un rato con unas cervezas, como un juego al fin y al cabo.

Pero tu vida no es un juego, aunque a veces esa sea la mejor forma de tomársela. Tampoco es un ejercicio mental; es realidad, es tu realidad y la de todos los que te acompañan y no se «arregla» aplicando recetas escritas en algún manual,

¿No lo he dicho ya? No hay un manual para la vida. No hay un manual para ser mejor persona. Hay experiencia y toma de responsabilidad. Hay aprendizaje; y de todas formas una ideología nunca pretendió ser un manual personal aunque haya personas que así lo deseen.

Entonces: cuando escucho «este vota a ___ debe ser un ___ » (pongan su ideología más odiada y el insulto que vean adecuado en los espacios en blanco), siempre pienso: «¿Y tú qué sabes? ¿Le conoces? ¿Sabes lo que pasa por su cabeza, su experiencia de vida, cómo entiende la política y por qué llegó a votar a ese partido? Te lo adelanto: NO.

El mundo es complejo y si cada persona es un mundo, imagínate cómo será de complicado, no solo entenderte a ti mismo, pero entender a otro ser humano sin estar en sus zapatos…

Para lo que sí sirve la ideología es para separar a las personas y polarizarlas, pero no para tu beneficio ni el mío: los únicos beneficiados son los que pretenden estar arriba, moviendo los hilos, y la ideología es un hilo más…

¿Lo cortamos?

Photo by Paola Aguilar on Unsplash

El rechazo como reacción colectiva

Uno de los múltiples hechos que me tiene confundido últimamente es sin duda la cantidad de rechazo que veo por todas partes. Y no ya un rechazo sosegado, tranquilo… un no me interesas y punto… sigo con mi vida. No. Lo que veo es un ensañamiento con todo tipo de personas, una condena que nunca puede ser aliviada, un desprecio absoluto y un deseo de que esa persona rechazada desaparezca de la faz de la tierra.

Photo by Vladyslav Kuznietsov on Unsplash

No se si es algo que se hace más evidente en esta época donde todo se canaliza a través de las redes sociales y en realidad siempre había estado ahí… latente. Pero no hay duda de que ahora es mucho más visible. Quizás esto es bueno… mejor airear los trapos sucios que acumular toda la mierda dentro… supongo…

El caso es que me pregunto: ¿De donde nace ese sentimiento de necesitar aplastar a otra persona, reducirla, humillarla y despreciarla hasta que no tenga forma de recuperarse? Obligarla a pedir unas disculpas que nunca serán suficientes y pretender condenarla al ostracismo para siempre…

No voy a entrar en si lo que algunas de estas personas han hecho es más o menos grave. No me interesa justificar este rechazo según el grado de «gravedad» de las acciones que hayan realizado los «condenados» o «condenadas». Me interesa más el lugar desde donde socialmente nace y crece esa necesidad de señalar a alguien, quién sea, y hundirlo hasta lo más profundo.

Tampoco me interesa la moralina ni señalar a nadie como bueno o malo. No quiero juzgar al que ejerce ese rechazo y señalarlo de la misma manera. Puedo estar o no de acuerdo con que algunas acciones son reprobables, pero ahora mismo eso me da igual.

Hay un mecanismo que se dispara cuando vemos algo que nos toca profundo. Una reacción del cuerpo que nos nace de ese lugar herido y puede expresarse de muchas formas, con emociones que se disparan en todas las direcciones. Es normal y está bien poner consciencia en esos momentos cuando nos ocurren para ver la herida, para conocernos, sin necesariamente actuar esa reacción pero que si se actúa pues no pasa nada… hasta cierto punto, claro.

Desde ese lugar puedo entender que una posibilidad es que lo que nazca sea un rechazo profundo a otra persona. Esa persona que te tocó la herida, y que vas a ver como culpable. En ese momento sentir rechazo es algo que veo lógico. De nuevo, pienso que vivir esto de forma consciente es una herramienta de aprendizaje muy valiosa, pero no todo el mundo tiene por qué aprovecharla…

La cuestión es que puede haber momentos donde se genera una «masa» de gente que es «tocada» de la misma manera y reacciona ante un hecho realizado por alguien de forma conjunta. Podría ser que esa persona ha dado en el clavo y ha presionado un botón que desencadena una reacción en cadena a un trauma colectivo… una herida común… Probablemente no toda esa gente reaccione por esta razón, habrá «oportunistas» que aprovechen el tirón inicial para «demostrar» lo virtuosos que son, para sentirse validados o vete tu a saber qué más… pero entre unos y otros se acaba generando una ola cada vez más grande con una inercia imparable y dirigida con total precisión hacia una persona concreta: el CULPABLE (así en mayusculas): El que representa hoy (mañana será otro) todos los males del mundo mundial.

Quizás es algo similar a los linchamientos públicos. Esa sensación de impunidad y de poder dejarse llevar por la masa que lleva a personas, normalmente inofensivas, a cometer actos de total barbarie. La diferencia es que la «masa» en redes sociales está compuesta muy claramente de personas con nombre y apellido clamando contra el culpable del día y todos esos mensajes son individuales y fácilmente distinguibles. Y peor aún: cada día hay un nuevo «clamor» y parece que ya se vuelve algo normal expresar ese odio, siempre justificado, contra la nueva «persona non grata» (a la anterior se la olvida) de forma que algo que podría entenderse como extraordinario, que necesitaba de la confluencia de varios factores que no suelen darse, se convierta en rutina: «voy a abrir twitter a ver en quién hay que cagarse hoy».

Quizás todo es mucho más sencillo. Quizás simplemente estamos jodidos como sociedad, pasándolas putas para llegar a fin de mes, con los precios de todo por las nubes y con una casta política empeñada en robarnos cada vez más con sus impuestos y leyes que parecen hechas a medida para ensañarse con el ciudadano medio mientras ellos conservan sus privilegios como nuevos «señoritos» que no entienden que el hecho de que tengan el poder que tienen no es más que un voto de confianza de la ciudadanía. Punto. Quizás la gente está tan cabreada y se siente tan impotente, que la única forma de liberar las emociones es abrir las redes sociales y buscar un «cabeza de turco» al que humillar e insultar. Por supuesto, esto es una forma bastante inmadura de hacerlo, pero bueno… se puede entender.

Por otro lado está el factor de la polarización social. Pero bueno, eso es un agravante que se aprovecha del malestar existente definiendo claramente quién es tu enemigo (y de quién eres tú el enemigo, claro…), aunque aquí está el factor de la desconfianza… el miedo al diferente, al que no piensa como tú… cosa que creo se ha potenciado hasta límites que rozan lo peligroso…

Y por último, no voy a entrar en la manipulación de algunos intentando dirigir a la masa (también llamada «opinión pública») a que rechace a quién le interesa en un momento determinado, ya sea por sus juegos de poder o como cortina de humo. Tampoco me interesa y al fin y al cabo no hacen más que aprovecharse de el estado emocional de la gente para su beneficio. Cosas de la política, ese mal que asola nuestro mundo hoy en día.

El caso es que ¿qué voy a decir? Es lo de siempre… al final podemos (o no) hacernos cargo de nuestras emociones, ver al otro como la persona que nos ha ayudado a tomar consciencia de algo que guardábamos escondido en nuestro inconsciente y sí, alejarte de quién te haga mal, ningún problema, pero siendo consciente de desde donde surge ese deseo. Ese rechazo…

El rechazo al otro al final no es más que rechazo a una parte de nosotros mismos. Si quieres lo miras. Si no quieres eres libre de seguir poniendo tu foco fuera, en el otro, en el eterno culpable de todos tus males… Tu decides.

Límite vs. Ultimatum

Viendo un video de una señora que parecía un poco perdida con este tema, me he animado a escribir un poquillo…

Básicamente diferenciaba el hecho de «poner límites» de un «ultimatum» en la forma en la que comunicas a la otra persona lo que quieres en una relación. Algo muy sutil…

Nada más lejos de la realidad… La diferencia entre límite y ultimatum es tan clara y sencilla como la diferencia entre poner el foco en ti y poner el foco en el otro.

Un límite ni siquiera necesita ser comunicado, un límite define dónde están tus valores, lo que tú consideras aceptable y lo que no. Como decía alguien que escuché en una vez: ejercer un límite implica un sacrificio: Es una acción.

Un ultimatum es básicamente una forma de extorsionar a otra persona. Decirle que cambie bajo la amenaza de perderte. Es una demostración de poder y generalmente, el que lo hace, cree tener ese poder ya que espera que la otra persona acepte el ultimatum por miedo a perderla.

El ultimatum es siempre hacia el otro. Es una amenaza directa. Si algo te molesta de otra persona puedes aceptar que esa persona es así y decidir si eso es algo que tu no puedes tolerar, intentar entenderla si crees que vale la pena antes de decidir si te alejas o no, pero en el momento en el que le dices que cambie bajo una amenaza ya te sales de ti.

Es curioso, porque parecería que el que es sometido a un ultimatum sería el «dependiente», ya que por miedo a perder al otro acepta algo que no quiere, pero el que ejerce el ultimatum es igual de dependiente, sino más, porque necesita que los demás sean de determinada manera, necesita controlar y cambiar a las personas que están a su alrededor y usa su poder a través de esta y/u otras técnicas de manipulación para someter a los demás.

En lugar de primero mirar por qué se siente incómodo, en lugar de aceptar que quizás la relación no es compatible, directamente su necesidad de seguir en la relación le hace ejercer ese poder casi desesperadamente para no aceptar nada de esto y ver si puede doblegar la voluntad del otro…

Sigue siendo un esclavo de sus emociones…

Cuestionando los motivos (a quién le importa por qué enseñó las tetas Amaral)

Vamos a ver… porque este tema ya me parece totalmente absurdo… Primero: El cuerpo humano ES natural, todos tenemos uno y según el sexo con el que nacemos tendremos polla, coño, tetas etc… Nada nuevo… llevamos miles de años aquí y compartimos estas características con el resto de mamíferos. Si a estas alturas alguien se escandaliza por ver unas tetas que se lo mire y punto…

Me sorprende la deriva que llevamos últimamente… parece que queremos imitar lo peor de otros países/culturas, donde siempre ha habido un puritanismo extremo y donde se escandalizaban con estas cosas mientras desde aquí la reacción solía ser de indiferencia (o al menos eso recuerdo… me estoy acordando del escándalo de Janet Jackson por ejemplo)

A mí me da igual el porqué de lo que hizo Amaral, como me da igual el porqué de lo que hizo Rocío Saiz. Lo que tengo claro es que mientras estas cosas generen tanto «ruido» nos queda por avanzar… Pero igual cuando la crítica viene del otro lado y se juzga a una mujer por vestir de forma demasiado reveladora y de «sexualizarse» para atraer la mirada masculina. Me parece la misma mierda pongas las razones que pongas porque al final el acto es el mismo: censurar.

Por eso me parece que cuestionar los motivos de alguien para hacer algo dentro de su libertad sin hacer daño a nadie es ridículo, o qué pasa… ¿que la misma acción si se hace por un motivo que a mi me gusta entonces guay pero si el motivo es otro entonces fatal?

Amaral es libre de reivindicar el feminismo enseñando las tetas, como Cristina Pedroche de salir a dar las campanadas vestida como le salga de los ovarios. Y sí, ambas podrían tener motivos que desconocemos, ambas pueden tener patrones inconscientes y cosas que autoindagar… ¿Y qué?

¿Qué más da el por qué de esas acciones? Eso es algo que solo ellas pueden saber en última instancia y es asunto suyo. Su libertad no depende de lo que está en su cabeza al hacer algo. Y mucho menos de lo que los demás piensen que está en su cabeza. No hay una policía del pensamiento aún (menos mal…) aunque parece a veces que mucha gente lo desearía…

Por eso me parece mucho más interesante, cuando algo te escandaliza, mirar dentro y ver qué te toca, qué te mueve a ti, en lugar de salir a las redes a despotricar de esa persona y echarle la culpa de como te sientes. Desgraciadamente la tendencia parece ser más bien lo contrario: control, censura y reprimenda. Juzgar al otro y buscar razones para justificar ese juicio. Y ahí entrarán las ideologías y demás mierdas cuando en realidad lo único que ha pasado es que algo te ha hecho sentir incómodo. Punto.

Hazte cargo.

El otro lado del infinito

Acabo de terminarme esta novela de Ana Lasheras, a la que llegué un poco por casualidad probando Kindle Unlimited, después de empezar otras dos infumables y ya empezando a pensar que no había nada de ciencia ficción española que valiese la pena en esta plataforma…

Y empezó pareciéndome al menos decente en cuanto a escritura e interesante en cuanto a temática…

Con una estructura de tres partes donde la primera (que ocupa la mitad del libro) es la única con intriga, tensión y algo de acción, se hace un poco raro cuando todo lo que se plantea ahí se resuelve de una forma bastante sencilla… Y es cierto que hay un momento donde me preguntaba a dónde quería llegar la autora, con una segunda parte tan tranquila que yo estaba pensando todo el tiempo que iba a pasar algo malo, las cosas no serían como parecían, alguien iba a traicionar a alguien, etc…

Pero hubo un momento donde vi que en realidad no… que el libro al final de lo que «iba» es de la expansión de la consciencia… Que describía un mundo con aspectos parecidos al nuestro, aunque más avanzado tecnológicamente, pero donde lo importante eran aspectos más sutiles… Personajes que no te crees si los miras desde la perspectiva de nuestra sociedad, basada en el miedo y la desconfianza, pero que si puedes salir de tu «agujero» y abrir miras, puedes ver como una posibilidad real…

Y el viaje de los protagonistas es al fin y al cabo ese viaje… un viaje de salida del cascarón, de ese cascarón donde vivimos nosotros y empezamos a romper sin poder deshacernos aún de nuestros viejos hábitos, nuestra forma desconectada y disfuncional de mirar al otro…

Al final nadie traiciona a nadie, no pasa ninguna catástrofe… los personajes crecen, viven y se «expanden»…

No quiero decir mucho más… Aunque no es (para mi) uno de los libros mejor escritos que he leído (hay personajes que me hubiera gustado que desarrollase más, por ejemplo haber entrado más en profundizar en el padre del prota… y luego que la primera parte es muy larga y el final lo cuenta muy rápido) he de decir que me ha sorprendido y lo he disfrutado mucho… ha sido uno de los libros que más me ha impactado recientemente y tengo que decir que ha conseguido emocionarme al terminar…

Gracias!!!

Aquí va el enlace: https://amzn.eu/d/670sWKo por si lo queréis leer…

La política destruye…

Backlink | Photo by diana kereselidze on Unsplash

A veces me exalto hablando de política y después, casi siempre, acabo sintiéndome mal, con una sensación entre vergüenza y tristeza. Vergüenza porque me doy cuenta de que me expongo, mostrando algo de mi que realmente no me gusta, pero está… un «yo sé lo que es bueno y lo que es malo» que, por supuesto, no es real.

En los momentos posteriores me doy cuenta de que en el fondo todos esos argumentos, datos, etc… me la soplan. Me dan igual. No se ni por qué me enzarzo en discusiones o debates donde en realidad cada uno tiene su idea preconcebida y ¿quién soy yo para pretender cambiar a nadie? ¿o al revés?

La política es el ejercicio del poder de una persona o grupo para cambiar el mundo a su alrededor, ya sea mediante la fuerza o mediante la manipulación, pero es también el arte de enfrentar a las personas, dividirlas en bandos: derechas e izquierdas, buenos y malos, los de arriba y los de abajo… y cada vez que discuto con alguien de política me da la sensación de que vencen los mismos… los que usarán cualquier herramienta para dividir y polarizar…

Hace mucho tiempo que perdí la confianza en cualquier persona que se autodenomine como político. Sí… sé que quizás, escondido por alguna esquina haya aún algún político más honesto, pero ya me da igual. De todas formas se lo comerán con patatas tarde o temprano desde un sistema que premia al más psicópata, al mejor estratega, al que no tiene ningún problema en hacer lo que haga falta para llegar al poder…

Por eso, normalmente diría que por lo general me ha dado bastante igual quién gobierne, quitando algunos detalles o leyes que me han tocado los huevos bastante, pero he de decir que mi vida ha transcurrido al margen de lo que ocurría en los despachos y de esos seres que estaban luchando entre ellos por conseguir o mantener el poder sobre el país.

Pero parece que en estos últimos años, quizás a raíz de la pantomima de 2020, los políticos tienen cada vez más empeño en meterse en nuestras vidas, en nuestras casas, en nuestros asuntos personales, y cuando tienes el aliento en el cogote de un tío con halitosis todo el día pues llega un momento que ya te hartas… es lógico…

No me gusta el mundo que estamos construyendo, pero confío en que hay un sentido en todo esto, un aprendizaje. Una experiencia de la que se puede sacar algo positivo. Creo que toda situación que se presenta en nuestras vidas es en el fondo una oportunidad de crecimiento, y claro, no es fácil con situaciones difíciles o dolorosas. Y qué fácil es echar balones fuera o distraerse de ese dolor para no hacerse cargo uno mismo…

Por eso creo que en el fondo ni tú ni yo vamos a arreglar el mundo. Y mucho menos los políticos que con más o menos honestidad lo pretenden. El mundo es el que es, y la arrogancia humana es tan grande que piensa que puede intervenir, cambiar esto aquí lo otro allá, y mágicamente el mundo se arregla. Si no puedes ni cambiarte a ti mismo (y ojo… no estoy diciendo que eso sea algo deseable) y menos a tu vecino, amigo o pareja, ¿cómo vas a cambiar la sociedad?

Pero ahí seguimos… discutiendo de política, pensando que si las cosas se hicieran a «nuestra manera» el mundo sería mejor… que «si votas a tal» el país irá mejor… que «si echamos a cuál» evitaremos la catástrofe…

Supongo que es una forma de soltar tensión, pero al mismo tiempo, vista la polarización actual, también es una forma de acabar en enfrentamientos, romper amistades o generar conflictos… cuando en el fondo da igual…

Da igual si tú eres de izquierdas o derechas, si te crees la ideología queer o te parece una estafa, si piensas que hay que liberalizar la economía o regularla más, si te va lo público o lo privado… Da igual porque es una opinión en un mar de opiniones y no va a cambiar nada. No vas a convencer a nadie.

Hay algo mucho más importante que todo eso y es lo que nos une realmente a nivel personal. Somos una red de personas que se importan mutuamente. Como «masa» eso quizás de igual, pero si vas siguiendo la cadena de persona en persona puedes ver y encontrar el verdadero pegamento que nos hace fuertes en conjunto: el amor.

Y ese poder lo tenemos cada uno de nosotros en nuestro entorno, con nuestras familias y amigos, con nuestros hijos, con cada una de las personas con las que nos relacionamos en nuestro día a día.

No puedes cambiar el mundo, pero tú siempre puedes ser lo que quieres del mundo.

Sergi Torres decía que no hemos venido al mundo a cambiarlo o a arreglarlo, que hemos venido a aprender a amarlo, y cada vez veo más que la cosa realmente va por ahí… pero tu eres libre de ser, hablar, relacionarte, ayudar, estar, comprometerte, etc… de la forma que elijas. No como demostración de unos ideales (no sirve… lo siento), sino como una expresión auténtica de lo que eres. La política es mental, falsa, estratégica… una pose que pretende reflejar algo que en realidad está vacío. Por el contrario tu autenticidad es real, si no siempre “adecuada” o «bonita»…

Aún así yo me quedo con la autenticidad…

Dime la verdad… aunque duela…

Veía un video sobre la «honestidad radical» y sus multiples ventajas, incluso en ámbitos en los que yo desconocía totalmente su aplicación. Una honestidad total no solo con los demás pero también con uno mismo, que aún pareciéndome fantástica y siendo algo que he compartido siempre, mejora no solo las relaciones con los demás, pero también ayuda (y esto lo desconocía) a reducir el riesgo de adicciones y otros problemas mentales que abundan en el mundo moderno.

Backlink | Photo by Jason Rosewell on Unsplash

Aquí voy a centrarme más en las relaciones porque éste video ha sido como una ráfaga de aire fresco después de observar la tendencia hacia una comunicación infantilizadora y deshonesta: la «Comunicación No Violenta», o CNV…

Ésta forma de comunicación, pretendiendo ser una solución a los conflictos y a los malos entendidos, eternas discusiones o cabreos, lo que consigue es convertirse en una barrera, una especie de filtro, que básicamente lo que consigue es distanciar a las personas antes cercanas…

Para mi es en esencia un arma de destrucción de relaciones.

¿Por qué?

Lo primero y para mi más importante es que elimina la espontaneidad en la comunicación entre personas que (en teoría) se quieren y comparten algún nivel de intimidad (pareja, amigos cercanos, familia, etc…). No me interesa lo útil que pueda resultar en el trabajo o en el ámbito de la educación. Eso es tema para otro texto…

Cuando una persona te importa y compartes una cercanía, la honestidad es PRIMORDIAL. Sin honestidad estás creando un personaje falso para que el otro te perciba de una cierta manera calculada y artificial. Me importan poco las razones (miedo al rechazo, interés por conseguir algo, o lo que sea), el caso es que hay una especie de «ente» intermedio entre tú y tu interlocutor. Este «ente» traduce lo que quieres expresar filtrando o modificando tu discurso para adaptarlo al otro. El otro te recibe sin saber lo que hay detrás de ese «ente». No te llega a conocer nunca.

Dos personas relacionándose de esta forma en realidad no se están relacionando. Cada uno se relaciona con una imagen adaptada por el otro. Y sin conocerse no hay forma de confiar. Y sin confianza no hay relación, no hay nada.

Esto no significa que no sea bueno tener una medida de control a la hora de hablar con alguien a quién queremos. Se da por supuesto que te importa esa persona y no vas a empezar a agredirla y faltarle el respeto con la excusa de ser honesto. Si explotas y te pones a gritar de forma descontrolada a alguien cercano, no estás siendo ni sincero ni espontáneo. Estás siendo un gilipollas. Y mereces que esa persona se aleje de ti sin ninguna explicación (esto es simplemente una opinión… cada uno lidia con el abuso a su manera, por supuesto)

Aclarado este detalle sigo: Cuando tu sientes que algo que ha hecho otra persona te ha dañado hay varios niveles que pueden ser analizados. Primero es reconocerse como «el que siente» y ver qué hay en ti que pueda hacerte más sensible al comportamiento del otro. Esto no pretende quitarle responsabilidad sobre sus actos, simplemente ver si hay algo en ti, una herida oculta que surge cuando te «tocan» en un «punto» concreto. Lo segundo es cómo reaccionas. Aquí es donde creo que es importante ser honesto y espontáneo. La CNV propone una serie de pasos que convierten toda comunicación en un ejercicio de análisis mental y de suposiciones sobre el otro que eliminan cualquier atisbo de autenticidad. Dependiendo de la cercanía y el nivel de confianza tú decides qué quieres compartir con la persona sobre lo que sientes y se lo comunicas (o no) tal cual lo sientes. Después ejerces tus limites si lo ves necesario mediante la acción, que será diferente dependiendo de la cercanía y la importancia de esa persona en tu vida.

Otro punto que me parece totalmente inadecuado es que con la excusa de «cuidar» al otro, lo que se hace es infantilizarlo y presuponer qué le puede sentar mal o hacer daño, adaptando el discurso con la pretensión de evitar ese posible daño. Es básicamente como caminar descalzo entre cristales rotos aunque al final puedan resultar ser inofensivos trozos de papel de plástico… No lo sabes.

Porque ¿quién eres tú para presuponer lo que le va a sentar mal o bien a otra persona separada de ti? No estás en su cabeza y además se supone que ambos sois adultos responsables de si mismos. Si algo le molesta te lo dirá y viceversa.

Y hablo de infantilizar porque al hacer este movimiento, te estás colocando por encima de esa persona de una forma muy paternalista, algo totalmente legítimo si estás tratando con niños pequeños que necesitan especial atención, tacto y no tienen la madurez emocional necesaria para lidiar con emociones «difíciles», pero no con adultos que supuestamente sí tienen esa madurez.

Me preocupa que este estilo de comunicación encaje tan bien con el individualismo rampante y la forma que tenemos como sociedad de vivir cada uno en su «burbuja» desde donde no necesita exponerse y puede juzgar a los demás sin nunca conocerlos realmente. Esa falta de implicación y voluntad de conocer al otro, de mostrarse uno mismo vulnerable… real… imperfecto… roto…

Porque efectivamente: no me interesa tu apariencia de perfección, ni que seas como yo quiero que seas (algo que muchos intentan conseguir aplicando la CNV de forma perversa). Si no estás dispuesto a mostrarte nunca podrás acercarte realmente a nadie…

Una cosa que decían en el video era que solemos pensar que al mostrarnos con todos nuestros defectos, los demás nos van a rechazar, pero se ha comprobado una y otra vez que es todo lo contrario. Porque es nuestra forma de conectar con nuestro propio dolor, nuestra vulnerabilidad, y es lo que nos une al final…

Aquí tenéis el video por si os interesa:

Feliz fiesta de la democracia

Llegó el día: colas en los colegios electorales, encuestas a la salida, tweets de gente votando… en definitiva: el pueblo eligiendo a sus representantes que llevarán nuestros pueblos, ciudades y gobiernos autonómicos. ¡Bien! ¿no?

Backlink | Photo by Arnaud Jaegers on Unsplash

Hay un ligero problema… en esta democracia solo podemos elegir quién se beneficiará de gobernar durante los próximos cuatro años. ¿Hay reamente poder de decisión cuando solo podemos elegir a un grupo de políticos de entre otros grúpos de políticos? Todos tienen algo en común: Son políticos.

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Al final lo que queda es el amor

Photo by Marc A. Sporys on Unsplash

Cuando vas acumulando años y en la vida ya has dado unas cuantas vueltas, te vas dando cuenta de lo que realmente es importante y lo que no lo es tanto… Y en las relaciones aprendes a valorar mucho a personas que han estado y siguen dispuestas a estar ahí aún cuando la forma de relacionarte con ellas haya cambiado.

La pareja es algo ya de por si complejo, pero con la edad se vuelve más complejo aún ya que normalmente somos más «especialitos» con nuestras cosas y unir dos mundos tan definidos no es facil.

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El fantástico mundo de los sueños

Me fascina el mundo de los sueños, siempre lo ha hecho, y desde muy pequeño he buscado un significado, una clave, en multitud de libros, artículos o programas que se mueven entre la psicología y lo esotérico…

Mi conclusión es que en realidad todo debería de ser mucho más sencillo…

Fotograma de «La ciencia del sueño» la fantástica película de Michel Gondry

Los sueños como herramienta de comunicación interna

Una de las ideas más típicas es la de buscar algo simbólico en los sueños que nos puede dar algún tipo de comprensión sobre nuestro inconsciente. Esta idea me parece interesante, pero creo que es importante que sea la persona la que interprete su sueño, no usando herramientas de interpretación genéricas, sino asociando ella misma lo vivido en el sueño y su relación con la realidad, viendo como se siente… Una clave es recordar que todos los personajes de un sueño son en realidad tú. No las personas reales que represntan…

Los sueños como herramienta para sentir

Para mi un grán descubrimiento fue esta idea de que los sueños nos permiten experimentar emociones que no nos permitimos vivr en la vida real. Puedes, por ejemplo, reprimir el enfado en tu vida consciente y si no sale por otro lado, un sueño donde lo sientes a tope, gritas, pegas o lo que sea, será muy terapéutico. Lo mismo con la tristeza, la culpa, etc…

Los sueños como herramienta para experimentar

Por último, y algo relacionado con lo anterior, está la posibilidad de vivir los sueños como una oportunidad de vivr experiencias «alternativas» a tu vida real. Podría ser una manera de ver «qué pasaría si…» o «qué hubiera pasado si…» que combinado con las emociones relacionadas que sientes en el sueño nos pueden aportar mucho. Como una experiencia real que nos ayuda a conocernos mejor, aunque símplemente vivir esa experiencia puede ser ya en sí suficiente «premio»

Yo recuerdo con mucho cariño los sueños que yo llamo «de aventuras», en uno era un piloto de una nave espacial en una batalla frenética que terminó con mi nave estrellándose sobre un planeta… otro parecía una escena de acción sacada de una película de Harry el Sucio… ¡Diversión asegurada! Pero mis favoritos sin duda son los de volar…

Así mismo, los sueños nos permiten reconciliarnos con personas que ya no están: tener esa última conversación, ese abrazo o despedida que, por ejemplo, tu padre no te pudo dar en la vida real… Puede ser tremendamente sanador…

Y no necesita nada más.. nada «esotérico» para darle un significado «extra». Es suficiente el hecho de poder vivir esa experiencia como si fuera real, porque ¿Quién asegura que la vida no es tan solo un sueño con coherencia entre cada «sesión»? Con las teorías de la simulación y avances en la física cuántica ya no queda claro qué es realmente la realidad… por lo tanto tampoco despreciemos esas experiencias vividas en nuestra intimidad inconsciente… son tan válidas como cualquier otra…

Los sueños como herramienta para la creatividad

Añado esto último que aunque me parece obvio, es cierto que no deja de ser importante… Cuánta gente dice haber encontrado la solución a un problema complicado, incluso matemático, en un sueño? ¿Cuántos han compuesto una de sus mejores canciones? Los sueños son espacios donde conectamos con una parte de nostros más profunda, una inteligencia más allá de la lógica mental y pueden producir resultados espectaculares…

Backlink | Photo by Kevin Jarrett on Unsplash

Conclusión

Soñar es genial… Lo difícil a veces es recordar los sueños, y esto complica todas las experiencias de las que hablo arriba. Los pocos consejos que tengo para mejorar esto son;

  • Acostarte pronto y sin demasiadas cosas en la cabeza.
  • Dormir la siesta (esto suele producir, al menos en mí, sueños más bien rallantes y extraños)
  • Apuntar lo poco que recuerdes nada más despertar. Normalmente al apuntarlo te vas acordando de más, incluso a veces horas después de despertar.

Nada más… a disfrutar de la vida y de esa parte más «misteriosa» que todos llevamos dentro… Y si quieres inspiración, La ciencia del sueño puede ser una buena elección para ver una noche de estas…

Promoviendo la indefensión

Creo que he mencionado esta idea muchas veces, pero ayer en las fiestas de San Isidro me chocó como han cambiado las cosas, y aunque en apariencia pueda parecer que es a mejor, creo que en realidad es todo lo contrario…

Un video en loop en el escenario de Las Vistillas repetía un mensaje (muy condescendiente en mi opinión) explicando todas las facilidades que había puesto el ayuntamiento para que las fiestas fuesen seguras y accesibles para todo tipo de público haciendo hincapié en discapacitados y mujeres, explicando todas las formas de denunciar una agresión machista (o sospecha de agresión) con puestos, grupos de whatsapp, etc… (curiosamente se olvidaron de los niños…)

Al margen del lugar en el que deja a las mujeres ese mensaje, y también al margen de que básicamente estaban haciendo publicidad para demostrar lo «virtuosos» que son de boquilla (estamos en campaña al fin y al cabo), para mi hay un asunto que me llama la atención y me parece muy perverso: la promoción del «cuidado vertical»

Los políticos te necesitan indefenso

Cada vez más, oímos el mensaje desde entornos políticos, normalmente progresistas pero también de derechas, de que el estado es el encargado de velar por nuestro bienestar. Y sí, en parte es correcto: Para eso está la policía y demás servicios disponibles para el ciudadano, así como la sanidad pública, la educación, etc…

Pero el problema llega cuando pasamos de tener disponible un servicio que podemos decidir cuándo y cómo usar, si lo necesitamos, a tener a una especie de ente superior que no solo está ahí para atendernos en momentos puntuales por nuestra propia decisión, sino además, vigilarnos y decirnos cómo actuar constantemente. Un poco como un padre pesado que no para de tratar a sus hijos como si fuesen bebés, impidiendo su desarrollo natural y su proceso de madurez…

Esta tarea que se han propuesto hacer los políticos de educarnos, decirnos como tenemos que pensar o actuar y, como en el caso de las fiestas: asegurarnos constantemente que están ahí para nosotros (que «nos cuidan»), es infantilizadora.

Y es una forma de organizar el apoyo que va de arriba a abajo, con ese ente que tiene el poder distribuyendo esos «cuidados» a los ciudadanos como si fuesen los profesores en un patio del recreo, cuidando que los niños no se hagan daño mientras juegan.

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¿Lo aprendes, o lo vives?

Los seres humanos tenemos un cerebro espectacular. Una mente pensante que está siempre maquinando y analizando todo lo que ocurre tanto fuera como dentro de nuestra persona.

Pero toda esta inteligencia tiene una consecuencia negativa importante que nos impide, primero: tener una experiencia plena de quiénes somos ahora mismo, no en el pasado o en el futuro… sino ahora en el presente. Y segundo: nos engaña con una sensación de progreso, de evolución o aprendizaje que es falsa…

Somos tan inteligentes que hemos conseguido engañarnos a nosotros mismos, tan bien, que podemos estar años así, sin darnos cuenta…

Porque el problema de este aprendizaje mental es que no lo llegamos a integrar. No pasa a ser parte de quién somos. Es simplemente algo que analizamos con nuestra mente, por lógica nos parece bien, y nos forzamos a actuar.

Es muy diferente cuando eres espontáneo, cuando haces lo que sientes, a cuando actuas como piensas que tienes que actuar. En el primer caso expresas quien eres, pero puede ser algo impredecible, inadecuado a veces, con un alto riesgo de producir rechazo en los demás. Lo que pasa es que en el segundo caso lo único que haces es disfrazarte. Ocultarte para actuar como «es debido».

Y no solo como esperan los demás… Esto puede ocurrir cuando te autoconvences de que algo nuevo que acabas de aprender es mejor y te fuerzas a cambiarlo. Por ejemplo, cuando la gente descubre la «espiritualidad» desde la mente y empiezan a meditar, a decir que aman a todo el mundo, etc…

Pero no es real… es solo que usando la lógica cerebral has llegado a la conclusión de que tienes que actuar o sentir de una cierta manera para «ser mejor» y lo haces… pero no lo integras. No es real…

El amor

Y ya que menciono el amor, voy a seguir por ahí… Se habla tanto de lo importante que es el amor en el mundillo espiritual, de que somos uno y todo eso, pero normalmente se hace de esta forma… como un pensamiento que «tiene que ser así», y no… no tiene que ser de ninguna manera…

Tú no tienes por qué sentir que eres uno con nadie, ni tienes por qué sentir amor por otra persona. Esto no va de pensar «¡Hey, el mundo sería mejor si todos nos amásemos los unos a los otros!» y forzarse a hacerlo. Vas a recibir de vuelta todo el cabreo y desamor que no ves en ti, tu disfraz se va a romper enseguida y saldrá quien eres… más tarde o más temprano…

No… simplemente se trata de ser quien eres, amar cuando ames, odiar cuando odies. Ya está…

El amor, como fuerza integradora que hace que nos sintamos parte de algo más grande, no tiene sentido cuando se fuerza, porque entonces no es más que una actuación, y seamos sinceros: no solemos ser muy buenos actores… Y sí, esa actuación podría dar la apariencia de armonía, incluso una sociedad podría parecer muy avanzada funcionando así, pero solo en la superficie, porque escondería todo lo «feo» que no queremos ver en nosotros, todo lo que rechazamos, todo el odio, todo el egoismo, el miedo… y acabaría saliendo por algún lado…

La educación

Nunca he sido muy fan de la educación en general. No sabía muy bien por qué, quizás un «espíritu adolescente», rebelde, que me salía en contra de cualquiera que te dijese lo que tienes que hacer, o cómo tienes que ser… la moralidad impuesta… quizás por eso me encanta “Another brick on the wall”…

Pero pensando en esto de lo que hablo aquí, me doy cuenta de que justo la educación representa este principio de una forma muy explícita: Se trata de inculcar un comportamiento a un niño que viene libre de condicionamientos. Enseñarle cuál es la forma correcta de actuar en la sociedad/cultura en la que ha nacido. Y al ser desde muy pequeño, muchos de estos aprendizajes calan en el inconsciente volviéndose automáticos, pero siguen siendo algo aprendido desde la cabeza y muchas veces van en contra de quién el niño es a un nivel más profundo, creando una gran insatisfacción una vez han conseguido que ese niño se resigne a cómo funciona el mundo a su alrededor.

La mente y el aprendizaje…

Actuar desde la lógica y no desde lo que sientes…

Acabar con la intuición…

El verdadero aprendizaje

No sé si tiene sentido hablar de aprendizaje, aunque a mí me gusta mucho hablar de «la toma de consciencia» porque supongo que me parece algo diferente…

Tomar consciencia implica simplemente ver un poco más lejos… incluir algo que antes desconocías y que simplemente al verlo te cambia la perspectiva. Pero esto no puede ser enseñado, no puede ser impuesto…

Tampoco estoy diciendo que no se enseñe nada a los niños, pero sí que sea lo mínimo y no desde el «esto está bien, esto está mal» sino más desde un entender que hay ciertos «acuerdos» y costumbres, que tenemos que aceptar el mundo al que venimos y a veces hay que adaptarse, pero no es lo mismo ponerse un traje, sabiendo que es algo puntualmente necesario que autoconvecerte de que tú eres el traje… y te encanta.

Por eso me molesta cuando, por ejemplo, se obliga a los niños a dar las gracias. Parece que lo único que importa es la apariencia de agradecimiento, la convención social. Y sí, tú puedes explicarle al niño que es una convención social y que con ciertas situaciones se espera que lo hagas, pero no hace falta hacerle sentir culpable o inadecuado por no sentir agradecimiento en ciertos momentos. Es lógico que no lo sientan… son inmaduros por naturaleza… pero muchas veces los adultos solo queremos que se «porten bien» por nuestra propia comodidad o porque nos da verguenza que “la líen” en público, cuando es lo más normal siendo niños…

Yo prefiero que si mi hijo me da las gracias sea porque sale de él de forma natural, porque lo sienta, no porque le haya machacado yo tanto que al final «sucumba» y se porte así por miedo…

Y como esto todo lo demás: los modales, la forma de hablar, jugar, expresarse, etc… Me da la sensación de que los adultos somos unos «aguafiestas» que perdimos nuestra espontaneidad y no podemos soportar verla en los que aún la tienen…

En fin…

Al final es eso… la espontaneidad… pero cuidado: ahora tu cerebro puede decir que lo «lógico» es ser espontáneo y empezar a forzarte a serlo porque «es lo correcto»… no… no funciona así… se trata de quitarse cadenas, no de ponerse cada vez más…

Las «visicitudes» de las relaciones modernas

Quería poner «struggle of modern relationships» y no se si la traducción es la más adecuada… en fin… Empezamos:

Veía un video de un psicólogo que habla mucho sobre las relaciones desde un punto de vista crítico con el feminismo moderno, y comentaba el hombre que muchas mujeres con las que habla le comentan que son mujeres de éxito, con una carrera potente y buen sueldo, responsables y de «alto valor», y se ven en la situación de no encontrar hombres que estén «a su altura» para comenzar una relación. Se tienen que conformar con hombres de menos éxito o «valor» y muchas de ellas casi prefieren quedarse solas.

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Ante esto, el hombre comenta algo así como «bienvenida al mundo de los hombres», dando a entender que esa es la posición que han tenido los hombres tradicionalmente, aportando todo ese valor en la relación para una persona que «claramente está por debajo»

No voy a entrar en el tema de si es la mujer o el hombre, o qué rol han de tener en una relación. No me interesa… Lo que me interesa es la visión transaccional que estas personas (sean hombres o mujeres) muestran al expresar esta queja.

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Las inercias de la vida…

En física, cuando un cuerpo comienza a moverse, al serle aplicada una aceleración, adquiere una velocidad. Si no actúa ninguna otra fuerza sobre ese cuerpo, se seguirá moviendo a esa velocidad para siempre. Si lo ves venir, sabrás de forma intuitiva cuando va a llegar al punto donde estás. Vamos… como cuando juegas al tenis…

Photo by CHUTTERSNAP on Unsplash

En la vida cotidiana, hay muchas formas de «inercia» que se pueden percibir y que nos pueden ayudar en varios aspectos… especialmente si son «generadas» con una intención clara.

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No… Tu género de música favorito no «ha muerto»

De forma recurrente escucho la típica frase: «El rock ha muerto», o «El punk ha muerto», o «El <inserte su género musical favorito aquí> ha muerto».

Photo by Nick Fewings on Unsplash

Voy a ser juzgón y pinchoso porque es un tema que me toca los huevos ligeramente…

No. No han muerto. Siguen vivitos y coleando, y quizás si estuvieses dispuesto a abrir tus miras, lo podrías ver…

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El daño de convertir lo personal en político

Ya escribí sobre esto de forma general hace un tiempo: la frasecita de marras de Simone de Bouvoir… pero el otro día vi un ejemplo perfecto de lo dañino de esa forma de entender la vida que da carta blanca a la instrumentalización del dolor ajeno para avanzar tu causa.

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Palabras inconexas…

Hubo una época en la que mis hijos no habían nacido aún y yo era un chavalín inconsciente que deambulaba con sus movidas de un lado a otro, pero sin embargo ellos estaban presentes.

Foto de Vitolda Klein


Si se lo dices te mirarán incrédulos… “¿De que me hablas?” podrían preguntar…  Pero eso solo es la superficie de un mar inmenso que nos azota a todos: la eternidad; la permanencia…

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A todas esas personas que nunca conocí…

Sé que nunca llegué a verte realmente. Creé una imagen de ti en mi mente y di por supuesto que esa imagen eras tú. 

Para bien o para mal, no fui capaz, o mejor dicho no quise mirar más limpiamente para conocer a la persona que se escondía detrás de mis suposiciones, mis conclusiones y prejuicios porque era más cómodo, más fácil.

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Las largas horas de verano…

Hace muchos años escribí una historia corta donde el protagonista, un anciano de la época antigua, subía todos los días a una montaña a medir la posición de una “estrella”. 

En la historia, escrita desde el punto de vista del hombre, él mencionaba como las horas eran más largas en verano, y no se si entraba a hablar en detalle sobre esta idea, pero si recuerdo haber pensado que por lógica, la humanidad en sus tiempos más antiguos, debió haber medido el tiempo en base a la salida y la puesta de sol (en realidad, viendo los antiguos relojes de sol queda bastante claro), por lo que en invierno (en el hemisferio norte), si dividimos el día en un número fijo de horas, éstas serían más largas en verano, cuando el día dura más… 

Photo by Patti Black on Unsplash

Ayer me encontré con un video donde explican como en Japón, hasta hace no demasiados siglos, los relojes medían el día en horas que eran de diferente longitud dependiendo de la estación, y también por supuesto, de diferente longitud durante la noche… Ésto me recordó a mi historia y me volvió a llevar a pensar en como los diferentes modos de medir el tiempo influyen en nuestra vida.

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¿Educación?

Hay personas que dicen lo que dicen desde un lugar de completa ignorancia… La crianza es compleja y cansada… Lo bueno es que con el tiempo va a menos… Pero me hace gracia como algunos critican a los padres que hacen ciertas cosas desde un lugar de comodidad, ya sea porque no tienen hijos o porque los tienen y básicamente pasan de ellos…

Mucho ánimo desde aquí a todos los que se han metido en el mundo que es esto de la crianza, que guarda tesoros incalculables si los sabes apreciar!

Españoles y españolas… Franco a vuelto…

Fotograma de «El Gran Dictador» de Charles Chaplin

Siguiendo la linea de lo que lleva ocurriendo ya años, volvemos a tener otro episodio donde se pone de manifiesto la necesidad de control, el autoritarismo, el intento de infantilización forzada de la gente y una posición de superioridad moral esperpéntica digna de cualquier dictador de tres al cuarto sacado de nuestro oscuro pasado y actualizado con vestimentas de colores y purpurina.

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Los que amamos la música…

Hace poco me surgió un encargo diferente: pinchar música en una fiesta (principalmente de gente más bien mayor). Me pasaron una pequeña lista de temas que les gustaban con estilos que iban desde el disco de los 70, pasando por música española desde los 60 hasta los 90 y temas sueltos por ahí mas modernos. Vamos… una selección super variopinta de canciones que yo (en teoría) debía usar como base para elaborar una playlist de 3 horas de estilos “similares”.

Photo by Marcela Laskoski on Unsplash
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Falacias para defender relaciones abiertas…

Escuchando a personas defender el modelo de “relación abierta” me llama la atención como casi siempre esta defensa se hace contraponiendo este modelo con lo que ellos entienden por relación monógama, pero que está muy lejos de lo que realmente significa una relación exclusiva sana… Una especie de “hombre de paja” que pretende mostrar la relación abierta como el summum de la libertad opuesto al opresivo modelo “tradicional”.

Photo by Caleb Ekeroth on Unsplash
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Hoy hace un año: A new Leap of Faith

El uno de octubre de 2021, después de un verano de mezcla y masterización, publicaba mi álbum A new leap of Faith. Un disco de temas nuevos, compuestos y grabados durante la primera mitad de 2021.

Una variedad de estilos entre el rock, el garaje y la psicodelia con algún toque más folkie pero con una temática común que tenia mucho que ver con el proceso de toma de consciencia, individuación y enfrentarse a tu propia sombra, todo lo que almacenamos en el inconsciente y que nos condiciona con patrones que al final nos roban la libertad de ser quien somos…

Todo un proceso que está reflejado en estos temas que para mí son de lo mejor que he compuesto…

Si no lo has escuchado, ¿A qué esperas?

As the rain falls…

Va llegando el otoño y después de un caluroso día donde el sol ha pegado bien fuerte por momentos, desde la terraza del bar, en manga corta, se empiezan a escuchar truenos, a ver rayos a lo lejos… vuelvo a casa y un rato después comienza a llover…

La tormenta del final del verano…

Esta es una Jam que he hecho usando mi nueva aplicación para músicos que usan sintes conectados por MIDI… más info en MAKASOFT

La respuesta es siempre…. «Sí»

La vida parece complicada. 

Hay una máxima en la improvisación: dar siempre un «sí». Esto lo sé porque un amigo mío trabaja con este tema.

Cualquier situación que se presenta durante la improvisación se acepta, se integra y se juega con ella… ¿Por qué no jugar también con las situaciones que se nos presentan en la vida?

Imagen generada con Dall-e 2
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Todo lo que comienza tiene un final… Gracias Sergi…

Recuerdo la primera vez que fui a ver una charla de Sergi Torres… en un pequeño local de Lavapiés hace unos 9 años. Ya había escuchado alguno de sus videos y me fascinaba su capacidad para desentramar la aparente complejidad de la vida, las relaciones, la consciencia…

Hoy acabo de ver su última charla en Barcelona, parece que última en el sentido literal… no habrá más… un final, un principio, no tengo ni idea…

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Ni dan miedo las tetas, ni dan miedo los penes. Por la despolitización de la crianza

He visto el vídeo de Rigoberta Bandini “Ay Mamá” y la respuesta de los Meconios “Ay Papá”, presentada como parodia pero igualmente con un tinte emotivo en su reivindicación de la labor del padre en la crianza. Hay algo que no me ha gustado en ambas canciones y es el intento de politizar este tema tan fundamental en nuestras vidas.

En concreto me estoy refiriendo a la línea donde habla del miedo a las tetas/penes y donde en la versión sobre los papás aprovecha para hablar de la criminalización del hombre. En la original, en el vídeo, te mete la “pullita” de la teta gigante destruyendo a la nave “hombre”.

Photo by Fallon Michael
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Cuando te pones en venta

La deriva narcisista de las redes es algo que cada vez me llama más la atención… Un paseo por Twitter, Instagram, Facebook o Youtube se convierte en un complicado ejercicio de filtrado donde cada vez es más dificil encontrar contenido honesto y que merezca la pena.

Parece que hemos normalizado el “clickbait” hasta tal punto que creo que hay gente con contenido honesto que al final acaba sucumbiendo a esta práctica porque ven que “es la única manera” de conseguir algo de atención… Titulares engañosos o directamente falsos, fotos trucadas, etc…

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Dejad a la chavalada en paz

Hoy voy a hablar de algo ligeramente diferente, aunque al final va todo hacia el mismo lugar… 

Me voy a meter de lleno en un tema polémico más que nada porque todo el mundo, incluso gente con cero experiencia personal en la crianza, tiene una opinión.

Yo también tengo mis opiniones y mi experiencia como padre de dos niños  (ahora adolescentes, uno de ellos recién llegado a la mayoría de edad). 

El resumen de lo que quiero decir es básicamente el título de este texto, pero voy a entrar a explorarlo:

Photo by Jed Villejo on Unsplash
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Lo personal NO es político

Hay una frase famosa, cliché ya, que siempre me ha resonado como absurda, es la muy repetida «Lo personal es político» de Simone de Beauvoir. Ignoro el contexto en el que pronunció esta frase, y la conexión que voy a hacer es totalmente mía, sin bases históricas… pero interesante para mi…

Photo by Everton Vila on Unsplash
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Nuevo (viejo) puritanismo…

Ay ay ay… todo vuelve, las viejas modas, los pantalones campana… vienen, se van… Pero si hay algo constante es la obsesión de algunas personas por controlar la vida de los demás… ya sea por religión, ideología o cualquier otra razón…

En fin.. Lo del nuevo puritanismo y atacar a mujeres que se visten como les de la gana no es nada nuevo, pero ahora vamos un paso más allá con eso de que el PSOE quiere prohibir la prostitución. Y tal y como está redactada la nueva ley, también la producción de contenido sexual… Dentro de poco nos dirán como vestir o cuanta carne se puede enseñar al ir por la calle… ¿Prohibirán también darse el lote en público? Parece que los que tienen nostalgia de la época franquista son ellos… (por cierto… que el PP parece apoyar esta ley… se juntaron los rancios con los “modernos” pero todos igual de autoritarios…)

Recuerdo cuando decían que ver películas violentas fomentaba la violencia, cuando decían que los videojuegos violentos igual… Ahora es la pornografía la que por lo visto fomenta las violaciones… Que los estudios reales no corroboren semejantes burradas pues ¿Qué mas da? La verdad no es importante… Ejercer el poder sobre los demás e imponer sus ideologías es mucho mejor…

¿Y si finalmente ocurre? Pues toda esa industria se largará del país y producirá desde fuera. Muy bien eso de echar a la gente que da trabajo y produce dinero. Dinero del que se recaudan los impuestos que hacen posibles todos los servicios públicos, por cierto… ¡¡Ah no!! Qué siempre podemos aumentar la deuda y ya está… que el dinero es gratis…

En fin… seguimos con la locura… ¡ánimo!

Nada está bien, nada está mal

Es curioso que se habla mucho de no juzgar a los demás, como si fuese algo malo cuando justo ese principio lo que de alguna manera promueve es la idea de que no hay acciones «malas» ni «buenas». Por otro lado, realmente no se trata de no juzgar sino de ser consciente de nuestros juicios, haciéndonos cargo sin proyectarlos en el otro… Por eso no está ni bien ni mal juzgar, es algo humano que hacemos, y como toda acción humana quizás podríamos empezar por prestar atención al lugar desde donde nace.

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