“Eternal sunshine of the spotless mind” (Spoilers)

No sé cuántas veces habré visto esta película. Quizás 20, quizás 30… Quién sabe… El caso es que es una de mis películas favoritas y sin duda de las mejores que he visto. Charlie Kaufman y Michel Gondry me parecen genios y tanto la forma de narrar la historia como de presentarla visualmente, me parecen realizadas desde un lugar de cuidado e intimidad con el espectador precioso. 

Creo que se puede caer en el cliché de que se trata de una simple historia romántica donde “el amor triunfa al final” ante una adversidad tan grande como es perder la memoria, como si hubiera algo más profundo que queda, que permanece… Algo similar pude interpretar yo mismo cuando la vi por primera vez hace unos 15 años, aunque lo bonito es que cada vez que la veo saco algo nuevo, alguna sutileza en la que no me había fijado.

El caso es que la volví a ver el otro día después de bastante tiempo y me sorprendí con una forma de entender la película totalmente distinta…

Lo primero que me llamó la atención fue que los protagonistas son básicamente dos neuróticos, cada uno a su manera.

Él es una persona muy dependiente e insegura que parece buscar una mamá en cada relación de pareja, un amor incondicional. Vemos en las escenas donde aparece su madre cómo él está desesperado por su atención mientras ella está siempre “demasiado ocupada”. En su infancia vemos mucha vulnerabilidad y miedo al mundo, es una persona que lo ha pasado mal y se acaba recluyendo en sí misma, pero al mismo tiempo tiene una necesidad de amor brutal y eso es lo único por lo que está dispuesto a salir de su zona de confort. La única salida que tiene para expresar su mundo interior es su diario, que esconde de todos. Su vida es “aburrida” y solo ella es capaz de hacerle sentir algo excitante. Lo vemos claramente en la icónica escena donde están tumbados en el hielo, algo que él nunca se habría permitido hacer por sí mismo.

Por otro lado ella se describe perfectamente: no le va a resolver la vida a nadie, está “jodida” y buscando su propia paz. Se acaba sintiendo ahogada en las relaciones y es impulsiva. Siempre se acaba marchando. No vemos nada de sus memorias, por lo que no podemos saber el origen de todo esto, pero vemos algunas conversaciones con él donde se muestra como una persona insegura sobre su imagen desde pequeña (cuando cuenta la historia de su muñeca a la que pegaba gritando «¡se guapa!»).

Hay varias escenas que me parecen clave, y que muestran una relación muy tóxica donde básicamente ambos personajes siempre acaban haciéndose daño el uno al otro y a sí mismos.

Por ejemplo, en la escena donde están en la cama y ella le recrimina que nunca habla, que no se abre ni es capaz de mostrarse de verdad (algo cierto a lo que él es incapaz de enfrentarse), él contesta echando balones fuera: “Hablar mucho no es comunicarse”, dando a entender que ella es una “charlatana” y que habla mucho sin decir realmente nada (lo cual podría también ser cierto….). Es una respuesta muy pasivo-agresiva, un ataque velado. Aún así, inmediatamente después de decirlo y que ella se cabree (ella no tiene problema en mostrar su enfado de forma directa) él la intenta abrazar en un gesto reconciliador, un “tiro la piedra y escondo la mano” al que ella responde rechazándolo violentamente.

Otro ejemplo similar ocurre cuando ella le dice que quiere tener hijos y él responde, después de mucha insistencia, que «ella no está preparada». Aquí quizás él ya no está siendo tan indirecto, pero el comentario despierta la ira de ella que grita “¡Yo sería una madre estupenda!”. Es significativo que a ella no le importa montar un número en público después de que él tímidamente tenga un atisbo de honestidad, pero cuando se desata su cabreo y a él se le ve claramente incómodo ante la situación, es incapaz de irse, de poner límites.

La escena del restaurante es también brutal, en la que él está anticipando la respuesta llena de desprecio que ella le da cuando sin venir a cuento le saca el tema de los pelos en el jabón de la ducha: “Es repuslivo”. Hay en ambos una tensión oculta, un desprecio mutuo que ninguno es capaz de enfrentar… Porque claro: ninguno ha sido capaz de cumplir las expectativas del otro… ambos son tremendamente infelices porque esperan del otro su salvación y ese papel le queda grande a cualquiera. La frase en la cinta de él: “Qué desperdicio pasar tanto tiempo con alguien solo para darte cuenta de que es una extraña” lo dice todo. Nunca se conocen, nunca se llegan a ver realmente, solo se han relacionado con sus propias proyecciones.

Cómo ocurre el borrado de memoria es también muy significativo: en el caso de ella es un impulso cuando todo salta por los aires en el momento en que él, después de aguantar durante horas su propia frustración y cabreo explota y la acusa de acostarse con otro, de que es su forma de «gustar a los demás». Ella, muy tocada, reacciona cogiendo sus cosas y marchándose mientras él va detrás pidiendo perdón por su indiscreción (se ha atrevido a actuar igual que ella, soltando todo su odio y mala leche…). Entonces ella se va y decide impulsivamente, como una especie de broma macabra, borrarle de su memoria.

La respuesta de él ante este acontecimiento es muy significativa: No va a hacerse cargo y aceptar lo ocurrido. No va a enfrentase a su dolor, un dolor primario que poco tiene que ver con ella, pero que ella ha despertado de alguna manera. No va a irse a su casa y empezar a mirarse, a cuestionarse, a ver qué ha pasado para llegar hasta allí. No, no… Él decide borrarse también la memoria, anulando cualquier posibilidad de aprendizaje.

Esa decisión representa la máxima huida hacia delante, la máxima evasión del dolor, la mínima capacidad para responsabilizarse y comenzar a sanar verdaderamente. Máxima inmadurez…

Que quede claro: Él se borra la memoria porque es total y absolutamente dependiente. Punto. Es incapaz de enfrentarse al dolor de verla y que ella no sepa ni quién es.

Ella tampoco se salva ya que su forma impulsiva de reaccionar nace de una incapacidad total para gestionar sus emociones, que simpre descarga en el otro, buscando culpables fuera sin nunca tomar consciencia, sin pensar en las consecuencias. Cuando se va no es más que otro impulso. Cuando se borra la memoria es igual, aunque irónicamente es la única salida que parece tener para romper el ciclo (su enganche es de igual magnitud), aunque ni con esas se acaba rompiendo al final de la película.

Una vez se vuelven a encontrar está claro que algo ha quedado en sus memorias. Los dos van a la playa donde se conocieron. Se vuelven a conocer y enamorar pero ni siquiera cuando escuchan las cintas son capaces de decir: “Hasta aquí”. No son capaces de romper el bucle.

El final de la película es muy significativo porque cuando ella habla de su forma de ser y cómo van a acabar igual, él dice: “¿Qué más da?”. Y los dos ríen, dispuestos a intentarlo una vez más. Ella al menos tiene un poco de consciencia de cómo es, pero también lo usa como excusa o justificación para no cambiar: “Yo soy así, lo tomas o lo dejas” sin nunca cuestionarlo, sin estar dispuesta a mirar más profundo y ver de dónde viene eso.

En definitiva, para mí, esta es la historia de dos personas que no se quieren hacer cargo de sus vidas, dos personas incapaces de mirarse y tomar consciencia de su dolor para empezar a sanarlo de verdad. Son dos personas que, si fuera posible (la empresa parece que cierra al final de la película) se pasarían la vida en un bucle de relaciones insatisfactorias y borrados de memoria eternos. Dos personas condenadas a tropezar con la misma piedra infinitas veces porque nunca ven la piedra en su propio zapato. Siempre acaban señalando con rencor la del otro, siempre buscando culpables fuera sin asumir su propia responsabilidad…

En definitiva: dos niños pequeños pataleando para conseguir que el alguien les atienda.

Para terminar: creo que la película es, en definitiva, un alegato a la memoria. Una herramienta para que podamos tomar consciencia de quiénes somos en nuestra trayectoria vital y aprender. No para evitar situaciones “malas” (ya he vivido esto, ahora sé cómo evitarlo) sino para vernos y entendernos. Para tomar conscienca de nuestras sombras y poco a poco ir haciéndonos cargo de nuestras vidas con responsabilidad. La memoria es lo único que podría empezar a romper el bucle en el que se encuentran los protagonistas.

Hay otras historias en la película que vemos de pasada que para mí son también muy interesantes: la secretaria de la empresa que admira lo que hacen hasta que se da cuenta de que a ella básicamente la forzaron a borrarse la memoria, entrando en su propio bucle (el único personaje de la película que realmente se hace cargo de algo y rompe el ciclo sin fin…), o la señora a la que tienen que decir que no se puede borrar la memoria 3 veces en un mes, o cómo el día de San Valentín es el periodo más ocupado del año… 

En fin… veo una llamada a la responsabilidad. En “Eternal sunshine of the spotless mind” ni la mente es “spotless” ni la luz es “eternal”… la ilusión se rompe y todo se acaba exponiendo. Cada cual que se haga cargo (o no) de lo que sale a la luz…