No te dañes…

Photo de Egor Vikhrev en Unsplash

Circulan mucho ultimamente mensajes pseudo-newage donde se habla de conceptos como la responsabilidad personal, hacerse cargo, etc… y esto estaría genial si no fuera porque muchas veces las frases para facebook que se suelen compartir simplifican demasiado algo complejo o directamente extienden ideas dañinas.

Un concepto que creo que no se entiende bien es el de “el otro como un espejo”, y veo tanto casos donde se recibe como básicamente “toda la culpa de lo que te ocurre es tuya” o diréctamente se usa de una forma culpabilizadora hacia los demás, con frases tipo: No te han hecho daño, simplemente te duele que no se cumplieron tus expectativas.

Creo que es importante darse cuenta de que estos conceptos de hacerse cargo de uno mismo, de nuestras emociones o al fin y al cabo: de nuestra vida, no tienen nada que ver ni con la culpa ni con la victimización, y son positivos cuando se usan para encontrar tu propia fuerza y darte cuenta de la capacidad que tenemos todos los seres humanos para salir adelante en situaciones adversas.

Cuando sentimos que el otro (sea quien sea) nos daña, eso es una cosa. Es algo que podemos trabajar nosotros desde nuestra perspectiva y podemos cuestionar nuestro papel en esa relación: donde no nos estamos haciendo cargo de lo que sentimos, donde estamos “echando balones fuera” y victimizándonos. Para realizar este ejercicio quizás el otro no es importante, en el sentido de que nos estamos enfocando en nuestras emociones, nuestra experiencia personal, y podemos cuestionarnos, tomar consciencia y hacernos cargo de nuestra posición en la relación.

Pero no debemos olvidar que el otro ha jugado un papel “real” en la situación que estamos analizando. El otro ha realizado una acción que podría ser dañina ya sea de forma consciente e intencionada o inconsciente. Hay una tendencia a confundir las responsabilidades y creo que es importante separar quién ha de hacerse cargo de qué.

Por supuesto, no podemos controlar al otro y no podemos obligarle a hacerse cargo de sus acciones. Esto es algo que hará o no. Pero tener claro qué cosas no nos pertenecen a nosotros nos libera de cargas que muchas veces tendemos a asumir como propias.

En un ejemplo extremo, si caminando por la calle alguien te pega un puñetazo, esa agresión tiene un peso de realidad que lo mires por donde lo mires está ahí. Es ineludible. Tu puedes realizar todos los ejercicios que quieras, tanto a nivel psicológico como espiritual (si eso es lo que te va a ti) pero al final, lo que ha hecho esa persona es real. El daño es real. La responsabilidad de la acción está en esa persona, no en ti.

Por eso, por mucho que tu te plantees qué hay en tí para atraer ese tipo de personas que te agreden, por mucho aprendizaje que pueda haber en cuestionar como te relacionas, y qué parte de tu sombra te está mostrando la persona que tienes en frente, al final hay una acción por tu parte: una decisión. Y eres tu el que decide como actuar en ese tipo de situaciones.

También podría ser que te sientas dañado por alguien pero no haya una agresión real, que sea símplemente tu punto de vista. Aún así, para tí esa “agresión” es real. Racionalizar y autoconvencerte con la lógica no eliminará lo que sientes ni tus emociones en ese momento.

En cualquier caso, decirte frases como la que comentaba al principio, donde quitamos la responsabilidad al otro de sus acciones, lo único que consigue es una auto-victimización que te daña. Y te hace sentir impotencia porque en última instancia no sabemos como manejar una situación que no podemos controlar. Podría ser que en lugar de quedarte a observar como te dañan porque crees que ahí hay un aprendizaje, el aprendizaje real sea ser capaz de decidir respetar tus límites y alejarte de las personas que diréctamente te hacen daño, o que tu experimentas de esa forma.

Sí, luego puedes cuestionarte si esa persona realmente te hacía daño o era más bien tu interpretación. Puedes cuestionar tu papel en relación con el otro y ver donde tú actuas igual sin darte cuenta (si es el caso), puedes ver qué has aportado tú a la toxicidad de una relación y puedes empezar a hacerte cargo de ti mismo, dejar de exigir al otro y empezar a aceptar a cada persona como es (lo cual no implica qué te guste o quieras estar cerca, simplemente reconocer la realidad de esa persona y no pretender que cambie).

Desde un lugar seguro y fuera de la situación dañina, todas esas reflexiones tienen un espacio que es importante a la hora de conocernos, tomar consciencia de nuestra sombra y crecer. Pero es importante de alguna manera escuchar y validar lo que sentimos en un determinado momento porque para nosotros en ese momento es real. No sirve de nada racionalizar para descartar lo que sentimos ya que simplemente nos lleva a anular quien somos.

Igualmente de nada sirve entrar en un conflicto donde se juzga al otro o se le intenta cambiar de forma directa o desde la manipulación. Si en la relación hay un espacio para poner en común y hablar desde el respeto, trabajar estos temas y crecer juntos entonces genial, si no, hay que saber cuando alejarse. Pero siempre creo que es importante hacer este movimiento desde el respeto y el amor: reconociendo tus sentimientos y sin imponerlos al otro. Tu dolor es tuyo, alejarte es tu derecho y tu responsabilidad es principalmente sobre ti. El otro es responsable igualmente de su vida y su proceso, y decidirá hacerse cargo o no de su vida por si mismo.