Todo lo que comienza tiene un final… Gracias Sergi…

Recuerdo la primera vez que fui a ver una charla de Sergi Torres… en un pequeño local de Lavapiés hace unos 9 años. Ya había escuchado alguno de sus videos y me fascinaba su capacidad para desentramar la aparente complejidad de la vida, las relaciones, la consciencia…

Hoy acabo de ver su última charla en Barcelona, parece que última en el sentido literal… no habrá más… un final, un principio, no tengo ni idea…

Pensamientos de “se va…” cruzan mi cabeza y me doy cuenta del egoismo que siento, como un niño que no quiere soltar la mano de su padre y salir al mundo sin ese apoyo que ha tenido presente desde que tiene memoria…

Y sí, puedo sentir el dolor y el miedo cuando tengo la sensación de que ese “se va…” es final. Puedo sentir que hay una parte de mi que es dependiente, que esperaba su siguiente video para aclararse, entender, encontrar una dirección… y al mismo tiempo puedo ver que no tiene sentido…

No tiene sentido porque al fin y al cabo estamos todos aquí, conscientes, vivos y experimentando a través de nuestros cuerpos y mentes esta realidad que es como es, que percibimos como percibimos y que efectivamente decidimos disfrutar o sufrir. Es una decisión.

Nacer es una decisión.

Vivir es una decisión.

Y como dijo Sergi en esta última charla: Morir es una decisión.

No se si él ha tomado esa decisión, pero es cierto que todo lo que tiene un principio tiene un final… Ambos siempre en el mismo instante… porque ¿Qué es el tiempo? si no podemos percibir su paso a no ser que algo cambie, que escuchemos un ritmo: “tic… toc… tic…. toc….”. Hay cambios en nosotros, cambios en las personas que nos rodean, movimiento constante… en un instante. Pero nunca estático… Nunca quieto…

Tantos anhelos de “parar el tiempo” para que este instante sea infinito cuando ya lo es, pero pasa… esa canción que te hace sentir tan bien, pero solo dura unos minutos… esa necesidad de perpetuar en el tiempo lo que ya es eterno, pero pasa… Siempre puedes poner la canción otra vez, ver la siguiente charla, fumarte otro cigarro… ¿Cuántas veces puedes ver la misma película? ¿Sentirás lo mismo que cuando la viste la primera vez? Es acaso la vida humana un intento de crear circulos temporales de ensimismamiento? Espera… tengo que sentir otra vez lo que sentí ayer…

Y desde ese paradigma, ¿Qué son las relaciones cuando cada momento precioso y especial que vivimos, sabemos que va a terminar, quedarse en el pasado, en la memoria, y no va a volver nunca…? Ese viaje, o ese concierto… Si fue tan intenso quizás fue porque no había tiempo para rallarse pensando que era algo limitado en el tiempo… Es como el último día de vacaciones. ¿Alguien lo disfruta plenamente como el resto? En teoría es igual que cualquier otro, pero no… o al menos no para muchos…

Hay algo de la inocencia del niño que trascendía estas cosas… una capacidad para perderse en el instante presente y un sobresalto al darse cuenta de la cantidad de tiempo que había pasado perdido en ese instante… “Uy! ¿Es ya la hora de cenar? ¿Pero si acabo de empezar?” Tengo la sensación de que ahora ya vamos avisados, preparados… Sabemos que todo acaba y ya lo acabamos antes del final para no vivir la pérdida… Mirando el reloj todo el rato, a ver si ya llega la hora de irse… sin disfrutar de donde estamos, con quién estamos y qué estamos haciendo (o no haciendo).

La prisa de “a otra cosa…” y luego otra y otra y otra hasta que estamos ya reventados y dormimos para volver a hacer lo mismo una y otra vez.

A veces me pierdo en algo y entonces de repente me doy cuenta de que llevo horas sin fumarme un cigarro, entonces me entra una alegría transitoria y pienso: “Ah! Es el momento de hacerme un piti, que ahora sí lo voy a disfrutar” y lo hago, y lo disfruto, y se acaba, y sigo… y todo pasa, cada “hola”, cada “adiós”, cada persona que entra y sale de tu vida, cada beso, cada caricia, cada sujetar la mano y pedir “no te vayas todavía… quédate un ratito más…” Eso también pasa, y al final todo acaba.

Pero todo empieza también, y aquí seguimos, viviendo, con estrés o calma, con miedo o amor, sintiendo o intentando no hacerlo por miedo a la intensidad… El instante es el mismo, pero el entorno, las personas, y hasta tú mismo cambiando constantemente…

Sergi me acompañó nueve años y siento que me está pidiendo que ya es el momento de soltar su mano y empezar a caminar solo por esta vida tan alucinantemente maravillosa que parece que brilla tanto que tengo que ir con los ojos entre abiertos, o con gafas de sol… Quizás hay un momento en el que abrazando esa intensidad te das cuenta de que no era para tanto… Tengo la sensación de que Sergi solo quería hacernos ver que todo eso que vemos tan complejo ahí fuera es en realidad algo sencillo. Que basta una decisión para que tu propia mano te deje de dar bofetadas en la cara sin tú saber por qué. Que podemos relajarnos. Que para levantarse de la silla no hacen falta más charlas, cursos, o terapias… simplemente levantarse…

Siempre pregunta si le acompañamos, y no se si realmente puedo decir que le he acompañado, más bien observado intentando entender y ver algo más allá de mi cabeza… 

Pero tengo claro que vaya donde vaya, en esta realidad u otra, desde la consciencia universal siempre hubo un reconocimiento, una complicidad, un “te conozco”, un soy tú, eres yo… y ahí seguiremos, con nuestros conflictos y problemas que resolver…

Pero por un momento quizás pueda ser capaz de mirar a esa persona, cerrar los ojos un instante y al abrirlos sentir solo amor mientras pregunto:

“¿me acompañas?”