Promoviendo la indefensión

Creo que he mencionado esta idea muchas veces, pero ayer en las fiestas de San Isidro me chocó como han cambiado las cosas, y aunque en apariencia pueda parecer que es a mejor, creo que en realidad es todo lo contrario…

Un video en loop en el escenario de Las Vistillas repetía un mensaje (muy condescendiente en mi opinión) explicando todas las facilidades que había puesto el ayuntamiento para que las fiestas fuesen seguras y accesibles para todo tipo de público haciendo hincapié en discapacitados y mujeres, explicando todas las formas de denunciar una agresión machista (o sospecha de agresión) con puestos, grupos de whatsapp, etc… (curiosamente se olvidaron de los niños…)

Al margen del lugar en el que deja a las mujeres ese mensaje, y también al margen de que básicamente estaban haciendo publicidad para demostrar lo «virtuosos» que son de boquilla (estamos en campaña al fin y al cabo), para mi hay un asunto que me llama la atención y me parece muy perverso: la promoción del «cuidado vertical»

Los políticos te necesitan indefenso

Cada vez más, oímos el mensaje desde entornos políticos, normalmente progresistas pero también de derechas, de que el estado es el encargado de velar por nuestro bienestar. Y sí, en parte es correcto: Para eso está la policía y demás servicios disponibles para el ciudadano, así como la sanidad pública, la educación, etc…

Pero el problema llega cuando pasamos de tener disponible un servicio que podemos decidir cuándo y cómo usar, si lo necesitamos, a tener a una especie de ente superior que no solo está ahí para atendernos en momentos puntuales por nuestra propia decisión, sino además, vigilarnos y decirnos cómo actuar constantemente. Un poco como un padre pesado que no para de tratar a sus hijos como si fuesen bebés, impidiendo su desarrollo natural y su proceso de madurez…

Esta tarea que se han propuesto hacer los políticos de educarnos, decirnos como tenemos que pensar o actuar y, como en el caso de las fiestas: asegurarnos constantemente que están ahí para nosotros (que «nos cuidan»), es infantilizadora.

Y es una forma de organizar el apoyo que va de arriba a abajo, con ese ente que tiene el poder distribuyendo esos «cuidados» a los ciudadanos como si fuesen los profesores en un patio del recreo, cuidando que los niños no se hagan daño mientras juegan.

Y claro: en el contexto de un colegio sí es útil. Los niños pequeños no tienen suficiente madurez y su supervisión es, hasta cierto punto, necesaria para acompañarlos en su desarrollo. Pero en el contexto adulto, esta constante intromisión no solo no es necesaria, además puede ser contraproducente porque no permite a los chavales que están en proceso de convertirse en adultos terminar de dar ese salto que les lleve a tener una verdadera autonomía y responsabilidad con sus vidas. Es al fin y al cabo una froma de generar dependencia hacia los poderes estatales (cosa que a ellos, que necesitan nuestros votos, les viene genial)

Tradicionalmente los poderes estatales se ocupaban de gestionar el país (o la región) de forma más general. Se limitaban a poner a nuestra disposición servicios que cada uno podía usar si era necesario. El ciudadano de a pié era el responsable de su vida y llegar a la aldultez significaba asumir una serie de responsabilidades que necesitaban una cierta madurez. Después, esa responsabilidad se extendía si tenías hijos u otras personas a tu cargo. En caso de necesitar ayuda siempre había una red de personas a tu alrededor (empezando por la familia, pero extendiéndose a amigos y todas las personas de tu entorno local) que estaban dispuestas a darla, sabiendo que en cualquier otro momento ellas también tenían esa ayuda disponible.

Ese era el verdadero «tejido social», una red de personas conectadas por la cercanía y el «me importas» que surge espontáneamente al interactuar todos los días y de una disposición a colaborar entre sí para salir adelante.

Pero de un tiempo a esta parte esa red se ha ido destruyendo, creo que conscientemente, con la idea de hacernos sentir indefensos y que luego lleguen los políticos con sus grandes discursos a convencernos de que tienen la solución. Ellos nos van a cuidar…

No… es una mera ilusión, pero aunque fuese cierto, sigue siendo igual de dañino.

Ahora nos bomardean con interminables campañas donde te explican hasta los peligros de acercar el pié al borde de la escalera mecánica del metro, tratando a la gente como si fuese imbécil en todos los ámbitos de la vida, y por supuesto, colocándose ellos en la posición de supervisores de nuestras vidas para «cuidarnos» y que no nos comportemos de forma equivocada… por nuestro bien…

Al final…

Al final todo esto no dejan de ser los delirios de grandeza de ciertas personas con poder que se empeñan en «moldear» la sociedad a imagen y semejanza de su propia fantasía personal. Algo que ha sido intentado sin éxito multitud de veces en la historia y que, peor aún, ha causado gravísimos daños a las personas individuales que componemos lo que se llama «sociedad»… Hambrunas, masacres, guerras, encarcelamientos, etc…

Por desgracia siempre llega un nuevo «iluminado» (o grupo de «iluminados») a decir que él o ellos sí lo van a hacer bien… que esta vez será distinto, y por desgracia, la tecnología les está, cada vez más, facilitando la tarea de control social necesaria para llevar a cabo sus siempre desastrosos planes…

Como punto positivo para terminar, dejo esta foto de lo mejor que ha pasado por las fiestas de San Isidro este fin de semana: Sandré, que quedaron terceros (injustamente…) en el concurso de Rock Villa de Madrid de este año…