Al final lo que queda es el amor

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Cuando vas acumulando años y en la vida ya has dado unas cuantas vueltas, te vas dando cuenta de lo que realmente es importante y lo que no lo es tanto… Y en las relaciones aprendes a valorar mucho a personas que han estado y siguen dispuestas a estar ahí aún cuando la forma de relacionarte con ellas haya cambiado.

La pareja es algo ya de por si complejo, pero con la edad se vuelve más complejo aún ya que normalmente somos más «especialitos» con nuestras cosas y unir dos mundos tan definidos no es facil.

Aún así creo que aprendemos a valorar el amor y lo que el otro nos aporta de una forma distinta… más calmada quizás…

Una vez superas la idea de que el amor es una emoción, un cosquilleo en el estomago… en resumen: un proceso químico fugaz que se puede dar al conocer a alguien, y dejas de esperar que tu pareja te salve, te de lo que tú quieres, o «te haga feliz», puedes empezar a verla como alguien independiente, con sus peculiaridades, gustos y personalidad. A aceptarla tal cuál es…

Alguien que ha elegido compartir un tiempo y un espacio contigo.

En ese momento puedes empezar a apreciar lo que hay, que quizás no sea todo lo que te gustaría en un momento dado, pero es REAL. Puedes agradecer que esa persona esté ahí, que te ame.

Al mismo tiempo con la edad creo que apreciamos más el tiempo para nosotros mismos, para hacer lo que nos apetezca, ya sea leer, pasear o practicar un hobby o deporte. Disfrutar de la soledad. Y esto es algo que a veces en pareja es más difícil porque no se da ese espacio tan a menudo como quisiéramos.

Por eso creo que cuando vas madurando, la forma de relacionarte cambia. Quizás desde una perspectiva más peliculera y pasional podría parecer que una relación así es demasiado distante, que esas personas no «se quieren» lo suficiente, pero es todo lo contrario, se quieren tanto que respetan sus espacios y saben dar y apreciar lo que reciben… sin recriminaciones, sin aspavientos…

Porque si amor es qué otra persona te pueda importar tanto como tú mismo, entonces ese respeto es esencial. No cabe exigir, no cabe manipular, victimizarse o cualquier otro tipo de maniobra para conseguir lo que quieres de la relación. Por supuesto habrá conflictos, pero su resolución será rápida y honesta porque realmente te importa el otro…

Me hace gracia que muchas veces personas que dicen amar a alguien, al cabo de un tiempo puedan decir que han dejado de amar a esa persona… En mi opinión eso nunca fue amor, ya que el amor no pretende nada, no es algo interesado. El que ama simplemente ama, y es feliz sabiendo que la persona amada está bien. Juntos o por separado, no importa. El amor no es egoísta. Puede dejar de tener sentido una forma de relación, puede perderse la química, se puede decidir que lo mejor es seguir caminos separados… pero si hubo amor, quedará.

Alguien que dice «dejar de amar» en realidad no amó nunca… El único caso en el que me puede parecer que se puede dejar de amar es cuando hay un desengaño tan grande que percibes a la persona como si fuese otra… o cuando lo que amabas era realmente una imagen idealizada creada por ti en tu cabeza, sin realmente conocer a quien tenías delante… vamos… otro caso de desengaño… Pero en un caso normal el amor se expande, igual que la consciencia. No hay vuelta atrás…

Desde aquí propongo un brindis por todas esas personas que aman a través de los años sin importarles qué forma concreta tomen sus relaciones. Que aman y se aman a sí mismos lo suficiente como para aceptarse y aceptar al otro y reconocer lo que es posible y lo que no, dejando que todo fluya de forma natural por ese maravilloso río, a veces revuelto, que es la vida. ¡Salud!