Dime la verdad… aunque duela…

Veía un video sobre la «honestidad radical» y sus multiples ventajas, incluso en ámbitos en los que yo desconocía totalmente su aplicación. Una honestidad total no solo con los demás pero también con uno mismo, que aún pareciéndome fantástica y siendo algo que he compartido siempre, mejora no solo las relaciones con los demás, pero también ayuda (y esto lo desconocía) a reducir el riesgo de adicciones y otros problemas mentales que abundan en el mundo moderno.

Backlink | Photo by Jason Rosewell on Unsplash

Aquí voy a centrarme más en las relaciones porque éste video ha sido como una ráfaga de aire fresco después de observar la tendencia hacia una comunicación infantilizadora y deshonesta: la «Comunicación No Violenta», o CNV…

Ésta forma de comunicación, pretendiendo ser una solución a los conflictos y a los malos entendidos, eternas discusiones o cabreos, lo que consigue es convertirse en una barrera, una especie de filtro, que básicamente lo que consigue es distanciar a las personas antes cercanas…

Para mi es en esencia un arma de destrucción de relaciones.

¿Por qué?

Lo primero y para mi más importante es que elimina la espontaneidad en la comunicación entre personas que (en teoría) se quieren y comparten algún nivel de intimidad (pareja, amigos cercanos, familia, etc…). No me interesa lo útil que pueda resultar en el trabajo o en el ámbito de la educación. Eso es tema para otro texto…

Cuando una persona te importa y compartes una cercanía, la honestidad es PRIMORDIAL. Sin honestidad estás creando un personaje falso para que el otro te perciba de una cierta manera calculada y artificial. Me importan poco las razones (miedo al rechazo, interés por conseguir algo, o lo que sea), el caso es que hay una especie de «ente» intermedio entre tú y tu interlocutor. Este «ente» traduce lo que quieres expresar filtrando o modificando tu discurso para adaptarlo al otro. El otro te recibe sin saber lo que hay detrás de ese «ente». No te llega a conocer nunca.

Dos personas relacionándose de esta forma en realidad no se están relacionando. Cada uno se relaciona con una imagen adaptada por el otro. Y sin conocerse no hay forma de confiar. Y sin confianza no hay relación, no hay nada.

Esto no significa que no sea bueno tener una medida de control a la hora de hablar con alguien a quién queremos. Se da por supuesto que te importa esa persona y no vas a empezar a agredirla y faltarle el respeto con la excusa de ser honesto. Si explotas y te pones a gritar de forma descontrolada a alguien cercano, no estás siendo ni sincero ni espontáneo. Estás siendo un gilipollas. Y mereces que esa persona se aleje de ti sin ninguna explicación (esto es simplemente una opinión… cada uno lidia con el abuso a su manera, por supuesto)

Aclarado este detalle sigo: Cuando tu sientes que algo que ha hecho otra persona te ha dañado hay varios niveles que pueden ser analizados. Primero es reconocerse como «el que siente» y ver qué hay en ti que pueda hacerte más sensible al comportamiento del otro. Esto no pretende quitarle responsabilidad sobre sus actos, simplemente ver si hay algo en ti, una herida oculta que surge cuando te «tocan» en un «punto» concreto. Lo segundo es cómo reaccionas. Aquí es donde creo que es importante ser honesto y espontáneo. La CNV propone una serie de pasos que convierten toda comunicación en un ejercicio de análisis mental y de suposiciones sobre el otro que eliminan cualquier atisbo de autenticidad. Dependiendo de la cercanía y el nivel de confianza tú decides qué quieres compartir con la persona sobre lo que sientes y se lo comunicas (o no) tal cual lo sientes. Después ejerces tus limites si lo ves necesario mediante la acción, que será diferente dependiendo de la cercanía y la importancia de esa persona en tu vida.

Otro punto que me parece totalmente inadecuado es que con la excusa de «cuidar» al otro, lo que se hace es infantilizarlo y presuponer qué le puede sentar mal o hacer daño, adaptando el discurso con la pretensión de evitar ese posible daño. Es básicamente como caminar descalzo entre cristales rotos aunque al final puedan resultar ser inofensivos trozos de papel de plástico… No lo sabes.

Porque ¿quién eres tú para presuponer lo que le va a sentar mal o bien a otra persona separada de ti? No estás en su cabeza y además se supone que ambos sois adultos responsables de si mismos. Si algo le molesta te lo dirá y viceversa.

Y hablo de infantilizar porque al hacer este movimiento, te estás colocando por encima de esa persona de una forma muy paternalista, algo totalmente legítimo si estás tratando con niños pequeños que necesitan especial atención, tacto y no tienen la madurez emocional necesaria para lidiar con emociones «difíciles», pero no con adultos que supuestamente sí tienen esa madurez.

Me preocupa que este estilo de comunicación encaje tan bien con el individualismo rampante y la forma que tenemos como sociedad de vivir cada uno en su «burbuja» desde donde no necesita exponerse y puede juzgar a los demás sin nunca conocerlos realmente. Esa falta de implicación y voluntad de conocer al otro, de mostrarse uno mismo vulnerable… real… imperfecto… roto…

Porque efectivamente: no me interesa tu apariencia de perfección, ni que seas como yo quiero que seas (algo que muchos intentan conseguir aplicando la CNV de forma perversa). Si no estás dispuesto a mostrarte nunca podrás acercarte realmente a nadie…

Una cosa que decían en el video era que solemos pensar que al mostrarnos con todos nuestros defectos, los demás nos van a rechazar, pero se ha comprobado una y otra vez que es todo lo contrario. Porque es nuestra forma de conectar con nuestro propio dolor, nuestra vulnerabilidad, y es lo que nos une al final…

Aquí tenéis el video por si os interesa: