En física, cuando un cuerpo comienza a moverse, al serle aplicada una aceleración, adquiere una velocidad. Si no actúa ninguna otra fuerza sobre ese cuerpo, se seguirá moviendo a esa velocidad para siempre. Si lo ves venir, sabrás de forma intuitiva cuando va a llegar al punto donde estás. Vamos… como cuando juegas al tenis…
En la vida cotidiana, hay muchas formas de «inercia» que se pueden percibir y que nos pueden ayudar en varios aspectos… especialmente si son «generadas» con una intención clara.
Sé que nunca llegué a verte realmente. Creé una imagen de ti en mi mente y di por supuesto que esa imagen eras tú.
Para bien o para mal, no fui capaz, o mejor dicho no quise mirar más limpiamente para conocer a la persona que se escondía detrás de mis suposiciones, mis conclusiones y prejuicios porque era más cómodo, más fácil.
Hay personas que dicen lo que dicen desde un lugar de completa ignorancia… La crianza es compleja y cansada… Lo bueno es que con el tiempo va a menos… Pero me hace gracia como algunos critican a los padres que hacen ciertas cosas desde un lugar de comodidad, ya sea porque no tienen hijos o porque los tienen y básicamente pasan de ellos…
Mucho ánimo desde aquí a todos los que se han metido en el mundo que es esto de la crianza, que guarda tesoros incalculables si los sabes apreciar!
Escuchando a personas defender el modelo de “relación abierta” me llama la atención como casi siempre esta defensa se hace contraponiendo este modelo con lo que ellos entienden por relación monógama, pero que está muy lejos de lo que realmente significa una relación exclusiva sana… Una especie de “hombre de paja” que pretende mostrar la relación abierta como el summum de la libertad opuesto al opresivo modelo “tradicional”.
Recuerdo la primera vez que fui a ver una charla de Sergi Torres… en un pequeño local de Lavapiés hace unos 9 años. Ya había escuchado alguno de sus videos y me fascinaba su capacidad para desentramar la aparente complejidad de la vida, las relaciones, la consciencia…
Hoy acabo de ver su última charla en Barcelona, parece que última en el sentido literal… no habrá más… un final, un principio, no tengo ni idea…
Hoy voy a hablar de algo ligeramente diferente, aunque al final va todo hacia el mismo lugar…
Me voy a meter de lleno en un tema polémico más que nada porque todo el mundo, incluso gente con cero experiencia personal en la crianza, tiene una opinión.
Yo también tengo mis opiniones y mi experiencia como padre de dos niños (ahora adolescentes, uno de ellos recién llegado a la mayoría de edad).
El resumen de lo que quiero decir es básicamente el título de este texto, pero voy a entrar a explorarlo:
Es curioso que se habla mucho de no juzgar a los demás, como si fuese algo malo cuando justo ese principio lo que de alguna manera promueve es la idea de que no hay acciones «malas» ni «buenas». Por otro lado, realmente no se trata de no juzgar sino de ser consciente de nuestros juicios, haciéndonos cargo sin proyectarlos en el otro… Por eso no está ni bien ni mal juzgar, es algo humano que hacemos, y como toda acción humana quizás podríamos empezar por prestar atención al lugar desde donde nace.
Verónica Forqué se ha suicidado y al parecer su última aparición en la tv fue en un programa de mierda donde mostró su vulnerabilidad para inmediatamente ser el haz de reir de las redes (para esos va el título de este texto, por cierto).
Parece que el dinero lo puede todo, o al menos es lo que casi todo el mundo parece pensar, y como un hechizo lanzado sobre la población mundial, sus efectos han moldeado nuestra cultura y percepción de los acontecimientos desde hace muchos años, cada vez de forma más eficiente.
Pero, ¿Como se consigue semejante proeza? ¿Como se anula la capacidad crítica de millones de personas? El dinero no es suficiente, hace falta usarlo de forma correcta en lo que es realmente una guerra abierta contra la población mundial. Una guerra para conseguir eliminar cualquier atisbo de individualidad y capacidad creativa de pensamiento. ¿Para qué? Para nunca volver a ser una amenaza para los poderes establecidos.
No suelo hacer ningún comentario político en esta página, lo que no implica que no tenga mi opinión sobre los hechos que han ido ocurriendo en nuestra sociedad los últimos meses, opinión que suelo reservar para mi círculo privado.
Tras lo ocurrido en Vallecas, me apetece expresar alguna reflexión.
“Hermanas, ya nos emancipamos de los hombres, ahora todos y todas juntas, unámonos para emanciparnos del estado!”
Al contrario de lo que desde los diferentes poderes nos intentan hacer creer y promocionan activamente, nuestros problemas y nuestra felicidad no dependen realmente de ellos y muestro bienestar no será provisto desde «arriba».
Todo sistema vertical crea opresión y dependencia.
Ningún partido político te va a solucionar la vida, ninguna empresa va a cuidar de ti y al estado le importas un comino como persona. Los únicos que podemos cuidarnos, apoyarnos y ayudarnos a levantarnos después de una caida somos nosotros y nosotras juntos, creando relaciones horizontales de interdependencia…
Amistad, familia, familia extendida, vecinos, personas a nuestra altura que desde el amor y la inclusión del otro en uno mismo pueden darse sin esperar nada a cambio y recibir libremente, sin sentirse dependientes.
Ellos buscan aislarnos, promueven el individualismo y la infantilización de la sociedad para mantenernos dependientes y bajo su poder. Romper las cadenas es solo cuestión de empezar a hacernos cargo de nuestras vidas, tanto a nivel individual como colectivo, y dejar de esperar que nuestras necesidades sean satisfechas desde arriba.
Por eso brindo por restablecer los vínculos horizontales de apoyo mutuo y romper los verticales que nos someten. Feliz 8M y mucho amor!
Hace algo más de un año escribí esto y lo comparto ahora en esta web. Fue antes del asunto del año pero visto lo visto creo que es más relevante aún. La foto la he puesto después en otro texto pero originalmente correspondía a este…
La emancipación es un derecho. Dejar de vivir tutelado por otros es algo fundamental para el crecimiento y la libertad personal. Pero esa emancipación también implica una responsabilidad. Implica hacerte cargo de tu propia vida, de tus emociones. De que cada uno es quien es y es como es y si en algún momento se te pasa por la cabeza pensar en que alguien debería cambiar lo que sea (y da igual el qué o el por qué, incluso el “alguien” que puede ser desde una persona concreta hasta la sociedad o el mundo en el que vivimos) el que “se lo tiene que mirar” eres siempre tú. Hasta que no asumes esto serás siempre dependiente, como un niño, de lo que otras personas hagan o dejen de hacer. Y ahí eres controlable y manipulable. Siempre que necesitas algo de alguien eres manipulable. Cuando aceptas es cuando puedes ser libre de verdad y desde ahí llegar a ser un verdadero adulto. Y que conste que la palabra aceptar no implica que algo te guste. Simplemente que reconoces la realidad tal cual es y haces lo que necesites hacer tú, para ti, al respecto, aceptando las consecuencias y desde tu integridad.
La humanidad ha buscado crear formas ideales de organizarse socialmente a través de toda la historia, formas que han ido evolucionando con el tiempo y contexto social de cada momento, pero que suelen tener algo en común: no funcionan en la práctica.
Y creo que hay algo importante que muchos, especialmente personas que ostentan el poder, no acaban de ver: Todo sistema que pretenda crear una socidedad armoniosa y solidaria, impuesto desde “arriba”, está condenado al fracaso.
Hay una prepotencia tremenda en el hecho de pensarse con la capacidad de crear ese sistema perfecto. Solo este hecho ya planta la semilla de la imposibilidad porque de inicio divide a las personas en dos grupos: los que tienen la “solución” y a los que se aplicaría esa “solución”. Los que tienen el poder y los que no (por su propio bien, claro).
El problema es que ese sentimiento de tener la “solución” a todos los problemas nace de una profunda falta de aceptación del otro y de la realidad en la que se vive (en el mejor de los casos) o de un deseo patológico de tener poder sobre los demás (en el peor).
Por lo tanto, sistemas que en un principio podrían parecer ideales se convierten en una distopía al ser forzados sobre la sociedad, normalmente con resultados catastróficos. El siglo 20 está lleno de tristísimos ejemplos…
Lo que nace del odio, genera odio.
Lo que nace del enfrentamiento, genera enfrentamiento.
La solidaridad real es voluntaria, la armonía real es una consecuencia directa del nivel de consciencia de las personas que interactuan en sociedad, no del miedo al castigo. Nada de eso puede ser forzado, y al ser impuesto se convierte siempre en un sistema totalitario.
Por eso la solución es simple y al mismo tiempo imposible de aplicar, de forzar, de planificar o implementar desde el poder:
Es sencillamente el amor.
El amor, que para mi es la capacidad de integrar al otro en tí, es lo único que hace que tomes decisiones que no te benefician a ti por solidaridad con otra persona. Ya que el otro te importa genuinamente. Si el otro te importa, si hay amor, tus acciones nacerán desde el cuidado, tanto de ti mismo, como de los demás, y es solo ahí donde se puede generar una armonía real. Donde cualquier conflicto se puede resolver desde un lugar, no de imposición del que tenga más poder sobre los demás, sino desde una genuina busqueda de soluciones que puedan satisfacer a todas las partes.
Pero es obvio que no vivimos en un mundo que funcione así. Es obvio que la mayoría de decisones que nos afectan no nacen del amor. Es obvio que estamos aún anclados en una lucha de poder que se reproduce desde los grandes conflictos mundiales hasta las relaciones individuales más íntimas entre las personas. ¿Se puede hacer algo al respecto?
No lo sé.
Creo que el mero hecho de buscar una solución que se pueda aplicar la invalida como solución.
De lo que estoy seguro es de que este mundo en el que vivimos nos esta reflejando constantemente nuestras sombras. Estoy seguro de que vivir en este mundo y ver fuera todo tipo de situaciones y eventos que no nos gustan nada nos puede servir para iluminar todos esos aspectos internos que nos desagradan, que no podemos aceptar y que preferimos proyectar fuera, en el otro.
Hay un posible aprendizaje real donde cada uno puede hacerse cargo de su vida.
Y es quizás a través de ese viaje a nuestras profundidades individuales como podríamos llegar a una sociedad donde podamos mirar fuera sin rencor, sin odio, con comprensión y amor. Quizás ese viaje de emancipación personal es lo que puede traer una emancipación real de la humanidad como conjunto.
Solo entonces, cuando los poderes paternalistas que nos controlan como si fuesemos niños pequeños se vuelvan irrelevantes, solo entonces, tendremos la madurez suficiente como para decidir como queremos vivir en sociedad por nosotros mismos.
Creer que puedes analizar y comprender a alguien observándole o interactuando es una ilusión. Mirar como el otro te “toca” a ti y lo que despierta es en cambio una herramienta de aprendizaje y auto conocimiento brutal.
No sé cuántas veces habré visto esta película. Quizás 20, quizás 30… Quién sabe… El caso es que es una de mis películas favoritas y sin duda de las mejores que he visto. Charlie Kaufman y Michel Gondry me parecen genios y tanto la forma de narrar la historia como de presentarla visualmente, me parecen realizadas desde un lugar de cuidado e intimidad con el espectador precioso.
Creo que se puede caer en el cliché de que se trata de una simple historia romántica donde “el amor triunfa al final” ante una adversidad tan grande como es perder la memoria, como si hubiera algo más profundo que queda, que permanece… Algo similar pude interpretar yo mismo cuando la vi por primera vez hace unos 15 años, aunque lo bonito es que cada vez que la veo saco algo nuevo, alguna sutileza en la que no me había fijado.
El caso es que la volví a ver el otro día después de bastante tiempo y me sorprendí con una forma de entender la película totalmente distinta…
La famosa frase que Janis Joplin cantaba en el tema de Kris Kristoferson, Me and my Bobby McGee, podría sonar un poco derrotista. De alguna manera da la impresión de que la verdadera libertad implica haberlo perdido ya todo. Una vez no tienes ataduras y no hay riesgo de que tus acciones tengan como consecuencia que alguien se vaya o que tengas que sacrificar algo que posees, ya puedes ser tu mismo y ejercer tu libertad totalmente sin preocupación alguna.
Pero quizás esa visión derrotista no es necesariamente la única posible. Quizás se puede profundizar un poco más.
Si planteamos la posibilidad de que no poseemos nada desde el principio, que cualquier percepción que tengamos en esa línea no es más que una ilusión, entonces se podría decir que en realidad nunca tuvimos nada que perder…
Vivimos en un mundo de adultos infantilizados… Niños en cuerpos grandes que esperan con ansia la nueva orden del gobierno que les calme sus miedos irracionales a los que no se quieren enfrentar mientras se distraen con la última serie de Netflix…
Esto hace que, estemos o no de acuerdo con las medidas que nos imponen para frenar lo que ya muchísimos médicos dicen que no se puede calificar de pandemia, de alguna manera sigamos esperando algo, una solución externa, venga de unos o de otros, cuando esa solución está exclusivamente en cada uno de nosotros.