Ganas de no hacer nada… (volver a la infancia)

Vivimos en un mundo donde cada vez más se tiende a eludir cualquier responsabilidad que implique un mínimo esfuerzo. Queremos no tener que trabajar o trabajar menos: disponer de nuestro tiempo libre para divertirnos. La gente cada vez tiene menos hijos porque no están dispuestos a «sacrificar» ni su tiempo ni su dinero, y cualquier esfuerzo más allá de mover el pulgar para hacer scroll en la red social de moda les parece excesivo…

Entiendo esa pulsión. Entiendo la comodidad de quedarse sentado y esperar a que otro te resuelva los problemas. No hacerse cargo de uno mismo y pedir, incluso a veces exigir, que lo haga otro: los gobernantes, los servicios sociales, tu pareja, quien sea… menos tú mismo…

Es la pulsión de volver a la infancia. Es la voluntad de nunca crecer.

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El mundo adulto

Ser adulto es complicado muchas veces. Implica tener responsabilidades y estar pendiente de varias cosas al mismo tiempo mientras no paras de realizar tareas sin parar. Conlleva tener pocos momentos de descanso y relax -momentos que acabas apreciando muchísimo- y tener una buena dosis de «carga mental» permanente.

Básicamente: es un coñazo…

Y entiendo, porque yo también tengo momentos en los que lo siento así, que la gente quiera volver a un tiempo en el que todas esas responsabilidades las tenía otro: papá y mamá.

Empezando por no tener que trabajar y/o preocuparse por el dinero: siempre disponer de lo necesario para vivir y para adquirir lo que necesitemos o deseemos. Nunca tener que mirar cuánto queda en la cuenta… Igual que un niño de una familia de un mínimo nivel: sin preocupaciones.

Pero esto tiene un precio. Un niño es un ser dependiente. no tiene que tomar decisiones ni asumir responsabilidad sobre su vida porque no tiene esa capacidad. Necesita al adulto para poder desarrollarse de forma sana, y poco a poco ir ganando autonomía asumiendo el control de su vida.

Cuando como adultos anhelamos ese «tiempo pasado» no nos damos cuenta de todo lo que implica: ceder el poder de decisión sobre ti mismo como persona. Esto hace que otros, a los que ponemos a cargo de nuestra vida, tomen ese poder y lo usen, no siempre (ni mucho menos) en nuestro beneficio.

Es, por ejemplo, un ricachón que cultiva y vende carne vegetal diciendo que comer carne es malo para el medioambiente. Es el dueño de una farmacéutica dándote la solución (química) a cualquiera de tus síntomas, ya sean físicos o mentales, son las compañías azucareras y productoras de cereales convenciéndote de que hay que tomar menos grasas y más hidratos de carbono… suma y sigue…

Pero es que aunque les importases algo daría igual… Nadie sabe mejor que tú lo que necesitas y qué decisiones son las correctas para ti en un momento dado, siempre y cuando estés dispuesto a ello. A levantarte de la silla y empezar a actuar.

Porque la diferencia entre un niño y un adulto es simple: El niño protesta, el adulto resuelve. El niño no tiene la capacidad de actuar de forma autónoma en su vida, el adulto sí. El adulto sabe lo que tiene que hacer y lo hace, y si no lo sabe lo averigua y decide, y si se equivoca saca el mejor provecho de la situación y busca alternativas para seguir.

La pulsión de volver a la infancia puede ser fuerte cuando ves el esfuerzo que cuesta estar presente en tu vida y asumir tus responsabilidades, tanto hacia ti como hacia otras personas que puedan depender de ti, pero la alternativa es morir en vida, es tirar la toalla. Es pasar de ser piloto a pasajero. Es pasar de escribir tu novela a leer la de cualquier otro…

¿Pelea interior? No. Equilibrio

Esto no significa que haya que desechar esa parte más infantil que seguimos llevando dentro. Está ahí y al despreciarla lo único que consigues es hacerte daño. Esa parte más vulnerable pero también más espontánea es integral a nuestro ser. Es creativa, imaginativa y tiene un inmenso poder de acción si se lo permites.

Solo necesita que la abraces y la aceptes; y que de vez en cuando le permitas salir y desfogarse un poco. Te dará las soluciones más insospechadas a los problemas del día a día cuando menos te lo esperes, y al final te ayudará a valorar qué es lo realmente importante en la vida, lo que en cada momento requiere más atención y lo que no la merece.

Esa parte está en contacto con tu profundidad, con tu sombra. Te alertará cuando algo que te ocurre te toque viejas heridas. Te enseñará a su vez a volver a sentir y a conectarte con tu cuerpo.

No se trata de una «vuelta a la infancia» sino de una reconexión con una parte de nosotros que reclama atencion. Una parte que podemos ver como más infantil, pero que en el fondo alberga una inmensa sabiduría que a veces en nuestra prisa por entrar en el mundo adulto, perdemos u olvidamos.

Es posible ser un adulto responsable sin perder esa conexión, y no solo eso: recuperar esa conexión te dará una visión mucho más amplia sobre lo que significa ser un adulto. Podrás entonces apreciar, tanto lo que te aporta el asumir responsabilidades, como los momentos en los que las puedas dejar de lado para «dar rienda suelta» a ese niño que llevas dentro.

Al fin y al cabo, los árboles que sobreviven cuando el viento azota son los que son fuertes, sí, pero también han de ser flexibles… Ahí está la verdadera sabiduría. Ahí está la verdadera fortaleza.

Termino con este video de El Buen Hijo que me ha gustado. Tiene una linea sobre el trabajo que me ha hecho gracia pero también creo que tiene que ver con lo que hablo aquí…

El rechazo como reacción colectiva

Uno de los múltiples hechos que me tiene confundido últimamente es sin duda la cantidad de rechazo que veo por todas partes. Y no ya un rechazo sosegado, tranquilo… un no me interesas y punto… sigo con mi vida. No. Lo que veo es un ensañamiento con todo tipo de personas, una condena que nunca puede ser aliviada, un desprecio absoluto y un deseo de que esa persona rechazada desaparezca de la faz de la tierra.

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No se si es algo que se hace más evidente en esta época donde todo se canaliza a través de las redes sociales y en realidad siempre había estado ahí… latente. Pero no hay duda de que ahora es mucho más visible. Quizás esto es bueno… mejor airear los trapos sucios que acumular toda la mierda dentro… supongo…

El caso es que me pregunto: ¿De donde nace ese sentimiento de necesitar aplastar a otra persona, reducirla, humillarla y despreciarla hasta que no tenga forma de recuperarse? Obligarla a pedir unas disculpas que nunca serán suficientes y pretender condenarla al ostracismo para siempre…

No voy a entrar en si lo que algunas de estas personas han hecho es más o menos grave. No me interesa justificar este rechazo según el grado de «gravedad» de las acciones que hayan realizado los «condenados» o «condenadas». Me interesa más el lugar desde donde socialmente nace y crece esa necesidad de señalar a alguien, quién sea, y hundirlo hasta lo más profundo.

Tampoco me interesa la moralina ni señalar a nadie como bueno o malo. No quiero juzgar al que ejerce ese rechazo y señalarlo de la misma manera. Puedo estar o no de acuerdo con que algunas acciones son reprobables, pero ahora mismo eso me da igual.

Hay un mecanismo que se dispara cuando vemos algo que nos toca profundo. Una reacción del cuerpo que nos nace de ese lugar herido y puede expresarse de muchas formas, con emociones que se disparan en todas las direcciones. Es normal y está bien poner consciencia en esos momentos cuando nos ocurren para ver la herida, para conocernos, sin necesariamente actuar esa reacción pero que si se actúa pues no pasa nada… hasta cierto punto, claro.

Desde ese lugar puedo entender que una posibilidad es que lo que nazca sea un rechazo profundo a otra persona. Esa persona que te tocó la herida, y que vas a ver como culpable. En ese momento sentir rechazo es algo que veo lógico. De nuevo, pienso que vivir esto de forma consciente es una herramienta de aprendizaje muy valiosa, pero no todo el mundo tiene por qué aprovecharla…

La cuestión es que puede haber momentos donde se genera una «masa» de gente que es «tocada» de la misma manera y reacciona ante un hecho realizado por alguien de forma conjunta. Podría ser que esa persona ha dado en el clavo y ha presionado un botón que desencadena una reacción en cadena a un trauma colectivo… una herida común… Probablemente no toda esa gente reaccione por esta razón, habrá «oportunistas» que aprovechen el tirón inicial para «demostrar» lo virtuosos que son, para sentirse validados o vete tu a saber qué más… pero entre unos y otros se acaba generando una ola cada vez más grande con una inercia imparable y dirigida con total precisión hacia una persona concreta: el CULPABLE (así en mayusculas): El que representa hoy (mañana será otro) todos los males del mundo mundial.

Quizás es algo similar a los linchamientos públicos. Esa sensación de impunidad y de poder dejarse llevar por la masa que lleva a personas, normalmente inofensivas, a cometer actos de total barbarie. La diferencia es que la «masa» en redes sociales está compuesta muy claramente de personas con nombre y apellido clamando contra el culpable del día y todos esos mensajes son individuales y fácilmente distinguibles. Y peor aún: cada día hay un nuevo «clamor» y parece que ya se vuelve algo normal expresar ese odio, siempre justificado, contra la nueva «persona non grata» (a la anterior se la olvida) de forma que algo que podría entenderse como extraordinario, que necesitaba de la confluencia de varios factores que no suelen darse, se convierta en rutina: «voy a abrir twitter a ver en quién hay que cagarse hoy».

Quizás todo es mucho más sencillo. Quizás simplemente estamos jodidos como sociedad, pasándolas putas para llegar a fin de mes, con los precios de todo por las nubes y con una casta política empeñada en robarnos cada vez más con sus impuestos y leyes que parecen hechas a medida para ensañarse con el ciudadano medio mientras ellos conservan sus privilegios como nuevos «señoritos» que no entienden que el hecho de que tengan el poder que tienen no es más que un voto de confianza de la ciudadanía. Punto. Quizás la gente está tan cabreada y se siente tan impotente, que la única forma de liberar las emociones es abrir las redes sociales y buscar un «cabeza de turco» al que humillar e insultar. Por supuesto, esto es una forma bastante inmadura de hacerlo, pero bueno… se puede entender.

Por otro lado está el factor de la polarización social. Pero bueno, eso es un agravante que se aprovecha del malestar existente definiendo claramente quién es tu enemigo (y de quién eres tú el enemigo, claro…), aunque aquí está el factor de la desconfianza… el miedo al diferente, al que no piensa como tú… cosa que creo se ha potenciado hasta límites que rozan lo peligroso…

Y por último, no voy a entrar en la manipulación de algunos intentando dirigir a la masa (también llamada «opinión pública») a que rechace a quién le interesa en un momento determinado, ya sea por sus juegos de poder o como cortina de humo. Tampoco me interesa y al fin y al cabo no hacen más que aprovecharse de el estado emocional de la gente para su beneficio. Cosas de la política, ese mal que asola nuestro mundo hoy en día.

El caso es que ¿qué voy a decir? Es lo de siempre… al final podemos (o no) hacernos cargo de nuestras emociones, ver al otro como la persona que nos ha ayudado a tomar consciencia de algo que guardábamos escondido en nuestro inconsciente y sí, alejarte de quién te haga mal, ningún problema, pero siendo consciente de desde donde surge ese deseo. Ese rechazo…

El rechazo al otro al final no es más que rechazo a una parte de nosotros mismos. Si quieres lo miras. Si no quieres eres libre de seguir poniendo tu foco fuera, en el otro, en el eterno culpable de todos tus males… Tu decides.

Límite vs. Ultimatum

Viendo un video de una señora que parecía un poco perdida con este tema, me he animado a escribir un poquillo…

Básicamente diferenciaba el hecho de «poner límites» de un «ultimatum» en la forma en la que comunicas a la otra persona lo que quieres en una relación. Algo muy sutil…

Nada más lejos de la realidad… La diferencia entre límite y ultimatum es tan clara y sencilla como la diferencia entre poner el foco en ti y poner el foco en el otro.

Un límite ni siquiera necesita ser comunicado, un límite define dónde están tus valores, lo que tú consideras aceptable y lo que no. Como decía alguien que escuché en una vez: ejercer un límite implica un sacrificio: Es una acción.

Un ultimatum es básicamente una forma de extorsionar a otra persona. Decirle que cambie bajo la amenaza de perderte. Es una demostración de poder y generalmente, el que lo hace, cree tener ese poder ya que espera que la otra persona acepte el ultimatum por miedo a perderla.

El ultimatum es siempre hacia el otro. Es una amenaza directa. Si algo te molesta de otra persona puedes aceptar que esa persona es así y decidir si eso es algo que tu no puedes tolerar, intentar entenderla si crees que vale la pena antes de decidir si te alejas o no, pero en el momento en el que le dices que cambie bajo una amenaza ya te sales de ti.

Es curioso, porque parecería que el que es sometido a un ultimatum sería el «dependiente», ya que por miedo a perder al otro acepta algo que no quiere, pero el que ejerce el ultimatum es igual de dependiente, sino más, porque necesita que los demás sean de determinada manera, necesita controlar y cambiar a las personas que están a su alrededor y usa su poder a través de esta y/u otras técnicas de manipulación para someter a los demás.

En lugar de primero mirar por qué se siente incómodo, en lugar de aceptar que quizás la relación no es compatible, directamente su necesidad de seguir en la relación le hace ejercer ese poder casi desesperadamente para no aceptar nada de esto y ver si puede doblegar la voluntad del otro…

Sigue siendo un esclavo de sus emociones…

Cuestionando los motivos (a quién le importa por qué enseñó las tetas Amaral)

Vamos a ver… porque este tema ya me parece totalmente absurdo… Primero: El cuerpo humano ES natural, todos tenemos uno y según el sexo con el que nacemos tendremos polla, coño, tetas etc… Nada nuevo… llevamos miles de años aquí y compartimos estas características con el resto de mamíferos. Si a estas alturas alguien se escandaliza por ver unas tetas que se lo mire y punto…

Me sorprende la deriva que llevamos últimamente… parece que queremos imitar lo peor de otros países/culturas, donde siempre ha habido un puritanismo extremo y donde se escandalizaban con estas cosas mientras desde aquí la reacción solía ser de indiferencia (o al menos eso recuerdo… me estoy acordando del escándalo de Janet Jackson por ejemplo)

A mí me da igual el porqué de lo que hizo Amaral, como me da igual el porqué de lo que hizo Rocío Saiz. Lo que tengo claro es que mientras estas cosas generen tanto «ruido» nos queda por avanzar… Pero igual cuando la crítica viene del otro lado y se juzga a una mujer por vestir de forma demasiado reveladora y de «sexualizarse» para atraer la mirada masculina. Me parece la misma mierda pongas las razones que pongas porque al final el acto es el mismo: censurar.

Por eso me parece que cuestionar los motivos de alguien para hacer algo dentro de su libertad sin hacer daño a nadie es ridículo, o qué pasa… ¿que la misma acción si se hace por un motivo que a mi me gusta entonces guay pero si el motivo es otro entonces fatal?

Amaral es libre de reivindicar el feminismo enseñando las tetas, como Cristina Pedroche de salir a dar las campanadas vestida como le salga de los ovarios. Y sí, ambas podrían tener motivos que desconocemos, ambas pueden tener patrones inconscientes y cosas que autoindagar… ¿Y qué?

¿Qué más da el por qué de esas acciones? Eso es algo que solo ellas pueden saber en última instancia y es asunto suyo. Su libertad no depende de lo que está en su cabeza al hacer algo. Y mucho menos de lo que los demás piensen que está en su cabeza. No hay una policía del pensamiento aún (menos mal…) aunque parece a veces que mucha gente lo desearía…

Por eso me parece mucho más interesante, cuando algo te escandaliza, mirar dentro y ver qué te toca, qué te mueve a ti, en lugar de salir a las redes a despotricar de esa persona y echarle la culpa de como te sientes. Desgraciadamente la tendencia parece ser más bien lo contrario: control, censura y reprimenda. Juzgar al otro y buscar razones para justificar ese juicio. Y ahí entrarán las ideologías y demás mierdas cuando en realidad lo único que ha pasado es que algo te ha hecho sentir incómodo. Punto.

Hazte cargo.

La política destruye…

Backlink | Photo by diana kereselidze on Unsplash

A veces me exalto hablando de política y después, casi siempre, acabo sintiéndome mal, con una sensación entre vergüenza y tristeza. Vergüenza porque me doy cuenta de que me expongo, mostrando algo de mi que realmente no me gusta, pero está… un «yo sé lo que es bueno y lo que es malo» que, por supuesto, no es real.

En los momentos posteriores me doy cuenta de que en el fondo todos esos argumentos, datos, etc… me la soplan. Me dan igual. No se ni por qué me enzarzo en discusiones o debates donde en realidad cada uno tiene su idea preconcebida y ¿quién soy yo para pretender cambiar a nadie? ¿o al revés?

La política es el ejercicio del poder de una persona o grupo para cambiar el mundo a su alrededor, ya sea mediante la fuerza o mediante la manipulación, pero es también el arte de enfrentar a las personas, dividirlas en bandos: derechas e izquierdas, buenos y malos, los de arriba y los de abajo… y cada vez que discuto con alguien de política me da la sensación de que vencen los mismos… los que usarán cualquier herramienta para dividir y polarizar…

Hace mucho tiempo que perdí la confianza en cualquier persona que se autodenomine como político. Sí… sé que quizás, escondido por alguna esquina haya aún algún político más honesto, pero ya me da igual. De todas formas se lo comerán con patatas tarde o temprano desde un sistema que premia al más psicópata, al mejor estratega, al que no tiene ningún problema en hacer lo que haga falta para llegar al poder…

Por eso, normalmente diría que por lo general me ha dado bastante igual quién gobierne, quitando algunos detalles o leyes que me han tocado los huevos bastante, pero he de decir que mi vida ha transcurrido al margen de lo que ocurría en los despachos y de esos seres que estaban luchando entre ellos por conseguir o mantener el poder sobre el país.

Pero parece que en estos últimos años, quizás a raíz de la pantomima de 2020, los políticos tienen cada vez más empeño en meterse en nuestras vidas, en nuestras casas, en nuestros asuntos personales, y cuando tienes el aliento en el cogote de un tío con halitosis todo el día pues llega un momento que ya te hartas… es lógico…

No me gusta el mundo que estamos construyendo, pero confío en que hay un sentido en todo esto, un aprendizaje. Una experiencia de la que se puede sacar algo positivo. Creo que toda situación que se presenta en nuestras vidas es en el fondo una oportunidad de crecimiento, y claro, no es fácil con situaciones difíciles o dolorosas. Y qué fácil es echar balones fuera o distraerse de ese dolor para no hacerse cargo uno mismo…

Por eso creo que en el fondo ni tú ni yo vamos a arreglar el mundo. Y mucho menos los políticos que con más o menos honestidad lo pretenden. El mundo es el que es, y la arrogancia humana es tan grande que piensa que puede intervenir, cambiar esto aquí lo otro allá, y mágicamente el mundo se arregla. Si no puedes ni cambiarte a ti mismo (y ojo… no estoy diciendo que eso sea algo deseable) y menos a tu vecino, amigo o pareja, ¿cómo vas a cambiar la sociedad?

Pero ahí seguimos… discutiendo de política, pensando que si las cosas se hicieran a «nuestra manera» el mundo sería mejor… que «si votas a tal» el país irá mejor… que «si echamos a cuál» evitaremos la catástrofe…

Supongo que es una forma de soltar tensión, pero al mismo tiempo, vista la polarización actual, también es una forma de acabar en enfrentamientos, romper amistades o generar conflictos… cuando en el fondo da igual…

Da igual si tú eres de izquierdas o derechas, si te crees la ideología queer o te parece una estafa, si piensas que hay que liberalizar la economía o regularla más, si te va lo público o lo privado… Da igual porque es una opinión en un mar de opiniones y no va a cambiar nada. No vas a convencer a nadie.

Hay algo mucho más importante que todo eso y es lo que nos une realmente a nivel personal. Somos una red de personas que se importan mutuamente. Como «masa» eso quizás de igual, pero si vas siguiendo la cadena de persona en persona puedes ver y encontrar el verdadero pegamento que nos hace fuertes en conjunto: el amor.

Y ese poder lo tenemos cada uno de nosotros en nuestro entorno, con nuestras familias y amigos, con nuestros hijos, con cada una de las personas con las que nos relacionamos en nuestro día a día.

No puedes cambiar el mundo, pero tú siempre puedes ser lo que quieres del mundo.

Sergi Torres decía que no hemos venido al mundo a cambiarlo o a arreglarlo, que hemos venido a aprender a amarlo, y cada vez veo más que la cosa realmente va por ahí… pero tu eres libre de ser, hablar, relacionarte, ayudar, estar, comprometerte, etc… de la forma que elijas. No como demostración de unos ideales (no sirve… lo siento), sino como una expresión auténtica de lo que eres. La política es mental, falsa, estratégica… una pose que pretende reflejar algo que en realidad está vacío. Por el contrario tu autenticidad es real, si no siempre “adecuada” o «bonita»…

Aún así yo me quedo con la autenticidad…

Las inercias de la vida…

En física, cuando un cuerpo comienza a moverse, al serle aplicada una aceleración, adquiere una velocidad. Si no actúa ninguna otra fuerza sobre ese cuerpo, se seguirá moviendo a esa velocidad para siempre. Si lo ves venir, sabrás de forma intuitiva cuando va a llegar al punto donde estás. Vamos… como cuando juegas al tenis…

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En la vida cotidiana, hay muchas formas de «inercia» que se pueden percibir y que nos pueden ayudar en varios aspectos… especialmente si son «generadas» con una intención clara.

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A todas esas personas que nunca conocí…

Sé que nunca llegué a verte realmente. Creé una imagen de ti en mi mente y di por supuesto que esa imagen eras tú. 

Para bien o para mal, no fui capaz, o mejor dicho no quise mirar más limpiamente para conocer a la persona que se escondía detrás de mis suposiciones, mis conclusiones y prejuicios porque era más cómodo, más fácil.

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¿Educación?

Hay personas que dicen lo que dicen desde un lugar de completa ignorancia… La crianza es compleja y cansada… Lo bueno es que con el tiempo va a menos… Pero me hace gracia como algunos critican a los padres que hacen ciertas cosas desde un lugar de comodidad, ya sea porque no tienen hijos o porque los tienen y básicamente pasan de ellos…

Mucho ánimo desde aquí a todos los que se han metido en el mundo que es esto de la crianza, que guarda tesoros incalculables si los sabes apreciar!

Falacias para defender relaciones abiertas…

Escuchando a personas defender el modelo de “relación abierta” me llama la atención como casi siempre esta defensa se hace contraponiendo este modelo con lo que ellos entienden por relación monógama, pero que está muy lejos de lo que realmente significa una relación exclusiva sana… Una especie de “hombre de paja” que pretende mostrar la relación abierta como el summum de la libertad opuesto al opresivo modelo “tradicional”.

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Todo lo que comienza tiene un final… Gracias Sergi…

Recuerdo la primera vez que fui a ver una charla de Sergi Torres… en un pequeño local de Lavapiés hace unos 9 años. Ya había escuchado alguno de sus videos y me fascinaba su capacidad para desentramar la aparente complejidad de la vida, las relaciones, la consciencia…

Hoy acabo de ver su última charla en Barcelona, parece que última en el sentido literal… no habrá más… un final, un principio, no tengo ni idea…

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Dejad a la chavalada en paz

Hoy voy a hablar de algo ligeramente diferente, aunque al final va todo hacia el mismo lugar… 

Me voy a meter de lleno en un tema polémico más que nada porque todo el mundo, incluso gente con cero experiencia personal en la crianza, tiene una opinión.

Yo también tengo mis opiniones y mi experiencia como padre de dos niños  (ahora adolescentes, uno de ellos recién llegado a la mayoría de edad). 

El resumen de lo que quiero decir es básicamente el título de este texto, pero voy a entrar a explorarlo:

Photo by Jed Villejo on Unsplash
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Nada está bien, nada está mal

Es curioso que se habla mucho de no juzgar a los demás, como si fuese algo malo cuando justo ese principio lo que de alguna manera promueve es la idea de que no hay acciones «malas» ni «buenas». Por otro lado, realmente no se trata de no juzgar sino de ser consciente de nuestros juicios, haciéndonos cargo sin proyectarlos en el otro… Por eso no está ni bien ni mal juzgar, es algo humano que hacemos, y como toda acción humana quizás podríamos empezar por prestar atención al lugar desde donde nace.

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Verónica Forqué se ha suicidado, hijos de puta

Verónica Forqué se ha suicidado y al parecer su última aparición en la tv fue en un programa de mierda donde mostró su vulnerabilidad para inmediatamente ser el haz de reir de las redes (para esos va el título de este texto, por cierto). 

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Os comieron la cabeza… y lo habéis permitido.

Parece que el dinero lo puede todo, o al menos es lo que casi todo el mundo parece pensar, y como un hechizo lanzado sobre la población mundial, sus efectos han moldeado nuestra cultura y percepción de los acontecimientos desde hace muchos años, cada vez de forma más eficiente.

Pero, ¿Como se consigue semejante proeza? ¿Como se anula la capacidad crítica de millones de personas? El dinero no es suficiente, hace falta usarlo de forma correcta en lo que es realmente una guerra abierta contra la población mundial. Una guerra para conseguir eliminar cualquier atisbo de individualidad y capacidad creativa de pensamiento. ¿Para qué? Para nunca volver a ser una amenaza para los poderes establecidos.

Photo by Marco Bianchetti on Unsplash
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Justificar la violencia

foto de Andre Hunter

No suelo hacer ningún comentario político en esta página, lo que no implica que no tenga mi opinión sobre los hechos que han ido ocurriendo en nuestra sociedad los últimos meses, opinión que suelo reservar para mi círculo privado.

Tras lo ocurrido en Vallecas, me apetece expresar alguna reflexión.

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Feliz día de la mujer trabajadora! Emancipémonos!

“Hermanas, ya nos emancipamos de los hombres, ahora todos y todas juntas, unámonos para emanciparnos del estado!”

Al contrario de lo que desde los diferentes poderes nos intentan hacer creer y promocionan activamente, nuestros problemas y nuestra felicidad no dependen realmente de ellos y muestro bienestar no será provisto desde «arriba».

Todo sistema vertical crea opresión y dependencia.

Ningún partido político te va a solucionar la vida, ninguna empresa va a cuidar de ti y al estado le importas un comino como persona. Los únicos que podemos cuidarnos, apoyarnos y ayudarnos a levantarnos después de una caida somos nosotros y nosotras juntos, creando relaciones horizontales de interdependencia…

Amistad, familia, familia extendida, vecinos, personas a nuestra altura que desde el amor y la inclusión del otro en uno mismo pueden darse sin esperar nada a cambio y recibir libremente, sin sentirse dependientes.

Ellos buscan aislarnos, promueven el individualismo y la infantilización de la sociedad para mantenernos dependientes y bajo su poder. Romper las cadenas es solo cuestión de empezar a hacernos cargo de nuestras vidas, tanto a nivel individual como colectivo, y dejar de esperar que nuestras necesidades sean satisfechas desde arriba.

Por eso brindo por restablecer los vínculos horizontales de apoyo mutuo y romper los verticales que nos someten. Feliz 8M y mucho amor!

Photo by Annie Spratt on Unsplash

Emancipación

Hace algo más de un año escribí esto y lo comparto ahora en esta web. Fue antes del asunto del año pero visto lo visto creo que es más relevante aún. La foto la he puesto después en otro texto pero originalmente correspondía a este…


La emancipación es un derecho. Dejar de vivir tutelado por otros es algo fundamental para el crecimiento y la libertad personal. Pero esa emancipación también implica una responsabilidad. Implica hacerte cargo de tu propia vida, de tus emociones. De que cada uno es quien es y es como es y si en algún momento se te pasa por la cabeza pensar en que alguien debería cambiar lo que sea (y da igual el qué o el por qué, incluso el “alguien” que puede ser desde una persona concreta hasta la sociedad o el mundo en el que vivimos) el que “se lo tiene que mirar” eres siempre tú. Hasta que no asumes esto serás siempre dependiente, como un niño, de lo que otras personas hagan o dejen de hacer. Y ahí eres controlable y manipulable. Siempre que necesitas algo de alguien eres manipulable. Cuando aceptas es cuando puedes ser libre de verdad y desde ahí llegar a ser un verdadero adulto. Y que conste que la palabra aceptar no implica que algo te guste. Simplemente que reconoces la realidad tal cual es y haces lo que necesites hacer tú, para ti, al respecto, aceptando las consecuencias y desde tu integridad.

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¿La sociedad perfecta?

Photo by Shot by Cerqueira on Unsplash

La humanidad ha buscado crear formas ideales de organizarse socialmente a través de toda la historia, formas que han ido evolucionando con el tiempo y contexto social de cada momento, pero que suelen tener algo en común: no funcionan en la práctica.

Y creo que hay algo importante que muchos, especialmente personas que ostentan el poder, no acaban de ver: Todo sistema que pretenda crear una socidedad armoniosa y solidaria, impuesto desde “arriba”, está condenado al fracaso.

Hay una prepotencia tremenda en el hecho de pensarse con la capacidad de crear ese sistema perfecto. Solo este hecho ya planta la semilla de la imposibilidad porque de inicio divide a las personas en dos grupos: los que tienen la “solución” y a los que se aplicaría esa “solución”. Los que tienen el poder y los que no (por su propio bien, claro).

El problema es que ese sentimiento de tener la “solución” a todos los problemas nace de una profunda falta de aceptación del otro y de la realidad en la que se vive (en el mejor de los casos) o de un deseo patológico de tener poder sobre los demás (en el peor).

Por lo tanto, sistemas que en un principio podrían parecer ideales se convierten en una distopía al ser forzados sobre la sociedad, normalmente con resultados catastróficos. El siglo 20 está lleno de tristísimos ejemplos…

Lo que nace del odio, genera odio.

Lo que nace del enfrentamiento, genera enfrentamiento.

La solidaridad real es voluntaria, la armonía real es una consecuencia directa del nivel de consciencia de las personas que interactuan en sociedad, no del miedo al castigo. Nada de eso puede ser forzado, y al ser impuesto se convierte siempre en un sistema totalitario.

Por eso la solución es simple y al mismo tiempo imposible de aplicar, de forzar, de planificar o implementar desde el poder:

Es sencillamente el amor.

El amor, que para mi es la capacidad de integrar al otro en tí, es lo único que hace que tomes decisiones que no te benefician a ti por solidaridad con otra persona. Ya que el otro te importa genuinamente. Si el otro te importa, si hay amor, tus acciones nacerán desde el cuidado, tanto de ti mismo, como de los demás, y es solo ahí donde se puede generar una armonía real. Donde cualquier conflicto se puede resolver desde un lugar, no de imposición del que tenga más poder sobre los demás, sino desde una genuina busqueda de soluciones que puedan satisfacer a todas las partes.

Pero es obvio que no vivimos en un mundo que funcione así. Es obvio que la mayoría de decisones que nos afectan no nacen del amor. Es obvio que estamos aún anclados en una lucha de poder que se reproduce desde los grandes conflictos mundiales hasta las relaciones individuales más íntimas entre las personas. ¿Se puede hacer algo al respecto?

No lo sé.

Creo que el mero hecho de buscar una solución que se pueda aplicar la invalida como solución.

De lo que estoy seguro es de que este mundo en el que vivimos nos esta reflejando constantemente nuestras sombras. Estoy seguro de que vivir en este mundo y ver fuera todo tipo de situaciones y eventos que no nos gustan nada nos puede servir para iluminar todos esos aspectos internos que nos desagradan, que no podemos aceptar y que preferimos proyectar fuera, en el otro.

Hay un posible aprendizaje real donde cada uno puede hacerse cargo de su vida.

Y es quizás a través de ese viaje a nuestras profundidades individuales como podríamos llegar a una sociedad donde podamos mirar fuera sin rencor, sin odio, con comprensión y amor. Quizás ese viaje de emancipación personal es lo que puede traer una emancipación real de la humanidad como conjunto.

Solo entonces, cuando los poderes paternalistas que nos controlan como si fuesemos niños pequeños se vuelvan irrelevantes, solo entonces, tendremos la madurez suficiente como para decidir como queremos vivir en sociedad por nosotros mismos.

Comprender: ¿a quién?

Foto de Ming Jun Tang

Creer que puedes analizar y comprender a alguien observándole o interactuando es una ilusión. Mirar como el otro te “toca” a ti y lo que despierta es en cambio una herramienta de aprendizaje y auto conocimiento brutal.

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“Eternal sunshine of the spotless mind” (Spoilers)

No sé cuántas veces habré visto esta película. Quizás 20, quizás 30… Quién sabe… El caso es que es una de mis películas favoritas y sin duda de las mejores que he visto. Charlie Kaufman y Michel Gondry me parecen genios y tanto la forma de narrar la historia como de presentarla visualmente, me parecen realizadas desde un lugar de cuidado e intimidad con el espectador precioso. 

Creo que se puede caer en el cliché de que se trata de una simple historia romántica donde “el amor triunfa al final” ante una adversidad tan grande como es perder la memoria, como si hubiera algo más profundo que queda, que permanece… Algo similar pude interpretar yo mismo cuando la vi por primera vez hace unos 15 años, aunque lo bonito es que cada vez que la veo saco algo nuevo, alguna sutileza en la que no me había fijado.

El caso es que la volví a ver el otro día después de bastante tiempo y me sorprendí con una forma de entender la película totalmente distinta…

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Freedom is just another word for nothing left to lose…

La famosa frase que Janis Joplin cantaba en el tema de Kris Kristoferson, Me and my Bobby McGee, podría sonar un poco derrotista. De alguna manera da la impresión de que la verdadera libertad implica haberlo perdido ya todo. Una vez no tienes ataduras y no hay riesgo de que tus acciones tengan como consecuencia que alguien se vaya o que tengas que sacrificar algo que posees, ya puedes ser tu mismo y ejercer tu libertad totalmente sin preocupación alguna. 

Pero quizás esa visión derrotista no es necesariamente la única posible. Quizás se puede profundizar un poco más.

Si planteamos la posibilidad de que no poseemos nada desde el principio, que cualquier percepción que tengamos en esa línea  no es más que una ilusión, entonces se podría decir que en realidad nunca tuvimos nada que perder…

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El derecho a ser libre

Vivimos en un mundo de adultos infantilizados… Niños en cuerpos grandes que esperan con ansia la nueva orden del gobierno que les calme sus miedos irracionales a los que no se quieren enfrentar mientras se distraen con la última serie de Netflix…

Esto hace que, estemos o no de acuerdo con las medidas que nos imponen para frenar lo que ya muchísimos médicos dicen que no se puede calificar de pandemia, de alguna manera sigamos esperando algo, una solución externa, venga de unos o de otros, cuando esa solución está exclusivamente en cada uno de nosotros.

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