Hoy he visto dos cosas que me han alegrado la mañana de camino al trabajo, por si no fuera suficiente con que es viernes…

La primera ha sido saliendo de la estación de autobuses para caminar al metro en una zona universitaria con mucha chavalada. Una chica muy joven caminaba delante mío y llevaba un libro en el bolsillo trasero del vaquero.
No solo eso: se entreveía el nombre del autor sobresaliendo por fuera: Lope de Vega
Nada importante quizás… pero no se… me gustó, y sin saber el motivo real, puedo fantasear con que pueda ser una alternativa al scroll infinito del móvil… ¿Quién sabe?…
Más tarde, ya saliendo del vagón de metro vi que habían colocado estratégicamente un poste en el acceso a la escalera más cercana. Indicaba que, por obras, no se podía usar la escalera mecánica. Pensé: “Ya verás como todo el mundo se va a la otra escalera para no tener que subir andando”, pero no, fui gratamente sorprendido por una masa de gente que se dirigió, sin dudarlo, hacia el pasillo, no importándole en absoluto el cartel de aviso y subiendo con decisión usando exclusivamente sus dos piernas.
De nuevo… nada importante… personas caminando hacia sus trabajos a las que no les importó un poco de actividad física antes de sentarse en la silla de la oficina durante las próximas horas…
No se… quizás en las pequeñas cosas se ve que no estamos tan mal como podría parecer… que es fácil generalizar, juzgar y despotricar de “la gente”… Pero “la gente” son personas individuales con sus vidas, intereses, pensamientos, reflexiones, aficiones, y decisiones diarias que pintan un complejo mapa que si intentas simplificar pierde todos los matices, todo significado y por supuesto, toda utilidad…