Cuando vas acumulando años y en la vida ya has dado unas cuantas vueltas, te vas dando cuenta de lo que realmente es importante y lo que no lo es tanto… Y en las relaciones aprendes a valorar mucho a personas que han estado y siguen dispuestas a estar ahí aún cuando la forma de relacionarte con ellas haya cambiado.
La pareja es algo ya de por si complejo, pero con la edad se vuelve más complejo aún ya que normalmente somos más «especialitos» con nuestras cosas y unir dos mundos tan definidos no es facil.
Me fascina el mundo de los sueños, siempre lo ha hecho, y desde muy pequeño he buscado un significado, una clave, en multitud de libros, artículos o programas que se mueven entre la psicología y lo esotérico…
Mi conclusión es que en realidad todo debería de ser mucho más sencillo…
Fotograma de «La ciencia del sueño» la fantástica película de Michel Gondry
Los sueños como herramienta de comunicación interna
Una de las ideas más típicas es la de buscar algo simbólico en los sueños que nos puede dar algún tipo de comprensión sobre nuestro inconsciente. Esta idea me parece interesante, pero creo que es importante que sea la persona la que interprete su sueño, no usando herramientas de interpretación genéricas, sino asociando ella misma lo vivido en el sueño y su relación con la realidad, viendo como se siente… Una clave es recordar que todos los personajes de un sueño son en realidad tú. No las personas reales que represntan…
Los sueños como herramienta para sentir
Para mi un grán descubrimiento fue esta idea de que los sueños nos permiten experimentar emociones que no nos permitimos vivr en la vida real. Puedes, por ejemplo, reprimir el enfado en tu vida consciente y si no sale por otro lado, un sueño donde lo sientes a tope, gritas, pegas o lo que sea, será muy terapéutico. Lo mismo con la tristeza, la culpa, etc…
Los sueños como herramienta para experimentar
Por último, y algo relacionado con lo anterior, está la posibilidad de vivir los sueños como una oportunidad de vivr experiencias «alternativas» a tu vida real. Podría ser una manera de ver «qué pasaría si…» o «qué hubiera pasado si…» que combinado con las emociones relacionadas que sientes en el sueño nos pueden aportar mucho. Como una experiencia real que nos ayuda a conocernos mejor, aunque símplemente vivir esa experiencia puede ser ya en sí suficiente «premio»
Yo recuerdo con mucho cariño los sueños que yo llamo «de aventuras», en uno era un piloto de una nave espacial en una batalla frenética que terminó con mi nave estrellándose sobre un planeta… otro parecía una escena de acción sacada de una película de Harry el Sucio… ¡Diversión asegurada! Pero mis favoritos sin duda son los de volar…
Así mismo, los sueños nos permiten reconciliarnos con personas que ya no están: tener esa última conversación, ese abrazo o despedida que, por ejemplo, tu padre no te pudo dar en la vida real… Puede ser tremendamente sanador…
Y no necesita nada más.. nada «esotérico» para darle un significado «extra». Es suficiente el hecho de poder vivir esa experiencia como si fuera real, porque ¿Quién asegura que la vida no es tan solo un sueño con coherencia entre cada «sesión»? Con las teorías de la simulación y avances en la física cuántica ya no queda claro qué es realmente la realidad… por lo tanto tampoco despreciemos esas experiencias vividas en nuestra intimidad inconsciente… son tan válidas como cualquier otra…
Los sueños como herramienta para la creatividad
Añado esto último que aunque me parece obvio, es cierto que no deja de ser importante… Cuánta gente dice haber encontrado la solución a un problema complicado, incluso matemático, en un sueño? ¿Cuántos han compuesto una de sus mejores canciones? Los sueños son espacios donde conectamos con una parte de nostros más profunda, una inteligencia más allá de la lógica mental y pueden producir resultados espectaculares…
Soñar es genial… Lo difícil a veces es recordar los sueños, y esto complica todas las experiencias de las que hablo arriba. Los pocos consejos que tengo para mejorar esto son;
Acostarte pronto y sin demasiadas cosas en la cabeza.
Dormir la siesta (esto suele producir, al menos en mí, sueños más bien rallantes y extraños)
Apuntar lo poco que recuerdes nada más despertar. Normalmente al apuntarlo te vas acordando de más, incluso a veces horas después de despertar.
Nada más… a disfrutar de la vida y de esa parte más «misteriosa» que todos llevamos dentro… Y si quieres inspiración, La ciencia del sueño puede ser una buena elección para ver una noche de estas…
Los seres humanos tenemos un cerebro espectacular. Una mente pensante que está siempre maquinando y analizando todo lo que ocurre tanto fuera como dentro de nuestra persona.
Pero toda esta inteligencia tiene una consecuencia negativa importante que nos impide, primero: tener una experiencia plena de quiénes somos ahora mismo, no en el pasado o en el futuro… sino ahora en el presente. Y segundo: nos engaña con una sensación de progreso, de evolución o aprendizaje que es falsa…
Somos tan inteligentes que hemos conseguido engañarnos a nosotros mismos, tan bien, que podemos estar años así, sin darnos cuenta…
Porque el problema de este aprendizaje mental es que no lo llegamos a integrar. No pasa a ser parte de quién somos. Es simplemente algo que analizamos con nuestra mente, por lógica nos parece bien, y nos forzamos a actuar.
Es muy diferente cuando eres espontáneo, cuando haces lo que sientes, a cuando actuas como piensas que tienes que actuar. En el primer caso expresas quien eres, pero puede ser algo impredecible, inadecuado a veces, con un alto riesgo de producir rechazo en los demás. Lo que pasa es que en el segundo caso lo único que haces es disfrazarte. Ocultarte para actuar como «es debido».
Y no solo como esperan los demás… Esto puede ocurrir cuando te autoconvences de que algo nuevo que acabas de aprender es mejor y te fuerzas a cambiarlo. Por ejemplo, cuando la gente descubre la «espiritualidad» desde la mente y empiezan a meditar, a decir que aman a todo el mundo, etc…
Pero no es real… es solo que usando la lógica cerebral has llegado a la conclusión de que tienes que actuar o sentir de una cierta manera para «ser mejor» y lo haces… pero no lo integras. No es real…
El amor
Y ya que menciono el amor, voy a seguir por ahí… Se habla tanto de lo importante que es el amor en el mundillo espiritual, de que somos uno y todo eso, pero normalmente se hace de esta forma… como un pensamiento que «tiene que ser así», y no… no tiene que ser de ninguna manera…
Tú no tienes por qué sentir que eres uno con nadie, ni tienes por qué sentir amor por otra persona. Esto no va de pensar «¡Hey, el mundo sería mejor si todos nos amásemos los unos a los otros!» y forzarse a hacerlo. Vas a recibir de vuelta todo el cabreo y desamor que no ves en ti, tu disfraz se va a romper enseguida y saldrá quien eres… más tarde o más temprano…
No… simplemente se trata de ser quien eres, amar cuando ames, odiar cuando odies. Ya está…
El amor, como fuerza integradora que hace que nos sintamos parte de algo más grande, no tiene sentido cuando se fuerza, porque entonces no es más que una actuación, y seamos sinceros: no solemos ser muy buenos actores… Y sí, esa actuación podría dar la apariencia de armonía, incluso una sociedad podría parecer muy avanzada funcionando así, pero solo en la superficie, porque escondería todo lo «feo» que no queremos ver en nosotros, todo lo que rechazamos, todo el odio, todo el egoismo, el miedo… y acabaría saliendo por algún lado…
La educación
Nunca he sido muy fan de la educación en general. No sabía muy bien por qué, quizás un «espíritu adolescente», rebelde, que me salía en contra de cualquiera que te dijese lo que tienes que hacer, o cómo tienes que ser… la moralidad impuesta… quizás por eso me encanta “Another brick on the wall”…
Pero pensando en esto de lo que hablo aquí, me doy cuenta de que justo la educación representa este principio de una forma muy explícita: Se trata de inculcar un comportamiento a un niño que viene libre de condicionamientos. Enseñarle cuál es la forma correcta de actuar en la sociedad/cultura en la que ha nacido. Y al ser desde muy pequeño, muchos de estos aprendizajes calan en el inconsciente volviéndose automáticos, pero siguen siendo algo aprendido desde la cabeza y muchas veces van en contra de quién el niño es a un nivel más profundo, creando una gran insatisfacción una vez han conseguido que ese niño se resigne a cómo funciona el mundo a su alrededor.
La mente y el aprendizaje…
Actuar desde la lógica y no desde lo que sientes…
Acabar con la intuición…
El verdadero aprendizaje
No sé si tiene sentido hablar de aprendizaje, aunque a mí me gusta mucho hablar de «la toma de consciencia» porque supongo que me parece algo diferente…
Tomar consciencia implica simplemente ver un poco más lejos… incluir algo que antes desconocías y que simplemente al verlo te cambia la perspectiva. Pero esto no puede ser enseñado, no puede ser impuesto…
Tampoco estoy diciendo que no se enseñe nada a los niños, pero sí que sea lo mínimo y no desde el «esto está bien, esto está mal» sino más desde un entender que hay ciertos «acuerdos» y costumbres, que tenemos que aceptar el mundo al que venimos y a veces hay que adaptarse, pero no es lo mismo ponerse un traje, sabiendo que es algo puntualmente necesario que autoconvecerte de que tú eres el traje… y te encanta.
Por eso me molesta cuando, por ejemplo, se obliga a los niños a dar las gracias. Parece que lo único que importa es la apariencia de agradecimiento, la convención social. Y sí, tú puedes explicarle al niño que es una convención social y que con ciertas situaciones se espera que lo hagas, pero no hace falta hacerle sentir culpable o inadecuado por no sentir agradecimiento en ciertos momentos. Es lógico que no lo sientan… son inmaduros por naturaleza… pero muchas veces los adultos solo queremos que se «porten bien» por nuestra propia comodidad o porque nos da verguenza que “la líen” en público, cuando es lo más normal siendo niños…
Yo prefiero que si mi hijo me da las gracias sea porque sale de él de forma natural, porque lo sienta, no porque le haya machacado yo tanto que al final «sucumba» y se porte así por miedo…
Y como esto todo lo demás: los modales, la forma de hablar, jugar, expresarse, etc… Me da la sensación de que los adultos somos unos «aguafiestas» que perdimos nuestra espontaneidad y no podemos soportar verla en los que aún la tienen…
En fin…
Al final es eso… la espontaneidad… pero cuidado: ahora tu cerebro puede decir que lo «lógico» es ser espontáneo y empezar a forzarte a serlo porque «es lo correcto»… no… no funciona así… se trata de quitarse cadenas, no de ponerse cada vez más…
Quería poner «struggle of modern relationships» y no se si la traducción es la más adecuada… en fin… Empezamos:
Veía un video de un psicólogo que habla mucho sobre las relaciones desde un punto de vista crítico con el feminismo moderno, y comentaba el hombre que muchas mujeres con las que habla le comentan que son mujeres de éxito, con una carrera potente y buen sueldo, responsables y de «alto valor», y se ven en la situación de no encontrar hombres que estén «a su altura» para comenzar una relación. Se tienen que conformar con hombres de menos éxito o «valor» y muchas de ellas casi prefieren quedarse solas.
Ante esto, el hombre comenta algo así como «bienvenida al mundo de los hombres», dando a entender que esa es la posición que han tenido los hombres tradicionalmente, aportando todo ese valor en la relación para una persona que «claramente está por debajo»
No voy a entrar en el tema de si es la mujer o el hombre, o qué rol han de tener en una relación. No me interesa… Lo que me interesa es la visión transaccional que estas personas (sean hombres o mujeres) muestran al expresar esta queja.
Hay algo que no se puede concretar pero es importante igualmente. Algo que nos define ante el mundo y normalmente nunca llegamos a verbalizar. Es una esencia, llámalo «tu ser» si quieres.
Ya escribí sobre esto de forma general hace un tiempo: la frasecita de marras de Simone de Bouvoir… pero el otro día vi un ejemplo perfecto de lo dañino de esa forma de entender la vida que da carta blanca a la instrumentalización del dolor ajeno para avanzar tu causa.
Hubo una época en la que mis hijos no habían nacido aún y yo era un chavalín inconsciente que deambulaba con sus movidas de un lado a otro, pero sin embargo ellos estaban presentes.
Si se lo dices te mirarán incrédulos… “¿De que me hablas?” podrían preguntar… Pero eso solo es la superficie de un mar inmenso que nos azota a todos: la eternidad; la permanencia…
Fotograma de «El Gran Dictador» de Charles Chaplin
Siguiendo la linea de lo que lleva ocurriendo ya años, volvemos a tener otro episodio donde se pone de manifiesto la necesidad de control, el autoritarismo, el intento de infantilización forzada de la gente y una posición de superioridad moral esperpéntica digna de cualquier dictador de tres al cuarto sacado de nuestro oscuro pasado y actualizado con vestimentas de colores y purpurina.
Hay una máxima en la improvisación: dar siempre un «sí». Esto lo sé porque un amigo mío trabaja con este tema.
Cualquier situación que se presenta durante la improvisación se acepta, se integra y se juega con ella… ¿Por qué no jugar también con las situaciones que se nos presentan en la vida?
Vuelvo a ver el Show de Truman, un peliculón en toda regla, y me fijo en algunos detalles… “toma de consciencia” lo llaman… o “darse cuenta” por decirlo de forma menos pretenciosa…
Recuerdo la primera vez que fui a ver una charla de Sergi Torres… en un pequeño local de Lavapiés hace unos 9 años. Ya había escuchado alguno de sus videos y me fascinaba su capacidad para desentramar la aparente complejidad de la vida, las relaciones, la consciencia…
Hoy acabo de ver su última charla en Barcelona, parece que última en el sentido literal… no habrá más… un final, un principio, no tengo ni idea…
La deriva narcisista de las redes es algo que cada vez me llama más la atención… Un paseo por Twitter, Instagram, Facebook o Youtube se convierte en un complicado ejercicio de filtrado donde cada vez es más dificil encontrar contenido honesto y que merezca la pena.
Parece que hemos normalizado el “clickbait” hasta tal punto que creo que hay gente con contenido honesto que al final acaba sucumbiendo a esta práctica porque ven que “es la única manera” de conseguir algo de atención… Titulares engañosos o directamente falsos, fotos trucadas, etc…
Es curioso que se habla mucho de no juzgar a los demás, como si fuese algo malo cuando justo ese principio lo que de alguna manera promueve es la idea de que no hay acciones «malas» ni «buenas». Por otro lado, realmente no se trata de no juzgar sino de ser consciente de nuestros juicios, haciéndonos cargo sin proyectarlos en el otro… Por eso no está ni bien ni mal juzgar, es algo humano que hacemos, y como toda acción humana quizás podríamos empezar por prestar atención al lugar desde donde nace.
¿Recuerdas cuando eras pequeño o pequeña? ¿Cuando hacías una carrera con tus amigos? Si ganaste alguna vez y saltaste de alegría quizás por tu boca salieron las palabras: “¡¡Soy el mejor del mundo!!”
Yo recuerdo las competiciones de salto en bici por el monte, marcando con una raya en la arena el récord de salto y las horas que nos pasábamos intentando superarlo… lo mantuve unas semanas… hasta que otro amigo consiguió un salto espectacular… teníamos 11 años y ese era nuestro mundo…
Dentro del espectro que va entre el autoritarismo y la libertad siempre me he posicionado claramente en el segundo campo con independencia de cualquier ideología política. Es cierto que hace mucho tiempo solía pensar que las ideas de izquierdas estaban más alineadas con la idea de libertad, cosa que los últimos años he ido viendo que es falso. Tampoco creo que las ideas de derechas vayan por ahí, por cierto…
Verónica Forqué se ha suicidado y al parecer su última aparición en la tv fue en un programa de mierda donde mostró su vulnerabilidad para inmediatamente ser el haz de reir de las redes (para esos va el título de este texto, por cierto).
Despertar temprano y buscar la distracción. Hacer algo porque hay que hacer algo, siempre, rellenando los huecos naturales que la vida deja entre cada cosa que ocurre. Tener una tarea para sentirte útil de nuevo y pensar: “Ahora hay algo que puedo dar, que puedo entregar y observar: ¿Hay una respuesta? ¿Sirve de algo? ¿Afecta al entorno?” Como un científico que experimenta tocando aquí y allá, mezclando una sustancia con otra… “Ah! Hay reacción!” Algo nuevo sucede y el sentimiento de satisfacción crece llegando a un pico para luego descender poco a poco… Volvemos a la “normalidad”… La vida continúa.
La música…. Vibraciones del aire que llegan a los oídos y producen toda clase de sensaciones. Siempre me he preguntado qué tiene la música que la separa de los demás sonidos “mundanos” como conversaciones irrelevantes, gritos reivindicativos o susurros intentando convencerte de algo con mayor o menor éxito…
La música, al fin y al cabo también cuenta cosas, también habla y puede querer incluso influenciarnos, pero no pretende nada, no exige tu acuerdo, le da igual tu interpretación, simplemente es, y lo que evoca al ser escuchada es tan personal y propio de cada uno, tan intimo que ni el artista podría anticiparlo…
Parece que el dinero lo puede todo, o al menos es lo que casi todo el mundo parece pensar, y como un hechizo lanzado sobre la población mundial, sus efectos han moldeado nuestra cultura y percepción de los acontecimientos desde hace muchos años, cada vez de forma más eficiente.
Pero, ¿Como se consigue semejante proeza? ¿Como se anula la capacidad crítica de millones de personas? El dinero no es suficiente, hace falta usarlo de forma correcta en lo que es realmente una guerra abierta contra la población mundial. Una guerra para conseguir eliminar cualquier atisbo de individualidad y capacidad creativa de pensamiento. ¿Para qué? Para nunca volver a ser una amenaza para los poderes establecidos.
En los libros de la serie de los robots de Isaac Asimov, se contaban historias que ocurrían en diferentes momentos del futuro de la humanidad, pero uno de esos momentos que me llamó mucho la atención fue lo que el autor llamaba la “primera ola” de expansión humana por el espacio.
Creer que puedes analizar y comprender a alguien observándole o interactuando es una ilusión. Mirar como el otro te “toca” a ti y lo que despierta es en cambio una herramienta de aprendizaje y auto conocimiento brutal.
Un amigo me comentó: tu ultima canción es muy bonita pero triste.
Lo primero que me viene a la mente al escuchar esto es: ¿y qué pasa si una canción es triste? Al fin y al cabo cada uno recibimos cada canción que escuchamos desde nuestro punto de vista, nuestra realidad. Lo que alguien interpreta como triste otra persona podría verlo como algo liberador o sanador. Como lo recibimos o como resonamos con una letra, un poema o una pieza artística nos puede decir mucho de quién somos en ese momento. Probablemente mucho más que sobre el creador mismo…
Desde los confines de la historia el ser humano a evolucionado como ser social. Solos eramos vulnerables, juntos eramos poderosos. Todo avance humano se ha hecho en grupo y colaborando (ya sea de forma voluntaria o no, que sería otro tema).
Además el ser humano es un mamífero, un ser sexuado. Nuestras sociedades siempre se han formado desde esa báse tan física, tan animal, tan “básica” y sobre esa base hemos construido un mundo que al final se ha acabado avergonzando de su propia naturaleza. Nos hemos separado de nuestros orígenes.
Ésto no pretende ser una apología de una imposible vuelta al pasado, ni nada que se le parezca, por donde voy tiene más que ver con el hecho de que negando quienes somos nos estamos perdiendo.