Una ideología no te hará «buena persona»

En un mundo totalmente polarizado, y no por casualidad, políticos de todos los colores tienen un claro interés por, de alguna forma, dejar claro que estar con ellos es estar con los «buenos». Esta narrativa simplona y fácil de entender es perfecta para ellos, ya que apuntan a convencer a la gran masa que no se quiere complicar mucho la vida con profundas reflexiones o complejos argumentos:

Nosotros o el caos.

Con eso basta.

Photo by Jose M on Unsplash

El problema es que, más allá de convencer – o no – como partidos específicos, lo que sí han conseguido es imprimir una idea de «buenos y malos» más genérica que comparten entre sí los partidos que dicen pertenecer a ideologías similares:

Izquierda y derecha, al centro y pa’dentro…

Ellos pueden hacer lo que quieran, y es obvio que a todos les interesa aparentar bondad e interés por el prójimo mientras al mismo tiempo dejan claro que sus contrarios son todo lo opuesto. Hasta ahí todo bien.

El problema es cuando nosotros, ciudadanos de a pié, compramos sus desvaríos interesados y los empezamos a usar para definirnos; cuando empezamos a usar sus ideologías baratas para definirnos tanto a nosotros mismos como al resto de las personas que vemos o con las que interactuamos:

Es un error garrafal…

La ideología, en su forma más ideal, no es más que un modelo teórico de cómo podría funcionar una sociedad humana. Intentaban resolver los problemas de las sociedades en las que habitaban sus autores mediante la aplicación de distintas herramientas para «moldear» a sus poblaciones. Una ideología es mental, es especulativa, y es algo muy divertido con lo que pasar una tarde charlando con los amigos.

Photo by Andrei Ianovskii on Unsplash

Pero una ideología no dice nada de ti como persona. Pensar que el mundo sería mejor si se aplicase tal o cual fórmula no te hace ser mejor ni peor persona. Simplemente has hecho un ejercicio teórico y has llegado a una conclusión. Nada más…

Tenemos que entender que las personas suelen mirar por sus intereses, y por ende, elegirán ideologías que perciban como beneficiosas para ellos. Es sencillo. Cada partido entonces va a por un «nicho de mercado» social concreto y dirige su mensaje para atraerlo.

Ahora… tú como persona individual en tu vida vas a encontrarte con un montón de situaciones donde vas a tener que tomar una decisión, y muchas veces esa decisión afectará positiva o negativamente tanto a ti como a otras personas cercanas. El hecho de que seas de izquierdas o de derechas no es determinante a la hora de valorar qué decisión tomar. Lo que es determinante es quién eres y qué sientes tanto hacia ti mismo como hacia esas personas a las que podría afectar tu decisión.

Por supuesto: las etiquetas sencillas de «bueno» o «malo» se quedan muy cortas para definir a las personas en su día a día y el juicio moral sirve de poco cuando cada persona lo va a realizar desde su perspectiva, a veces interesada, pero siempre parcial. No sirve de mucho. Lo que sirve es tu propia «brújula moral» y el lugar dentro de ti desde el que decides: ¿Es desde el amor?

La ideología simplemente propone unas normas más bien genéricas sobre cómo debería funcionar la sociedad. Las aplica como un corsé de talla única que no le acaba de quedar bien a nadie y espera que con el tiempo nos adaptemos al corsé y ya ni nos demos cuenta de que lo llevamos puesto.

Pero no deja de ser algo impuesto desde fuera, ya sea por vía directa o de forma más sutil.

De nuevo: no sirve. Tu bondad siempre nace desde dentro. Nace del amor que sientes por las personas que tienes cerca. Nace del amor que sientes hacia ti mismo y de la balanza entre el uno y el otro. Tu «ser buena persona» no es más que la escucha a lo que el otro tiene que decir, no para contestarle o rebatirle sino simplemente para entenderle, para ver de dónde vienen sus ideas, por qué no piensa igual que tú. Ceder cuando te das cuenta de que es lo mejor para todos los involucrados, no hacerlo cuando te das cuenta de que por mucho que ames al otro hay líneas que no vas a cruzar.

Una ideología no tiene esa sutileza. Es burda e inflexible. No sirve para guiarte en tu vida, ni siquiera sirve para guiarnos como sociedad (aunque en esto tienen mucha responsabilidad nuestros políticos…). Solo sirve como ejercicio intelectual, como excusa para charlar y debatir un rato con unas cervezas, como un juego al fin y al cabo.

Pero tu vida no es un juego, aunque a veces esa sea la mejor forma de tomársela. Tampoco es un ejercicio mental; es realidad, es tu realidad y la de todos los que te acompañan y no se «arregla» aplicando recetas escritas en algún manual,

¿No lo he dicho ya? No hay un manual para la vida. No hay un manual para ser mejor persona. Hay experiencia y toma de responsabilidad. Hay aprendizaje; y de todas formas una ideología nunca pretendió ser un manual personal aunque haya personas que así lo deseen.

Entonces: cuando escucho «este vota a ___ debe ser un ___ » (pongan su ideología más odiada y el insulto que vean adecuado en los espacios en blanco), siempre pienso: «¿Y tú qué sabes? ¿Le conoces? ¿Sabes lo que pasa por su cabeza, su experiencia de vida, cómo entiende la política y por qué llegó a votar a ese partido? Te lo adelanto: NO.

El mundo es complejo y si cada persona es un mundo, imagínate cómo será de complicado, no solo entenderte a ti mismo, pero entender a otro ser humano sin estar en sus zapatos…

Para lo que sí sirve la ideología es para separar a las personas y polarizarlas, pero no para tu beneficio ni el mío: los únicos beneficiados son los que pretenden estar arriba, moviendo los hilos, y la ideología es un hilo más…

¿Lo cortamos?

Photo by Paola Aguilar on Unsplash

Cuestionando los motivos (a quién le importa por qué enseñó las tetas Amaral)

Vamos a ver… porque este tema ya me parece totalmente absurdo… Primero: El cuerpo humano ES natural, todos tenemos uno y según el sexo con el que nacemos tendremos polla, coño, tetas etc… Nada nuevo… llevamos miles de años aquí y compartimos estas características con el resto de mamíferos. Si a estas alturas alguien se escandaliza por ver unas tetas que se lo mire y punto…

Me sorprende la deriva que llevamos últimamente… parece que queremos imitar lo peor de otros países/culturas, donde siempre ha habido un puritanismo extremo y donde se escandalizaban con estas cosas mientras desde aquí la reacción solía ser de indiferencia (o al menos eso recuerdo… me estoy acordando del escándalo de Janet Jackson por ejemplo)

A mí me da igual el porqué de lo que hizo Amaral, como me da igual el porqué de lo que hizo Rocío Saiz. Lo que tengo claro es que mientras estas cosas generen tanto «ruido» nos queda por avanzar… Pero igual cuando la crítica viene del otro lado y se juzga a una mujer por vestir de forma demasiado reveladora y de «sexualizarse» para atraer la mirada masculina. Me parece la misma mierda pongas las razones que pongas porque al final el acto es el mismo: censurar.

Por eso me parece que cuestionar los motivos de alguien para hacer algo dentro de su libertad sin hacer daño a nadie es ridículo, o qué pasa… ¿que la misma acción si se hace por un motivo que a mi me gusta entonces guay pero si el motivo es otro entonces fatal?

Amaral es libre de reivindicar el feminismo enseñando las tetas, como Cristina Pedroche de salir a dar las campanadas vestida como le salga de los ovarios. Y sí, ambas podrían tener motivos que desconocemos, ambas pueden tener patrones inconscientes y cosas que autoindagar… ¿Y qué?

¿Qué más da el por qué de esas acciones? Eso es algo que solo ellas pueden saber en última instancia y es asunto suyo. Su libertad no depende de lo que está en su cabeza al hacer algo. Y mucho menos de lo que los demás piensen que está en su cabeza. No hay una policía del pensamiento aún (menos mal…) aunque parece a veces que mucha gente lo desearía…

Por eso me parece mucho más interesante, cuando algo te escandaliza, mirar dentro y ver qué te toca, qué te mueve a ti, en lugar de salir a las redes a despotricar de esa persona y echarle la culpa de como te sientes. Desgraciadamente la tendencia parece ser más bien lo contrario: control, censura y reprimenda. Juzgar al otro y buscar razones para justificar ese juicio. Y ahí entrarán las ideologías y demás mierdas cuando en realidad lo único que ha pasado es que algo te ha hecho sentir incómodo. Punto.

Hazte cargo.

La política destruye…

Backlink | Photo by diana kereselidze on Unsplash

A veces me exalto hablando de política y después, casi siempre, acabo sintiéndome mal, con una sensación entre vergüenza y tristeza. Vergüenza porque me doy cuenta de que me expongo, mostrando algo de mi que realmente no me gusta, pero está… un «yo sé lo que es bueno y lo que es malo» que, por supuesto, no es real.

En los momentos posteriores me doy cuenta de que en el fondo todos esos argumentos, datos, etc… me la soplan. Me dan igual. No se ni por qué me enzarzo en discusiones o debates donde en realidad cada uno tiene su idea preconcebida y ¿quién soy yo para pretender cambiar a nadie? ¿o al revés?

La política es el ejercicio del poder de una persona o grupo para cambiar el mundo a su alrededor, ya sea mediante la fuerza o mediante la manipulación, pero es también el arte de enfrentar a las personas, dividirlas en bandos: derechas e izquierdas, buenos y malos, los de arriba y los de abajo… y cada vez que discuto con alguien de política me da la sensación de que vencen los mismos… los que usarán cualquier herramienta para dividir y polarizar…

Hace mucho tiempo que perdí la confianza en cualquier persona que se autodenomine como político. Sí… sé que quizás, escondido por alguna esquina haya aún algún político más honesto, pero ya me da igual. De todas formas se lo comerán con patatas tarde o temprano desde un sistema que premia al más psicópata, al mejor estratega, al que no tiene ningún problema en hacer lo que haga falta para llegar al poder…

Por eso, normalmente diría que por lo general me ha dado bastante igual quién gobierne, quitando algunos detalles o leyes que me han tocado los huevos bastante, pero he de decir que mi vida ha transcurrido al margen de lo que ocurría en los despachos y de esos seres que estaban luchando entre ellos por conseguir o mantener el poder sobre el país.

Pero parece que en estos últimos años, quizás a raíz de la pantomima de 2020, los políticos tienen cada vez más empeño en meterse en nuestras vidas, en nuestras casas, en nuestros asuntos personales, y cuando tienes el aliento en el cogote de un tío con halitosis todo el día pues llega un momento que ya te hartas… es lógico…

No me gusta el mundo que estamos construyendo, pero confío en que hay un sentido en todo esto, un aprendizaje. Una experiencia de la que se puede sacar algo positivo. Creo que toda situación que se presenta en nuestras vidas es en el fondo una oportunidad de crecimiento, y claro, no es fácil con situaciones difíciles o dolorosas. Y qué fácil es echar balones fuera o distraerse de ese dolor para no hacerse cargo uno mismo…

Por eso creo que en el fondo ni tú ni yo vamos a arreglar el mundo. Y mucho menos los políticos que con más o menos honestidad lo pretenden. El mundo es el que es, y la arrogancia humana es tan grande que piensa que puede intervenir, cambiar esto aquí lo otro allá, y mágicamente el mundo se arregla. Si no puedes ni cambiarte a ti mismo (y ojo… no estoy diciendo que eso sea algo deseable) y menos a tu vecino, amigo o pareja, ¿cómo vas a cambiar la sociedad?

Pero ahí seguimos… discutiendo de política, pensando que si las cosas se hicieran a «nuestra manera» el mundo sería mejor… que «si votas a tal» el país irá mejor… que «si echamos a cuál» evitaremos la catástrofe…

Supongo que es una forma de soltar tensión, pero al mismo tiempo, vista la polarización actual, también es una forma de acabar en enfrentamientos, romper amistades o generar conflictos… cuando en el fondo da igual…

Da igual si tú eres de izquierdas o derechas, si te crees la ideología queer o te parece una estafa, si piensas que hay que liberalizar la economía o regularla más, si te va lo público o lo privado… Da igual porque es una opinión en un mar de opiniones y no va a cambiar nada. No vas a convencer a nadie.

Hay algo mucho más importante que todo eso y es lo que nos une realmente a nivel personal. Somos una red de personas que se importan mutuamente. Como «masa» eso quizás de igual, pero si vas siguiendo la cadena de persona en persona puedes ver y encontrar el verdadero pegamento que nos hace fuertes en conjunto: el amor.

Y ese poder lo tenemos cada uno de nosotros en nuestro entorno, con nuestras familias y amigos, con nuestros hijos, con cada una de las personas con las que nos relacionamos en nuestro día a día.

No puedes cambiar el mundo, pero tú siempre puedes ser lo que quieres del mundo.

Sergi Torres decía que no hemos venido al mundo a cambiarlo o a arreglarlo, que hemos venido a aprender a amarlo, y cada vez veo más que la cosa realmente va por ahí… pero tu eres libre de ser, hablar, relacionarte, ayudar, estar, comprometerte, etc… de la forma que elijas. No como demostración de unos ideales (no sirve… lo siento), sino como una expresión auténtica de lo que eres. La política es mental, falsa, estratégica… una pose que pretende reflejar algo que en realidad está vacío. Por el contrario tu autenticidad es real, si no siempre “adecuada” o «bonita»…

Aún así yo me quedo con la autenticidad…

Dime la verdad… aunque duela…

Veía un video sobre la «honestidad radical» y sus multiples ventajas, incluso en ámbitos en los que yo desconocía totalmente su aplicación. Una honestidad total no solo con los demás pero también con uno mismo, que aún pareciéndome fantástica y siendo algo que he compartido siempre, mejora no solo las relaciones con los demás, pero también ayuda (y esto lo desconocía) a reducir el riesgo de adicciones y otros problemas mentales que abundan en el mundo moderno.

Backlink | Photo by Jason Rosewell on Unsplash

Aquí voy a centrarme más en las relaciones porque éste video ha sido como una ráfaga de aire fresco después de observar la tendencia hacia una comunicación infantilizadora y deshonesta: la «Comunicación No Violenta», o CNV…

Ésta forma de comunicación, pretendiendo ser una solución a los conflictos y a los malos entendidos, eternas discusiones o cabreos, lo que consigue es convertirse en una barrera, una especie de filtro, que básicamente lo que consigue es distanciar a las personas antes cercanas…

Para mi es en esencia un arma de destrucción de relaciones.

¿Por qué?

Lo primero y para mi más importante es que elimina la espontaneidad en la comunicación entre personas que (en teoría) se quieren y comparten algún nivel de intimidad (pareja, amigos cercanos, familia, etc…). No me interesa lo útil que pueda resultar en el trabajo o en el ámbito de la educación. Eso es tema para otro texto…

Cuando una persona te importa y compartes una cercanía, la honestidad es PRIMORDIAL. Sin honestidad estás creando un personaje falso para que el otro te perciba de una cierta manera calculada y artificial. Me importan poco las razones (miedo al rechazo, interés por conseguir algo, o lo que sea), el caso es que hay una especie de «ente» intermedio entre tú y tu interlocutor. Este «ente» traduce lo que quieres expresar filtrando o modificando tu discurso para adaptarlo al otro. El otro te recibe sin saber lo que hay detrás de ese «ente». No te llega a conocer nunca.

Dos personas relacionándose de esta forma en realidad no se están relacionando. Cada uno se relaciona con una imagen adaptada por el otro. Y sin conocerse no hay forma de confiar. Y sin confianza no hay relación, no hay nada.

Esto no significa que no sea bueno tener una medida de control a la hora de hablar con alguien a quién queremos. Se da por supuesto que te importa esa persona y no vas a empezar a agredirla y faltarle el respeto con la excusa de ser honesto. Si explotas y te pones a gritar de forma descontrolada a alguien cercano, no estás siendo ni sincero ni espontáneo. Estás siendo un gilipollas. Y mereces que esa persona se aleje de ti sin ninguna explicación (esto es simplemente una opinión… cada uno lidia con el abuso a su manera, por supuesto)

Aclarado este detalle sigo: Cuando tu sientes que algo que ha hecho otra persona te ha dañado hay varios niveles que pueden ser analizados. Primero es reconocerse como «el que siente» y ver qué hay en ti que pueda hacerte más sensible al comportamiento del otro. Esto no pretende quitarle responsabilidad sobre sus actos, simplemente ver si hay algo en ti, una herida oculta que surge cuando te «tocan» en un «punto» concreto. Lo segundo es cómo reaccionas. Aquí es donde creo que es importante ser honesto y espontáneo. La CNV propone una serie de pasos que convierten toda comunicación en un ejercicio de análisis mental y de suposiciones sobre el otro que eliminan cualquier atisbo de autenticidad. Dependiendo de la cercanía y el nivel de confianza tú decides qué quieres compartir con la persona sobre lo que sientes y se lo comunicas (o no) tal cual lo sientes. Después ejerces tus limites si lo ves necesario mediante la acción, que será diferente dependiendo de la cercanía y la importancia de esa persona en tu vida.

Otro punto que me parece totalmente inadecuado es que con la excusa de «cuidar» al otro, lo que se hace es infantilizarlo y presuponer qué le puede sentar mal o hacer daño, adaptando el discurso con la pretensión de evitar ese posible daño. Es básicamente como caminar descalzo entre cristales rotos aunque al final puedan resultar ser inofensivos trozos de papel de plástico… No lo sabes.

Porque ¿quién eres tú para presuponer lo que le va a sentar mal o bien a otra persona separada de ti? No estás en su cabeza y además se supone que ambos sois adultos responsables de si mismos. Si algo le molesta te lo dirá y viceversa.

Y hablo de infantilizar porque al hacer este movimiento, te estás colocando por encima de esa persona de una forma muy paternalista, algo totalmente legítimo si estás tratando con niños pequeños que necesitan especial atención, tacto y no tienen la madurez emocional necesaria para lidiar con emociones «difíciles», pero no con adultos que supuestamente sí tienen esa madurez.

Me preocupa que este estilo de comunicación encaje tan bien con el individualismo rampante y la forma que tenemos como sociedad de vivir cada uno en su «burbuja» desde donde no necesita exponerse y puede juzgar a los demás sin nunca conocerlos realmente. Esa falta de implicación y voluntad de conocer al otro, de mostrarse uno mismo vulnerable… real… imperfecto… roto…

Porque efectivamente: no me interesa tu apariencia de perfección, ni que seas como yo quiero que seas (algo que muchos intentan conseguir aplicando la CNV de forma perversa). Si no estás dispuesto a mostrarte nunca podrás acercarte realmente a nadie…

Una cosa que decían en el video era que solemos pensar que al mostrarnos con todos nuestros defectos, los demás nos van a rechazar, pero se ha comprobado una y otra vez que es todo lo contrario. Porque es nuestra forma de conectar con nuestro propio dolor, nuestra vulnerabilidad, y es lo que nos une al final…

Aquí tenéis el video por si os interesa:

Al final lo que queda es el amor

Photo by Marc A. Sporys on Unsplash

Cuando vas acumulando años y en la vida ya has dado unas cuantas vueltas, te vas dando cuenta de lo que realmente es importante y lo que no lo es tanto… Y en las relaciones aprendes a valorar mucho a personas que han estado y siguen dispuestas a estar ahí aún cuando la forma de relacionarte con ellas haya cambiado.

La pareja es algo ya de por si complejo, pero con la edad se vuelve más complejo aún ya que normalmente somos más «especialitos» con nuestras cosas y unir dos mundos tan definidos no es facil.

Continuar leyendo «Al final lo que queda es el amor»

El fantástico mundo de los sueños

Me fascina el mundo de los sueños, siempre lo ha hecho, y desde muy pequeño he buscado un significado, una clave, en multitud de libros, artículos o programas que se mueven entre la psicología y lo esotérico…

Mi conclusión es que en realidad todo debería de ser mucho más sencillo…

Fotograma de «La ciencia del sueño» la fantástica película de Michel Gondry

Los sueños como herramienta de comunicación interna

Una de las ideas más típicas es la de buscar algo simbólico en los sueños que nos puede dar algún tipo de comprensión sobre nuestro inconsciente. Esta idea me parece interesante, pero creo que es importante que sea la persona la que interprete su sueño, no usando herramientas de interpretación genéricas, sino asociando ella misma lo vivido en el sueño y su relación con la realidad, viendo como se siente… Una clave es recordar que todos los personajes de un sueño son en realidad tú. No las personas reales que represntan…

Los sueños como herramienta para sentir

Para mi un grán descubrimiento fue esta idea de que los sueños nos permiten experimentar emociones que no nos permitimos vivr en la vida real. Puedes, por ejemplo, reprimir el enfado en tu vida consciente y si no sale por otro lado, un sueño donde lo sientes a tope, gritas, pegas o lo que sea, será muy terapéutico. Lo mismo con la tristeza, la culpa, etc…

Los sueños como herramienta para experimentar

Por último, y algo relacionado con lo anterior, está la posibilidad de vivir los sueños como una oportunidad de vivr experiencias «alternativas» a tu vida real. Podría ser una manera de ver «qué pasaría si…» o «qué hubiera pasado si…» que combinado con las emociones relacionadas que sientes en el sueño nos pueden aportar mucho. Como una experiencia real que nos ayuda a conocernos mejor, aunque símplemente vivir esa experiencia puede ser ya en sí suficiente «premio»

Yo recuerdo con mucho cariño los sueños que yo llamo «de aventuras», en uno era un piloto de una nave espacial en una batalla frenética que terminó con mi nave estrellándose sobre un planeta… otro parecía una escena de acción sacada de una película de Harry el Sucio… ¡Diversión asegurada! Pero mis favoritos sin duda son los de volar…

Así mismo, los sueños nos permiten reconciliarnos con personas que ya no están: tener esa última conversación, ese abrazo o despedida que, por ejemplo, tu padre no te pudo dar en la vida real… Puede ser tremendamente sanador…

Y no necesita nada más.. nada «esotérico» para darle un significado «extra». Es suficiente el hecho de poder vivir esa experiencia como si fuera real, porque ¿Quién asegura que la vida no es tan solo un sueño con coherencia entre cada «sesión»? Con las teorías de la simulación y avances en la física cuántica ya no queda claro qué es realmente la realidad… por lo tanto tampoco despreciemos esas experiencias vividas en nuestra intimidad inconsciente… son tan válidas como cualquier otra…

Los sueños como herramienta para la creatividad

Añado esto último que aunque me parece obvio, es cierto que no deja de ser importante… Cuánta gente dice haber encontrado la solución a un problema complicado, incluso matemático, en un sueño? ¿Cuántos han compuesto una de sus mejores canciones? Los sueños son espacios donde conectamos con una parte de nostros más profunda, una inteligencia más allá de la lógica mental y pueden producir resultados espectaculares…

Backlink | Photo by Kevin Jarrett on Unsplash

Conclusión

Soñar es genial… Lo difícil a veces es recordar los sueños, y esto complica todas las experiencias de las que hablo arriba. Los pocos consejos que tengo para mejorar esto son;

  • Acostarte pronto y sin demasiadas cosas en la cabeza.
  • Dormir la siesta (esto suele producir, al menos en mí, sueños más bien rallantes y extraños)
  • Apuntar lo poco que recuerdes nada más despertar. Normalmente al apuntarlo te vas acordando de más, incluso a veces horas después de despertar.

Nada más… a disfrutar de la vida y de esa parte más «misteriosa» que todos llevamos dentro… Y si quieres inspiración, La ciencia del sueño puede ser una buena elección para ver una noche de estas…

¿Lo aprendes, o lo vives?

Los seres humanos tenemos un cerebro espectacular. Una mente pensante que está siempre maquinando y analizando todo lo que ocurre tanto fuera como dentro de nuestra persona.

Pero toda esta inteligencia tiene una consecuencia negativa importante que nos impide, primero: tener una experiencia plena de quiénes somos ahora mismo, no en el pasado o en el futuro… sino ahora en el presente. Y segundo: nos engaña con una sensación de progreso, de evolución o aprendizaje que es falsa…

Somos tan inteligentes que hemos conseguido engañarnos a nosotros mismos, tan bien, que podemos estar años así, sin darnos cuenta…

Porque el problema de este aprendizaje mental es que no lo llegamos a integrar. No pasa a ser parte de quién somos. Es simplemente algo que analizamos con nuestra mente, por lógica nos parece bien, y nos forzamos a actuar.

Es muy diferente cuando eres espontáneo, cuando haces lo que sientes, a cuando actuas como piensas que tienes que actuar. En el primer caso expresas quien eres, pero puede ser algo impredecible, inadecuado a veces, con un alto riesgo de producir rechazo en los demás. Lo que pasa es que en el segundo caso lo único que haces es disfrazarte. Ocultarte para actuar como «es debido».

Y no solo como esperan los demás… Esto puede ocurrir cuando te autoconvences de que algo nuevo que acabas de aprender es mejor y te fuerzas a cambiarlo. Por ejemplo, cuando la gente descubre la «espiritualidad» desde la mente y empiezan a meditar, a decir que aman a todo el mundo, etc…

Pero no es real… es solo que usando la lógica cerebral has llegado a la conclusión de que tienes que actuar o sentir de una cierta manera para «ser mejor» y lo haces… pero no lo integras. No es real…

El amor

Y ya que menciono el amor, voy a seguir por ahí… Se habla tanto de lo importante que es el amor en el mundillo espiritual, de que somos uno y todo eso, pero normalmente se hace de esta forma… como un pensamiento que «tiene que ser así», y no… no tiene que ser de ninguna manera…

Tú no tienes por qué sentir que eres uno con nadie, ni tienes por qué sentir amor por otra persona. Esto no va de pensar «¡Hey, el mundo sería mejor si todos nos amásemos los unos a los otros!» y forzarse a hacerlo. Vas a recibir de vuelta todo el cabreo y desamor que no ves en ti, tu disfraz se va a romper enseguida y saldrá quien eres… más tarde o más temprano…

No… simplemente se trata de ser quien eres, amar cuando ames, odiar cuando odies. Ya está…

El amor, como fuerza integradora que hace que nos sintamos parte de algo más grande, no tiene sentido cuando se fuerza, porque entonces no es más que una actuación, y seamos sinceros: no solemos ser muy buenos actores… Y sí, esa actuación podría dar la apariencia de armonía, incluso una sociedad podría parecer muy avanzada funcionando así, pero solo en la superficie, porque escondería todo lo «feo» que no queremos ver en nosotros, todo lo que rechazamos, todo el odio, todo el egoismo, el miedo… y acabaría saliendo por algún lado…

La educación

Nunca he sido muy fan de la educación en general. No sabía muy bien por qué, quizás un «espíritu adolescente», rebelde, que me salía en contra de cualquiera que te dijese lo que tienes que hacer, o cómo tienes que ser… la moralidad impuesta… quizás por eso me encanta “Another brick on the wall”…

Pero pensando en esto de lo que hablo aquí, me doy cuenta de que justo la educación representa este principio de una forma muy explícita: Se trata de inculcar un comportamiento a un niño que viene libre de condicionamientos. Enseñarle cuál es la forma correcta de actuar en la sociedad/cultura en la que ha nacido. Y al ser desde muy pequeño, muchos de estos aprendizajes calan en el inconsciente volviéndose automáticos, pero siguen siendo algo aprendido desde la cabeza y muchas veces van en contra de quién el niño es a un nivel más profundo, creando una gran insatisfacción una vez han conseguido que ese niño se resigne a cómo funciona el mundo a su alrededor.

La mente y el aprendizaje…

Actuar desde la lógica y no desde lo que sientes…

Acabar con la intuición…

El verdadero aprendizaje

No sé si tiene sentido hablar de aprendizaje, aunque a mí me gusta mucho hablar de «la toma de consciencia» porque supongo que me parece algo diferente…

Tomar consciencia implica simplemente ver un poco más lejos… incluir algo que antes desconocías y que simplemente al verlo te cambia la perspectiva. Pero esto no puede ser enseñado, no puede ser impuesto…

Tampoco estoy diciendo que no se enseñe nada a los niños, pero sí que sea lo mínimo y no desde el «esto está bien, esto está mal» sino más desde un entender que hay ciertos «acuerdos» y costumbres, que tenemos que aceptar el mundo al que venimos y a veces hay que adaptarse, pero no es lo mismo ponerse un traje, sabiendo que es algo puntualmente necesario que autoconvecerte de que tú eres el traje… y te encanta.

Por eso me molesta cuando, por ejemplo, se obliga a los niños a dar las gracias. Parece que lo único que importa es la apariencia de agradecimiento, la convención social. Y sí, tú puedes explicarle al niño que es una convención social y que con ciertas situaciones se espera que lo hagas, pero no hace falta hacerle sentir culpable o inadecuado por no sentir agradecimiento en ciertos momentos. Es lógico que no lo sientan… son inmaduros por naturaleza… pero muchas veces los adultos solo queremos que se «porten bien» por nuestra propia comodidad o porque nos da verguenza que “la líen” en público, cuando es lo más normal siendo niños…

Yo prefiero que si mi hijo me da las gracias sea porque sale de él de forma natural, porque lo sienta, no porque le haya machacado yo tanto que al final «sucumba» y se porte así por miedo…

Y como esto todo lo demás: los modales, la forma de hablar, jugar, expresarse, etc… Me da la sensación de que los adultos somos unos «aguafiestas» que perdimos nuestra espontaneidad y no podemos soportar verla en los que aún la tienen…

En fin…

Al final es eso… la espontaneidad… pero cuidado: ahora tu cerebro puede decir que lo «lógico» es ser espontáneo y empezar a forzarte a serlo porque «es lo correcto»… no… no funciona así… se trata de quitarse cadenas, no de ponerse cada vez más…

Las «visicitudes» de las relaciones modernas

Quería poner «struggle of modern relationships» y no se si la traducción es la más adecuada… en fin… Empezamos:

Veía un video de un psicólogo que habla mucho sobre las relaciones desde un punto de vista crítico con el feminismo moderno, y comentaba el hombre que muchas mujeres con las que habla le comentan que son mujeres de éxito, con una carrera potente y buen sueldo, responsables y de «alto valor», y se ven en la situación de no encontrar hombres que estén «a su altura» para comenzar una relación. Se tienen que conformar con hombres de menos éxito o «valor» y muchas de ellas casi prefieren quedarse solas.

Backlink | Photo by Magnet.me on Unsplash

Ante esto, el hombre comenta algo así como «bienvenida al mundo de los hombres», dando a entender que esa es la posición que han tenido los hombres tradicionalmente, aportando todo ese valor en la relación para una persona que «claramente está por debajo»

No voy a entrar en el tema de si es la mujer o el hombre, o qué rol han de tener en una relación. No me interesa… Lo que me interesa es la visión transaccional que estas personas (sean hombres o mujeres) muestran al expresar esta queja.

Continuar leyendo «Las «visicitudes» de las relaciones modernas»

El daño de convertir lo personal en político

Ya escribí sobre esto de forma general hace un tiempo: la frasecita de marras de Simone de Bouvoir… pero el otro día vi un ejemplo perfecto de lo dañino de esa forma de entender la vida que da carta blanca a la instrumentalización del dolor ajeno para avanzar tu causa.

Continuar leyendo «El daño de convertir lo personal en político»

Palabras inconexas…

Hubo una época en la que mis hijos no habían nacido aún y yo era un chavalín inconsciente que deambulaba con sus movidas de un lado a otro, pero sin embargo ellos estaban presentes.

Foto de Vitolda Klein


Si se lo dices te mirarán incrédulos… “¿De que me hablas?” podrían preguntar…  Pero eso solo es la superficie de un mar inmenso que nos azota a todos: la eternidad; la permanencia…

Continuar leyendo «Palabras inconexas…«

Españoles y españolas… Franco a vuelto…

Fotograma de «El Gran Dictador» de Charles Chaplin

Siguiendo la linea de lo que lleva ocurriendo ya años, volvemos a tener otro episodio donde se pone de manifiesto la necesidad de control, el autoritarismo, el intento de infantilización forzada de la gente y una posición de superioridad moral esperpéntica digna de cualquier dictador de tres al cuarto sacado de nuestro oscuro pasado y actualizado con vestimentas de colores y purpurina.

Continuar leyendo «Españoles y españolas… Franco a vuelto…»

La respuesta es siempre…. «Sí»

La vida parece complicada. 

Hay una máxima en la improvisación: dar siempre un «sí». Esto lo sé porque un amigo mío trabaja con este tema.

Cualquier situación que se presenta durante la improvisación se acepta, se integra y se juega con ella… ¿Por qué no jugar también con las situaciones que se nos presentan en la vida?

Imagen generada con Dall-e 2
Continuar leyendo «La respuesta es siempre…. «Sí»»

Todo lo que comienza tiene un final… Gracias Sergi…

Recuerdo la primera vez que fui a ver una charla de Sergi Torres… en un pequeño local de Lavapiés hace unos 9 años. Ya había escuchado alguno de sus videos y me fascinaba su capacidad para desentramar la aparente complejidad de la vida, las relaciones, la consciencia…

Hoy acabo de ver su última charla en Barcelona, parece que última en el sentido literal… no habrá más… un final, un principio, no tengo ni idea…

Continuar leyendo «Todo lo que comienza tiene un final… Gracias Sergi…»

Cuando te pones en venta

La deriva narcisista de las redes es algo que cada vez me llama más la atención… Un paseo por Twitter, Instagram, Facebook o Youtube se convierte en un complicado ejercicio de filtrado donde cada vez es más dificil encontrar contenido honesto y que merezca la pena.

Parece que hemos normalizado el “clickbait” hasta tal punto que creo que hay gente con contenido honesto que al final acaba sucumbiendo a esta práctica porque ven que “es la única manera” de conseguir algo de atención… Titulares engañosos o directamente falsos, fotos trucadas, etc…

Continuar leyendo «Cuando te pones en venta»

Nada está bien, nada está mal

Es curioso que se habla mucho de no juzgar a los demás, como si fuese algo malo cuando justo ese principio lo que de alguna manera promueve es la idea de que no hay acciones «malas» ni «buenas». Por otro lado, realmente no se trata de no juzgar sino de ser consciente de nuestros juicios, haciéndonos cargo sin proyectarlos en el otro… Por eso no está ni bien ni mal juzgar, es algo humano que hacemos, y como toda acción humana quizás podríamos empezar por prestar atención al lugar desde donde nace.

Continuar leyendo «Nada está bien, nada está mal»

El «mejor del mundo»

¿Recuerdas cuando eras pequeño o pequeña? ¿Cuando hacías una carrera con tus amigos? Si ganaste alguna vez y saltaste de alegría quizás por tu boca salieron las palabras: “¡¡Soy el mejor del mundo!!”

Photo by Vitolda Klein on Unsplash

Yo recuerdo las competiciones de salto en bici por el monte, marcando con una raya en la arena el récord de salto y las horas que nos pasábamos intentando superarlo… lo mantuve unas semanas… hasta que otro amigo consiguió un salto espectacular… teníamos 11 años y ese era nuestro mundo…

Continuar leyendo «El «mejor del mundo»»

Tu libertad, su pesadilla

Escucha el programa de Salto al Vacío donde hablo de este tema, leo partes del artículo y pongo temazos que hablan de la libertad

Dentro del espectro que va entre el autoritarismo y la libertad siempre me he posicionado claramente en el segundo campo con independencia de cualquier ideología política. Es cierto que hace mucho tiempo solía pensar que las ideas de izquierdas estaban más alineadas con la idea de libertad, cosa que los últimos años he ido viendo que es falso. Tampoco creo que las ideas de derechas vayan por ahí, por cierto…

Photo by Nicholas Sampson on Unsplash
Continuar leyendo «Tu libertad, su pesadilla»

Verónica Forqué se ha suicidado, hijos de puta

Verónica Forqué se ha suicidado y al parecer su última aparición en la tv fue en un programa de mierda donde mostró su vulnerabilidad para inmediatamente ser el haz de reir de las redes (para esos va el título de este texto, por cierto). 

Continuar leyendo «Verónica Forqué se ha suicidado, hijos de puta»

Rellenando huecos

Despertar temprano y buscar la distracción. Hacer algo porque hay que hacer algo, siempre, rellenando los huecos naturales que la vida deja entre cada cosa que ocurre. Tener una tarea para sentirte útil de nuevo y pensar: “Ahora hay algo que puedo dar, que puedo entregar y observar: ¿Hay una respuesta? ¿Sirve de algo? ¿Afecta al entorno?” Como un científico que experimenta tocando aquí y allá, mezclando una sustancia con otra… “Ah! Hay reacción!” Algo nuevo sucede y el sentimiento de satisfacción crece llegando a un pico para luego descender poco a poco… Volvemos a la “normalidad”… La vida continúa.

Continuar leyendo «Rellenando huecos»

La música…

La música…. Vibraciones del aire que llegan a los oídos y producen toda clase de sensaciones. Siempre me he preguntado qué tiene la música que la separa de los demás sonidos “mundanos” como conversaciones irrelevantes, gritos reivindicativos o susurros intentando convencerte de algo con mayor o menor éxito…

La música, al fin y al cabo también cuenta cosas, también habla y puede querer incluso influenciarnos, pero no pretende nada, no exige tu acuerdo, le da igual tu interpretación, simplemente es, y lo que evoca al ser escuchada es tan personal y propio de cada uno, tan intimo que ni el artista podría anticiparlo…

Continuar leyendo «La música…»

Os comieron la cabeza… y lo habéis permitido.

Parece que el dinero lo puede todo, o al menos es lo que casi todo el mundo parece pensar, y como un hechizo lanzado sobre la población mundial, sus efectos han moldeado nuestra cultura y percepción de los acontecimientos desde hace muchos años, cada vez de forma más eficiente.

Pero, ¿Como se consigue semejante proeza? ¿Como se anula la capacidad crítica de millones de personas? El dinero no es suficiente, hace falta usarlo de forma correcta en lo que es realmente una guerra abierta contra la población mundial. Una guerra para conseguir eliminar cualquier atisbo de individualidad y capacidad creativa de pensamiento. ¿Para qué? Para nunca volver a ser una amenaza para los poderes establecidos.

Photo by Marco Bianchetti on Unsplash
Continuar leyendo «Os comieron la cabeza… y lo habéis permitido.»

Mundo robot

En los libros de la serie de los robots de Isaac Asimov, se contaban historias que ocurrían en diferentes momentos del futuro de la humanidad, pero uno de esos momentos que me llamó mucho la atención fue lo que el autor llamaba la “primera ola” de expansión humana por el espacio.

Photo by Robert Anderson on Unsplash
Continuar leyendo «Mundo robot»

Comprender: ¿a quién?

Foto de Ming Jun Tang

Creer que puedes analizar y comprender a alguien observándole o interactuando es una ilusión. Mirar como el otro te “toca” a ti y lo que despierta es en cambio una herramienta de aprendizaje y auto conocimiento brutal.

Continuar leyendo «Comprender: ¿a quién?»

¿Una canción triste?

Un amigo me comentó: tu ultima canción es muy bonita pero triste.

Lo primero que me viene a la mente al escuchar esto es: ¿y qué pasa si una canción es triste? Al fin y al cabo cada uno recibimos cada canción que escuchamos desde nuestro punto de vista, nuestra realidad. Lo que alguien interpreta como triste otra persona podría verlo como algo liberador o sanador. Como lo recibimos o como resonamos con una letra, un poema o una pieza artística nos puede decir mucho de quién somos en ese momento. Probablemente mucho más que sobre el creador mismo…

Continuar leyendo «¿Una canción triste?»

Nos perdimos…

Desde los confines de la historia el ser humano a evolucionado como ser social. Solos eramos vulnerables, juntos eramos poderosos. Todo avance humano se ha hecho en grupo y colaborando (ya sea de forma voluntaria o no, que sería otro tema).

Además el ser humano es un mamífero, un ser sexuado. Nuestras sociedades siempre se han formado desde esa báse tan física, tan animal, tan “básica” y sobre esa base hemos construido un mundo que al final se ha acabado avergonzando de su propia naturaleza. Nos hemos separado de nuestros orígenes.

Ésto no pretende ser una apología de una imposible vuelta al pasado, ni nada que se le parezca, por donde voy tiene más que ver con el hecho de que negando quienes somos nos estamos perdiendo.

Continuar leyendo «Nos perdimos…»