Hubo una época en la que mis hijos no habían nacido aún y yo era un chavalín inconsciente que deambulaba con sus movidas de un lado a otro, pero sin embargo ellos estaban presentes.

Si se lo dices te mirarán incrédulos… “¿De que me hablas?” podrían preguntar… Pero eso solo es la superficie de un mar inmenso que nos azota a todos: la eternidad; la permanencia…
Porque mientras YouTube me saca un vídeo de Norah Jones, que no es una artista que haya escuchado ni apreciado demasiado, resulta que sale Bill Frisell y se hace un punteo… él no tuvo ese prejuicio…
Por eso… porque la música no es que nos una. Ya éramos uno de antes… solo nos lo recuerda.
Si entiendes esto, entenderás lo primero que he dicho.
Quizás…
Si tienes hijos quizás puedas comprender de qué estoy hablando. Si no, supongo que será más complicado, pero quién sabe?
Hay un amor que nos une a todos y que no tiene nada que ver con el sexo. Que está guay, sí, pero es otra movida…
Me refiero al amor que sientes por todas esas personas que, a más o menos distancia, están presentes en tu vida. Que con más o menos interacción, cuando las ves sonríes y abrazas, y te alegras de que estén. El amor de querer que sean felices y lo feliz que eres al verlo…
El bien común no creo que se pueda imponer. Pero lo que sí podría surgir y quizás es la única manera, es el “me importas”. El “te quiero”. El “comparto contigo”. El “eres parte de mi y lo mío es tuyo….”, desde dentro.
Porque aunque se empeñen en que nos aislemos los unos de los otros y en gestionar ellos como compartimos y con quién (llevándose su comisión, claro), al final, siempre surge una sonrisa, un abrazo, un beso, un baile o una danza… y volvemos a ser seres humanos. O quizás HUMANOS, así en mayúsculas… pero sin malentendidos por favor… que no hablo de los mamíferos bípedos que han conquistado el planeta… hablo de los seres conscientes, anden a dos, cuatro o seis patas…
Transmitir las emociones es complejo. Puedes intentar encajarlas en palabras comunes tipo: “estoy triste” o “me siento feliz”. Pero eso es simplista… la vida no creo que funcione así. Creo que un gesto, unas palabras inconexas (solo en apariencia) o una improvisación musical pueden transmitir un mensaje mucho más claro que un toda una disertación lógica por muy bien construida que esté.
Al final todo está en la escucha… Tanto el quién como el por qué. Si no hay un receptor no hay mensaje. El mundo rota porque hay algo con que compararlo. Si no, lo veríamos estático…
Pero no es estático…. Es tan dinámico que la palabra se queda corta…
En fin… disfrutad del fin de semana… nos lo merecemos… y si tienes niños, sal con ellos a hacer algo. Da un paseo, ve al parque, pero sobretodo hazte a la idea de que este tiempo del que dispones de ellos plenamente es pequeño, una milésima de segundo en el cosmos infinito. Aunque también es cierto que en el fondo siempre estuvieron y estarán ahí, exactamente igual que todo el resto de personas de las que eres consciente, ya que, te guste o no, son parte de ti.