El derecho a ser libre

Vivimos en un mundo de adultos infantilizados… Niños en cuerpos grandes que esperan con ansia la nueva orden del gobierno que les calme sus miedos irracionales a los que no se quieren enfrentar mientras se distraen con la última serie de Netflix…

Esto hace que, estemos o no de acuerdo con las medidas que nos imponen para frenar lo que ya muchísimos médicos dicen que no se puede calificar de pandemia, de alguna manera sigamos esperando algo, una solución externa, venga de unos o de otros, cuando esa solución está exclusivamente en cada uno de nosotros.

En una sociedad de adultos reales, el gobierno nunca se metería en los asuntos personales de las personas… Vamos a fantasear un poco pensando como podría ser…

Podemos decir que hay varios grupos de población:

Primero, el mayoritario sería el que está formado por la población adulta, en edad de trabajar, con unas buenas condiciones físicas y con capacidad para decidir por si misma el curso de su vida. Responsables de si mismos y de las personas que dependen de ellos. Este grupo puede, con su propio criterio, tomar las decisiones que considere, escuchando a expertos (médicos, epidemiólogos, etc…) y decidiendo si (y cuando) ponerse una mascarilla, cuando salir o no de casa, cuando trabajar, teletrabajar o dejar de hacerlo. Se protegerán o no y acarrearán con las consecuencias. No es tarea de ningún gobernante ordenarles cuando y como hacerlo ya que son adultos responsables y asumen las consecuencias de sus actos. De esta forma la población fuerte y de la que depende la economía del país tiene la libertad de seguir trabajando, generando la riqueza necesaria para que el resto de personas que son dependientes puedan seguir alimentándose y vivir bajo un techo.

Por otro lado tenemos a la población dependiente. Hay población dependiente de la que es responsable el estado u otras organizaciones privadas (enfermos en hospitales, ancianos en residencias, personas en instituciones mentales, niños a cargo del estado, etc…). Estas personas, muchas de ellas vulnerables al virus, deberían ser protegidas. Éste es el grupo de población sobre el cual el gobierno podría legislar ya que la responsabilidad de su bienestar no puede ser asumida por ellos mismos. Aquí es donde es aceptable que haya restricciones de libertades ya que estas personas no se pueden hacer cargo de sus vidas y no tienen a nadie haciéndose cargo de ellas tampoco. Curiosamente este grupo es el que ha sido más perjudicado por el virus ya que la gran mayoría de muertos tanto en España como en otros paises fueron personas mayores con otras enfermedades, viviendo en residencias.

Y por último tenemos a la población dependiente que está a cargo de personas del primer grupo: niños que viven con sus padres o tutores, ancianos que viven con sus familias, etc… Este grupo es dependiente como el anterior pero con una importante diferencia: No están a cargo del estado, si no de adultos responsables. Por lo tanto, toda decisión que afecte a sus vidas será tomada por estos últimos. Tanto decisiones que afecten a su salud, como a sus estudios, hábitos, alimentación, etc… El gobierno no tiene ningún derecho a decidir sobre sus vidas. No tiene derecho a decidir que medicamentos toman o no toman ni cuando salen a la calle o con quién se relacionan.

A veces, supongo que porque vivimos en una sociedad extremandamente paternalista, nos olvidamos que la tarea del gobierno es gestionar los recursos públicos de forma eficiente. Vamos… que las cosas funcionen… Pero su tarea no es ni debería ser cuidarnos como si fueramos bebes que necesitan la teta y a mamá siempre a la vista para estar tranquilos. Su objetivo no es controlar como evolucionan las personas, ni hacia donde. Ni por sus ideologías, ni por sus creencias. Eso es algo que no cabe en una sociedad de adultos que se hacen cargo de sus vidas, ya que es una tarea y un proceso totalmente personal.

Y quizás toca aceptar que el mundo no es como nos gustaría. Toca aceptar que muchas personas prefieren no hacerse cargo, dejar que sean otros los que decidan por ellos y así luego no sentirse responsables y poder echar la culpa a esos otros… Quizás toca aceptar que la gente pide que la confinen para protegerla de si misma… Es lo que parece ocurrir ahora mismo ,pero al mismo tiempo tengamos cuidado: 

Esto alimenta a una clase política cada vez con más soberbia, más ebria de poder y con menos limites. Que piensan que pueden hacer lo que quieran con nosotros en base a cualquier excusa que se les ocurra. Y con la pandemia han encontrado la excusa perfecta… mucho mejor que el terrorismo internacional, para justificar un aumento desproporcionado de su poder y una disminución equivalente de nuestras libertades…