Vivimos en un mundo donde cada vez más se tiende a eludir cualquier responsabilidad que implique un mínimo esfuerzo. Queremos no tener que trabajar o trabajar menos: disponer de nuestro tiempo libre para divertirnos. La gente cada vez tiene menos hijos porque no están dispuestos a «sacrificar» ni su tiempo ni su dinero, y cualquier esfuerzo más allá de mover el pulgar para hacer scroll en la red social de moda les parece excesivo…
Entiendo esa pulsión. Entiendo la comodidad de quedarse sentado y esperar a que otro te resuelva los problemas. No hacerse cargo de uno mismo y pedir, incluso a veces exigir, que lo haga otro: los gobernantes, los servicios sociales, tu pareja, quien sea… menos tú mismo…
Es la pulsión de volver a la infancia. Es la voluntad de nunca crecer.
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